Gilbert K. Chesterton (1874-1936) ha escrito deliciosos relatos, que revelan una aguda percepción de la condición humana. En "El crimen del capitán Gahagan" reflexiona sobre ciertas actitudes "modernas", que sólo favorecen la confusión. Desde aquellas notas ya ha pasado casi un siglo, pero bien pueden aplicarse por estos días y por estas tierras.

El protagonista, "Mr. Pond", plantea que las personas suelen escuchar aquello que quieren oír, más allá del contenido completo del discurso del interlocutor. Ocurre -si se permite interpretar a Chesterton-, por el apuro de los tiempos y porque, en ese vértigo, los intereses personales moldean la percepción.

Mientras la nieve se muestra sobre cerro Chapelco, corren los días en los que habrá de definirse el futuro del complejo que alimenta la economía de San Martín de los Andes.

El gobierno municipal y la mesa del Ente Sanmartinense de Turismo han reclamado a la provincia una nueva licitación de Chapelco. Atribuyen a la concesionaria, Nieves del Chapelco, falta de previsión y promesas de inversiones ausentes.

Pero "Nieves" ha pasado de ser un actor protagónico a otro de reparto. Su papel es ahora el de un vendedor, que ofrece la llave para mantener la concesión por otros 20 años. El actual contrato vence en abril de 2007, y una minuta firmada con la provincia en 2005 le da esa chance, si antes implementa un sistema de nevado artificial y compra un nuevo medio de elevación. Muy poco, pero es lo firmado.

Eidico SA e Inversora Lolog SA están interesadas en adquirir la empresa de la familia Capozzolo, a sabiendas de que su valor real está dado por la opción de extender la concesión. Tanto es así, que ya manejan la montaña (presiden el directorio de Nieves) y acaban de comprar la nueva telesilla, mientras avanzan con los cañones de nieve.

Hasta aquí, el municipio y el Ensatur se han mantenido firmes en la necesidad de evitar que la actual concesión se prolongue, aun cuando "Nieves" cambie de dueño. Estos datos ya han sido motivo de diversos análisis desde esta columna. Pero la lectura de Chesterton agrega otra mirada.

Y es que a las palabras a las que hay que prestarles peculiar atención son las dichas por el Estado provincial como poder concedente; al menos por ahora, pues alguna vez Chapelco pasará al dominio municipal, como lo dice una ambigua ley nunca cumplida, quizá por esa misma ambigüedad.

Dijo el gobierno: a partir de agosto se trabajará en la nueva licitación, pero hasta abril de 2007 estará vigente la minuta de 2005 y los alcances que de ella se derivan. En buen romance, lo que propios y extraños ya sabían. Nada nuevo.

Pero el municipio y el Ensatur se han aferrado a la primera parte del mensaje, mientras que Nieves y sus compradores se han clavado en la segunda.

Parece aconsejable un camino de negociaciones, donde unos y otros terminen por escucharse de una vez. Esa instancia debería incluir a las comunidades mapuches que reclaman la titularidad de sus tierras en Chapelco. Y, sobre todo, un nuevo documento de valor jurídico, que deje asentada las condiciones en las que la concesión -si es que se renueva- deberá desarrollarse, con el acuerdo de la provincia, el municipio, las comunidades y el concesionario.

¿Habrá un Mr. Pond que salve al capitán Gahagan de ir a la cárcel por un crimen ajeno? El bueno de Pond sólo necesitó escuchar los dichos de los testigos y del propio Gahagan en su completo contenido, diferenciando entre ellos el tamiz que imponen los intereses particulares. Es que cada uno decía algo de la verdad pero ninguno la verdad completa...