No se interesan por las diversiones, no tienen tiempo para los amigos, carecen de apetito para comer: inquietos por este comportamiento de sus hijos, los padres de familia pueden llegar a descubrir que, tras estos síntomas, el culpable son los videojuegos, no las drogas.
La consola de juegos y el televisor pueden convertirse en adicción, y con muy negativas consecuencias para los niños: "Baja el rendimiento escolar, dejan de interesarse por tomar contacto con otras personas, no se interesan por nada", dice Peter Grosch, director general de un grupo de ayuda a la adicción, de la Iglesia Evangélica alemana en Mecklenburg. Puesto que raramente salen y se mueven, estos niños suelen sufrir con frecuencia de obesidad.
En general es difícil discernir cuándo los videojuegos se convierten en un problema. Si con el tiempo los niños no hacen otra cosa, entonces es claro que se trata de una adicción, dice Grosch. No obstante, es difícil ver una definición clara en cuestiones tales como cuántas horas de juego se convierten en peligro. "Es importante que los padres se den cuenta de los cambios en el comportamiento de sus hijos", sostiene el psicólogo Juergen Detering. Si el niño deja de hacer sus tareas como de costumbre o comienza a alejarse de sus amigos, hay ya razón para alarmarse.
La responsabilidad de los padres
A juicio de Martin Zobel, psicoterapeuta, esta nueva forma de adicción al juego suele ser a menudo resultado de problemas familiares: "No hay niño con un alto consumo de computación sin una razón para ello", dice. Especialmente en peligro se hallan los niños que se sienten descuidados o cuyos padres están separados, y que carecen de suficiente estímulo o compañía en casa.
"Muchos padres son malos ejemplos a imitar, puesto que ellos mismos pasan mucho tiempo frente a la computadora o el televisor". Los padres se alegran de cuando los niños al menos están en casa, dice Grosch. (AFP)