Domingo 23 de Julio de 2006 Edicion impresa pag. 39 > Sociedad
Así se vieron en Roma las crecidas devastadoras de 1899
Boletín Salesiano informó sobre la catástrofe de Roca y Viedma y pidió a sus fieles todo tipo de ayuda por la obra de los religiosos destruida.

"Río Negro, julio 23. Al comandante en jefe de la brigada de los Andes, general Rudencindo Roca. Oficial. Urgente. Tengo el sentimiento de comunicarle que la creciente ha destruido por completo el fuerte Roca". Así, en el telegrama dirigido por el coronel Jorge J. Rohde a su superior, se anticipaba la dramática inundación de 1899 que arrasó en tres horas Fuerte General Roca, relocalizada como un rayo en agosto del mismo año, y Viedma.

Actores de esta ruina histórica fueron los salesianos, llegados a la región cuando en abril de 1879 el general Julio A. Roca pidió al arzobispo, monseñor Federico León Aneiros, que le diera un capellán para las tropas que iniciaban la campaña del desierto. Al poco tiempo Viedma y Roca (Colegio San Miguel) se constituyeron en los centros más importantes de las misiones patagónicas salesianas.

Documentos históricos y fotos inéditas a los que accedió "Río Negro" a través de un historiado permiten conocer cómo se vivió en Roma -en el corazón de la comunidad de Don Bosco- la noticia y cómo la reprodujeron a sus fieles, pidiéndoles "de corazón" auxilio de todo tipo.

"Se narran escenas terribles: la localidad de Roca y de Viedma quedaron completamente destruidas... Muchos habitantes se salvaron, todos los animales se anegaron y se temen víctimas humanas. Cinco mil personas quedaron sin techo y sin pan, reducidos a la más extrema indigencia". Estos eran los datos que se divulgaban en el Boletín Salesiano de setiembre de 1899.

Agregaba la publicación: "Es fácil más imaginar que describir las trepidaciones producidas en los salesianos por el anuncio de esta terrible inundación (...) La dolorosa noticia nos parecía increíble cuando nuestro Superior la recibió de Monseñor Cagliero, vicario apostólico de la Patagonia y superior de esas misiones". Y se condolía: "Las fatigas de tantos años, los enormes costos sostenidos para fabricar iglesias, casas y hospitales en Viedma, Roca y otros puntos del río Negro quedaron reducidas ahora a un montón de ruinas: todo se perdió!"

"Nos conceda Dios y nuestra Virgen que no se hayan lamentado y llorado víctimas humanas en las personas de nuestros bienamados confraternales".

"Hacemos una calurosa apelación a la caridad de todos nuestros cooperadores (...) Todos seguramente desearán ser cooperadores de corazón. Séanlo de manera que vuestro concurso no sea menos precioso de aquello que dan quienes, habiendo consagrado las fatigas, las privaciones, la sangre, la vida, al apostolado de la Buena Nueva, se encuentran ahora en la dura alternativa de ver perdida la obra..." Reclamaron así "ofertas de cualquier género". "!Coraje y rápido a la obra! Charitas Christi urget nos!"

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