NEUQUEN (AN).- Siempre un nombre tiene su historia, su secreto, su misterio o la llaneza de lo cotidiano.
Sobre todo, cuando es la designación de gente que hace arte. A veces, remembranzas que llegan a través de los sonidos y otras, por un hecho fortuito el concepto justo, cae como alianza en el anular de quien busca un sello para su laboreo.
Un día entre tantos, apareció en la redacción, la noticia de que el trío Aymama actuaría en la región.
Mejor dicho, la novedad era que la percusionista Mora Martínez, más las cuerdas de Florencia Giammarche y las teclas de Paula Suárez, todas cantantes, eran "las jóvenes Aymama" y que -efectivamente- darán conciertos el sábado 22 en Arpillera, Alderete 511 de Neuquén; mientras que en Roca estarán el 25 de julio en Mal de Amores y el 28 en Casa de la Cultura.
Tras ubicarlas en Buenos Aires, el camino más directo fue el del por qué, tan usual en los niños.
"Ay Mama" es una expresión de sorpresa; de asombro o de desconcierto, explicó la rionegrina Mora Martínez. Y lo aclaró " es una frase que suele decir Florencia (Giammarche, nuestra guitarrista) y que fue adoptada por el grupo en general".
Ellas intentan rescatar viejas obras tradicionales y reversionarlas adoptando la personalidad del trío.
-¿Es un trío porteño? De alguna manera ¿tiene su raíz en el Valle? ¿En Roca?
- En realidad, no es un trío porteño. Tanto Florencia como Paula son del gran Buenos Aires: de Haedo e Ituzaingó respectivamente. Y yo (Mora) soy de Roca, por lo tanto, podríamos decir que sí tiene un origen importante en el Valle.
-¿Cómo trabajan con la música folclórica para obtener lo que ustedes se han marcado como objetivo: "música fresca, que no pierda la esencia argentina, pero que tenga características renovadoras"?
-Principalmente se logra trabajando con responsabilidad y sinceridad. Responsabilidad de escuchar, conocer y aprender de todo y todos aquellos que vinieron antes que nosotras. Sinceridad para con nuestra necesidad de mostrar lo que somos, tal cual somos. Esto incluye la tradición, pero también la renovación que implica vivir en esta época donde todo está conectado y de lo que no nos podemos escapar.
-De las "viejas obras" ¿cuáles han sido las predilectas y cómo efectuaron su revisión?
-Tenemos en el repertorio obras como "Padre del Carnaval" (zamba carpera de César Isella y Horacio Guarany), "Oh Pajarillo" (triste, anónimo). Tratamos de mantener las estructuras formales por sobre todo. Estas músicas tienen una relación importante con la danza y, a veces, agregar o quitar algo atenta contra la esencia y contra los bailarines. Nos permitimos mayores licencias en lo que respecta a melodías o armonías.
-¿Hasta qué límites, si los hay, se puede revisar una obra, para que no pierda su esencia?
-No creemos que existan límites predeterminados. Todo queda sujeto a varios parámetros: los músicos, la música, la letra, la interpretación que le da cada uno a esa letra y música, y la habilidad de los músicos en mixturar todos los elementos sin perder el objetivo.