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El zorro colorado es una amenaza para las majadas | ||
Varios kilómetros más al sur, pasando entre el cerro Corona y el cerro Corona Chico, al atardecer llegamos a Cuatro Lagunas. Un puesto bien cómodo, amplio y cálido será el albergue durante esta noche. Allí vive Julio Canihuán, un hombre de la meseta cuyos familiares tienen también un campo cercano. Ahora cuida este puesto que es propiedad de un ganadero de Valcheta que desarrolla con bastante éxito la esquila de ovejas. "Pero el problema son los zorros colorados, son plaga", afirma Julio. En estos días lo acompaña Gastón Videla, un muchacho que llegó a ayudarlo en tareas de reparación de los alambres y tranqueras que se habían deteriorado por el paso de los años. Jugamos un truco de seis y nos vamos a dormir. Al día siguiente el viaje será largo hasta el puesto de Germán Quiñelaf, lo de Aragolaza y la bajada por Campana Mahuida, hacia Los Berros. Recién a la medianoche, con suerte podremos estar llegando a San Antonio. Al amanecer preparamos todo para partir pero primero Julio nos cuenta su vida en el campo. El pudo estudiar en los albergues, al igual que sus hermanos. Y a sus 41 años sabe que la meseta es su sitio. Su mujer vive con sus dos hijos en Valcheta, donde los chicos estudian. La mayor en la secundaria y el más pequeño en la primara. "Al pibe le encanta el campo. Siempre que viene, cuando no tiene clases me ayuda con los caballos, las ovejas y con todo lo que pueda hacer acá", nos cuenta. Cuando salimos vamos a los galpones y los corrales. Los cueros de zorros llaman nuestra atención. "Hay que cazarlos porque en una noche, una hembra con cría puede hacer un desastre en una majada", sostiene. Nos despedimos y seguimos camino. Con nosotros va Gastón, que apenas habla. Lo dejamos en la tranquera, con su pinza para seguir trabajando, mientras algunas nubes empiezan a formarse a lo lejos. | ||
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