BUENOS AIRES- El oficialismo y la oposición protagonizaron el tenso final de la sesión que culminó ayer a la madrugada, al cruzar duras acusaciones durante el debate de los superpoderes, dejando en situación crítica la relación en el Senado entre el kirchnerismo y la Unión Cívica Radical.

La extensa sesión tuvo un desenlace imprevisto cuando el radicalismo se retiró del recinto antes de la votación, después de una encendida ráfaga de imputaciones y agravios entre el jefe del bloque de la UCR, Ernesto Sanz, y la presidenta de la comisión de Asuntos Constitucionales, Cristina Fernández de Kirchner.

Sanz justificó ayer esa actitud al dialogar con DyN, al decir que "la decisión de retirarnos fue espontánea, y surgió de un pedido de nuestros propios senadores que estaban hartos del nivel de agresión".

El senador mendocino dijo que lo que ocurrió antenoche "no va a ser una habitualidad", pero también señaló que "eso va a depender del tipo de proyectos y de la actitud del oficialismo".

"Si el gobierno quería instalar a la primera dama como candidata con las últimas dos sesiones lograron el efecto contrario, porque la gente descubrió en ella un costado agresivo e intolerante que no conocía", evaluó Sanz.

Fuentes del bloque PJ-Frente para la Victoria relativizaron la posibilidad de que el empeoramiento de las relaciones con el radicalismo pueda complicar el trámite parlamentario en la Cámara alta. Apuntan que la próxima semana no habrá sesión y en consecuencia "el impasse servirá para calmar los ánimos".

La sesión de antenoche dejó varios datos que tanto el oficialismo como la oposición parecieron tomar nota.

Hubo un nivel de virulencia verbal inusual en varios miembros del radicalismo, en particular Sanz y Gerardo Morales, que fue respondido por Fernández de Kirchner con igual voltaje. Así no sólo se generalizó la práctica de hacer alocuciones extremadamente extensas (la primera dama, igual que Morales, habló casi dos horas en su primera intervención, y una hora más en el cierre), sino también se instaló un nivel de agresión inusual.

Sanz se refirió a Fernández de Kirchner como "una persona soberbia, arbitraria, intolerante y descalificadora", y remató: "No les creo que sean profundamente democráticos. Creen que la democracia es de ellos, no de la gente, porque dicen vamos a hacer uso, abuso y ostentación del poder. Ellos creen que son el poder".

La primera dama respondió calificando a Sanz de "paranoico" y "cínico", y a su intervención como "una muestra de realismo mágico. La última intervención es para el psiquiatra".

Pero además del tema de los discursos hubo un dato político que dejó alguna preocupación en el oficialismo: cuando el radicalismo se retiró del recinto, quedaron 37 senadores que estaban a favor de la norma y 6 que estaban en contra. Esto quiere decir que si los que votaron en contra se retiraban del recinto detrás de los radicales, el kirchnerismo se hubiese quedado con el quórum

estricto.

De hecho, algunos senadores de bloques minoritarios como Ricardo Gómez Diez, Rubén Giustiniani, Marita Colombo y Carlos Rossi deslizaron la posibilidad de abandonar la sesión, pero según se justificó uno de ellos "sólo lo íbamos a hacer si con nuestra salida el oficialismo se quedaba sin quórum".

En el oficialismo también tomaron nota de algunas ausencias de senadores disconformes por motivos diversos, como Marcelo Guinle (está enfrentado con el gobernador de su provincia, Mario Das Neves), Sonia Escudero y Ramón Saadi. (DyN)