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Rehenes | ||
Según pasan los años, el Estado municipal lleva dos décadas sin aceitar los mecanismos que hagan rutinario y normal el funcionamiento del autotransporte de pasajeros. Sólo se exhibe un saldo en favor del bolsillo de los usuarios, pues en los últimos 10 años se convirtió en la mejor fuente de financiamiento en la vida de trabajadores y estudiantes que componen el pasajero promedio. En 20 años fracasaron llamados a licitación de postulantes, por lo que el prestador tradicional -las empresas de la familia Balogh- quedó como único oferente de servicios en forma precaria. El Poder Ejecutivo municipal entendió en estos días que había que reconvertir el sistema circunscribiendo el funcionamiento a una contratación directa, a la incorporación de dos unidades cero kilómetro y un incremento inicial del boleto único en un 40%. Los acontecimientos sucedidos en el Concejo Deliberante, durante la última sesión, en 10 horas de debate sobre el proyecto original -el PJ, Frente por Río Negro y MARA más 3.000 firmas- dijeron lo contrario. No al aumento, sí al subsidio transformando en crédito una deuda que el prestador mantiene con la comuna. Así, se empujó al Ejecutivo a replantear el Presupuesto o bien tocar las puertas de la provincia por un subsidio. Quizá el más gráfico fue el edil del frente Emilio Gagey: "Si el gobierno le dio 50.000 pesos a la Rural para una exposición de vacas, por qué no hacer lo mismo con el colectivo", preguntó. Munición gruesa se lanzó desde el Ejecutivo calificando de "irresponsables" a los ediles. Se sumó una amenaza empresarial de restringir recorridos en las próximas horas al no aceptar el replanteo. Balogh esgrime que con 0,30 pesos más por boleto, a razón de 5.000 pasajeros diarios, le cerraría la ecuación porque lo votado -una devolución de 70.000 pesos adeudados a pagar en cuatro años, que sólo son 30.000 de contado- no es rentable. Al caballo de las críticas en favor de la empresa se subieron la Cámara de Comercio y llamativamente algunos miembros de la Asociación de Defensa del Consumidor de Viedma (Decovi), a título personal. Decovi no se pronunció oficialmente, y salvo que desde el punto de vista semántico haya diferencias lingüísticas entre consumidor y usuario, también flota en el aire de la entidad un corrimiento de la tarifa para no atentar contra la calidad del servicio. A las 3.000 firmas y ciertas quejas a voz en cuello durante la sesión, también aplaudió la votación una agrupación Demo, que curiosamente, no es precisamente el oficialismo que domina el pensamiento mayoritario de quienes cursan en el Centro Universitario Regional de la UNC. Por sí o por no, la necesidad de protagonismo mediático fue el común denominador. La remarcación se ha hecho carne en los argentinos de los últimos 40 años, mientras que desde el Ejecutivo municipal se puso como ejemplo en estos días que en las principales ciudades rionegrinas la tarifa mínima supera el peso, casi mirando con un dejo cuestionador cierta decadencia nostalgiosa por reivindicar el bolsillo de la gente. El tiempo dirá si fue errático lo que fijó la mayoría en el juego de la democracia. Nadie se sacó ventajas. La gente quedó en el medio de una puja política, de la inflación, del monopolio empresario, y de todos aquellos que se colgaron a favor o en contra. La alquimia, madre de la química, buscaba la fuente de la juventud eterna. Viedma no necesita de un alquimista. Quizá sea conveniente encontrar consensos, dejar de lado las desconfianzas mutuas entre oficialismo y oposición, e intentar encontrar beneficios concretos para el transporte y los transportados.
ENRIQUE CAMINOS | ||
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