La presidenta Michelle Bachelet ajustó su gabinete ministerial ante el desgaste de popularidad sufrido en sólo cuatro meses de gobierno y en preparación de duras batallas que se aproximan, como la crisis energética y las demandas de gremios conflictivos como la salud, los maestros y los trabajadores del cobre.
Bachelet bajó hasta 18 puntos de popularidad en los últimos dos meses de gobierno, según la encuesta Adimark, cuyo margen de error bordea el 3%. Pero analistas y políticos creen que los cambios en los ministerios del Interior, Economía y Educación son insuficientes.
El abogado y académico Carlos Peña dijo en su columna dominical del diario El Mercurio que "el cambio de gabinete se muestra algo deslucido''. El ex candidato presidencial opositor Joaquín Lavín opinó que está por verse "si este cambio es de fondo, o simplemente 'parchó' a los ministros que se desinflaron''. Camilo Escalona, presidente del Partido Socialista y amigo personal de Bachelet, opinó que el cambio era inevitable y que "hay que recuperar el empuje, los gobiernos tienen que ser realizadores''. Belisario Velasco, el nuevo ministro del Interior, dijo que entre sus tareas está la de adelantarse a los problemas, con tal de "evitar que irrumpan''.