El ministro de Gobierno, Iván Lázzeri, se sonroja cada vez que recuerda "lo inocente que estuve". Sucedió un día de inicios del 2004.

Sí, yo conozco bastante a Carlos Soria, compañero suyo.

¡Ah sí, Soria... será buen intendente! le respondió sin mayor gesto Aníbal Fernández, titular de Interior.

También conozco a Miguel Pichetto.

¡Ah sí, Miguel... muy importante!

Y por supuesto a Osvaldo Nemirovsci. ¡Los dos vivimos en Bariloche!

¡Ah sí, Nemirovsci... Osvaldo! ¡Bariloche!... ¡Chocolate!

Y además...

¡Mire Lázzeri, no jodamos! ¡Si usted me está sondeando cuáles son mis amigos en el PJ rionegrino, le digo que el único amigo que tengo en la provincia es el "Chileno" Betelú, que es radical, pero es amigo desde lo personal, muy amigo!¡Ahí no cuenta la política! ¿Entiende Lázzeri? reflexionó Fernández y así comenzó la primera entrevista entre ambos.

A partir de ese momento el gobierno rionegrino comenzó a tejer con suavidad una sólida relación con un hombre esencial en la construcción del poder kirchnerista. Vertebración que el oficialismo provincial entiende que conducirá a respaldos electorales por parte del poder central.

Desde lo político, ¿qué define Fernández para los radicales rionegrinos? Quienes lo tratan coinciden en tres cuestiones: firme predisposición a la toma de decisiones; espíritu exigentemente práctico; formación político intelectual que, abrevando en el autodenominado "pensamiento nacional", se flexibiliza a la hora de acordar.

Anda con Jauretche y Hernández Arregui bajo el brazo... Ese es el Fernández al que le gusta tocar la guitarra... veta nacionalista, telúrica... revuelo de ponchos. ¡Pero ojo, nada de "¡Viva la Santa Federación!" dice Lázzeri.

Pero para otros radicales el mundo de ideas de Aníbal Fernández está muy influido pro el italiano Antonio Gramsci.

Habla todo el día de política, pero cuando avanza desde lo ideológico puro, uno percibe claramente que para él la ideología no es una tenaza que encierra un puñado muy reducido de conceptos, sino un sistema muy amplio de fundamentos que la definen... Eso es típicamente gramsciano dice un radical que conversó largo con Fernández. Y acota:

Es cierto, él no habla de hegemonía cuestión fundamental en Gramsci, pero suele decir que para transformar el país, se requiere de "una presencia" sólida y permanente de un grupo de ideas "como son las de nuestro proyecto".

Cuentan los radicales que lo frecuentan, que Fernández abogado y contador jamás habla de Juan Perón y que, si se acuerda de Eva, es por la voluntad asiática que él desplegó hace años para compilar los discursos de aquella mujer

Dicen que la ironía del ministro del Interior se torna muy creativa cuando se habla de la "Marcha Peronista". Y que siguiendo una arraigada tradición en el kirchnerismo, suele definirla de compendio de antiguas "ligerezas".

Se sabe de memoria todo Alberdi. Y su verbo se pone agrio cuando recuerda cómo el sistema lo dejó solo y lo persiguió por oponerse a la Guerra del Paraguay.

En su escritorio jamás hay papeles ni símbolos peronistas. Sólo un retrato de su madre y un cuadro de la hinchada de Quilmes en la cancha de Boca.

Nunca habla del presidente, habla de "nosotros"... y uno se da cuenta de que en el trámite político de la Rosada, "nosotros" es Kirchner, Alberto Fernández y él sentencia otro radical rionegrino.

Un partido enamorado de Aníbal Fernández aun bajo riesgo de desengaños.

Porque como sentencia la historia no se construye poder sin desengañar a alguien.