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Domingo 23 de Julio de 2006
 
Edicion impresa pag. 50 > Cultura y Espectaculos
El regreso triunfal de Morrissey
Con "The Ringleader of the Tormentos", el cantante británico muestra lo mejor de su estética.
Morrissey, el rey de los atormentados.
Morrissey, el rey de los atormentados.
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BUENOS AIRES (Télam).- El cantante británico Morrissey editó su nuevo álbum "The Ringleader of the Tormentos" que marca la recuperación definitiva de uno de los mejores músicos de la generación del '80, que vuelve a cubrir con su angustia, su placer por las tragedias cotidianas y la búsqueda culposa del sexo a escondidas, una docena de canciones de excelente factura.

A esta altura de la historia, Stephen Patrick Morrissey, líder de The Smiths, la emblemática banda de los '80, es ya un clásico y con ese objetivo el arte del disco emula a aquellos CDs de música clásica con colores azul y negro y un Mozz (así llaman sus fans al cantante) tocando un violín. Pero además para no perder las mañas, el disco gira en torno de esos tópicos que lanzaron a la fama a Morrissey, de esa manera la melancolía, el dolor de un hombre mortificado, la ambigüedad sexual, la ironía, el cinismo y esa pluma asesina se presentan en un disco que hace gala a estos propósitos ya que la traducción de sus título sería "El paladín de los atormentados".

Y qué mejor lugar para hablar de tormentos que las catacumbas romanas donde, miles de cristianos ofrendaron su vida durante los tiempos en que el Imperio Romano era pagano, para que éste diera un paso hacia al catolicismo. Morrissey abandonó la soleada Los Angeles, que alumbró su excelente regreso a la escena con "You are the Quarry", y se mudó a los estudios del mítico compositor de bandas de sonidos Ennio Morricone junto a su grupo liderado por los guitarristas Boz Boorer y Alain Whyte.

Pero además a su habitual equipo de colaboradores, Morrissey le agregó durante la gira de "You are the Quarry" al ex Red Hot Chili Pepper Jesse Tobias en guitarras y convocó al ex Replacements, Matt Chamberlain para tocar la batería. Tobías, además compuso junto a Morrissey tres canciones la dramática "You Have Killed me", un nuevo clásico de la carrera de este oriundo

de Manchester, "The Youngest was the most Loved" e "In the Future when all's Well". Pero la incorporación más importante fue la del productor y Morrissey no se anduvo con chiquitas al recurrir a Tony Visconti, productor del mejor David Bowie, el de los años '70 de T.Rex, y hoy de nuevo encargado de los teclados en la banda que acompaña al Duque Blanco.

Y Visconti rescató lo mejor de Morrissey, al letrista agudo, hiriente, al poseedor de esa voz engolada que se hace cargo de todas las melodías, así como otros recargan sus discos de aburridos solos instrumentales.

El trabajo de los tres guitarristas es impecable desde "I will see you in far off Places", una canción con comienzo electrónico que le da paso a una densa cadencia de las guitarras que acompañan las prédica de Morrissey contra su nuevo enemigo: el presidente de los estados Unidos George W.Bush.

"Si Dios te concede protección, y los Estados Unidos no te bombardean, nos veremos en algún lugar seguro", le dice Morrissey a alguien, tal vez un amante.

Pero este Morrissey agudo y contemporáneo no cede y avanza en el hermoso lamento a piano "Dear God please Help me", preguntándole a Dios si él también ha sufrido lo que hemos sufrido su creación, los peregrinos, mientras la orquesta dirigida por Morricone avanza aportándole mayor densidad emocional a esos seis minutos de congoja.

La tercer canción es "You have Killed me", primer single del álbum y la canción en la que Morrissey le da las gracias a Roma y a Italia por el clima que envolvió el trabajo de producción del álbum, mencionando desde Pier Paolo Pasolini a Luchino Visconti pasando por Anna Magnani. Para "The Youngest was the most Loved", cuya traducción podría ser que el primer amor fue el mejor de todos, Visconti y Morrissey eligieron, en una actitud exquisitamente perversa, a un coro de niños para cantar la línea que reza: "no hay tal cosa en la vida que sea mejor". Un par de temas más allá, Morrissey salda cuentas con la figura paterna en la canción "The Father who must be Killed" -cuya traducción más aproximada sería "el padre fue el mayor asesino"- y que en una línea reza "mamá no me extrañes", mientras el coro de niños reaparece para gritar eso de que el "padre fue el mayor asesino".

"La vida es un chiquero" ("Life is a Pigsty") son siete minutos en los que Morrissey habla sobre alguien que desafía a su suerte, que le pasa factura al amante abandónico, mientras sobre el paisaje sonoro busca recordar una tormenta que cae sobre el Manchester natal del cantante, con una clima desolador aportado por las programaciones de Visconti y las guitarras distorsionadas.

Para "I'll Never be Anybody's Hero Now", que contiene una declaración principios de Morrisey que proclama: "nunca seré el héroe de nadie", el cantante exhibe los agudos de su garganta con una clase y un estilo fuera de discusión, mientras la banda le da un tono épico a una balada, que seguramente estará entre las mejores del año.

Para el cierre del disco con "At Last am I Born", Morrissey navega en aguas del mejor pop británico, ese mar en el que él supo hacer las mejores olas, y que le reclama un regreso así, con este nivel alto artístico.

ADRIAN MOUJAN

Télam

 
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