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Lunes 10 de Julio de 2006
 
Edicion impresa pag. 19 > Municipales
LA SEMANA EN VIEDMA: Elefantes

Tal vez sea impropio y arbitrario trazar analogías entre el reino animal y las dinámicas de la gestión pública. Pero si al pasear la vista por una enciclopedia escolar uno topa con el dato de que el elefante africano tiene un período de gestación de 22 meses (el más prolongado entre los mamíferos terrestres), le resultará tentador asociar tamaña espera con la que viene postergando el alumbramiento de la reforma tributaria municipal.

Si bien no se ha visto todavía ningún paquidermo instalado en los despachos del Centro Cívico (sólo de intentarlo ya tendría problemas con la comisión de patrimonio histórico), está visto que el proyecto de "actualización" de las tasas se cocina con una morosidad exasperante.

Actualmente la tasa de servicios retribuidos grava con el mismo monto a todas las parcelas individuales que comparten la misma zona, sin importar su tamaño.

La distorsión derivada de ese reparto de cargas es tal que un gran supermercado paga tanto como la vivienda familiar contigua. Y cada unidad de un edificio de departamentos debe contribuir lo mismo que un hotel con decenas de habitaciones, ya que el fisco registra a este último como un inmueble indiviso.

Es obvio que un establecimiento comercial de importante tamaño consume servicios mucho mayores que un vecino cualquiera. De modo que la tasa vigente hoy en Bariloche no sólo es injusta, sino que importa un subsidio cruzado de sentido inverso al que sería socialmente aceptable (con perdón de la ortodoxia económica).

La prehistoria de la administración municipal registra que al menos los últimos cuatro intendentes hablaron alguna vez de corregir tan escandalosa simplificación tributaria.

Pero sólo el actual, Alberto Icare, puso un equipo a trabajar en la cuestión. Los especialistas se tomaron más de un año y finalmente le pusieron el moño a un proyecto que incluye no sólo un aumento nominal en la tasa del orden del 40% sino también una nueva zonificación y un sistema de cálculo fundado en la valuación fiscal de cada inmueble.

Llevado por un entusiasmo, Icare prometió en diciembre pasado que el Deliberante recibiría pocos días después el proyecto de ordenanza. Pero luego ese ímpetu se vio sofrenado, cuando el gobierno tomó súbita conciencia del disgusto que el ajuste provocaría en la comunidad.

El secretario de Gobierno, Adolfo Fourés, llegó a admitir que un anuncio destemplado de aumentos en la tasa podría provocar una "pueblada" y por eso buscan cómo presentarlos adosados a una mejora tangible en los servicios.

La psicosis es tal que el secretario de Hacienda, Darío Barriga, le dijo en algún momento al intendente que si debía rodar una cabeza, ofrece la suya.

Fourés aprovechó no obstante para aclarar que el municipio "tuvo una gran ordenamiento administrativo" y exhibe prudencia en el gasto, lo cual lo legitimaría para aplicar el incremento.

Pero lo cierto es que el envío formal del proyecto de ordenanza todavía no tiene fecha. Tanta prudencia resulta llamativa porque no se condice con la escasa sensibilidad exhibida por el Ejecutivo cuando en marzo pasado impuso un tarifazo del 30 por ciento en el transporte urbano.

Aquella medida recayó sobre la población de menores recursos y sí ameritaba un rechazo por su indudable impacto social. Pero con el aumento de tasas el caso sería bien diferente, por su sesgo claramente progresivo. Algo que no debería ser difícil de explicar para un funcionario que entienda esa diferencia. A no ser que la aprensión se deba en realidad al enojo que el aumento podría provocar, por caso, entre los grandes contribuyentes.

Avanzar cuanto antes con la reforma tributaria sería un gesto de valentía política, en el sentido de privilegiar el imperativo ético de la igualdad antes que el equilibrio presupuestario.

Porque además de sincerar la relación entre lo invertido en la prestación de servicios y lo efectivamente recaudado (que hoy es notoriamente desfavorable para las cuentas públicas), el aumento contribuirá en definitiva a instalar un clima de saludable control sobre el gasto público y de "examen permanente" sobre la actuación municipal.

 

DANIEL MARZAL

dmarzal@rionegro.com.ar

 
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