Ya está aquí: el estadio Olímpico de Berlín albergará esta tarde, desde las 15, el partido más esperado en cuatro años: la final del Mundial.
Cuando la competencia estaba dando sus primeros pasos, nadie imaginó que el choque del 9 de julio lo jugarían Italia y Francia.
La escuadra “azzurra” llega al choque en el Olímpico superando escollos en el juego y fuera del terreno, con una primera fase para el olvido y un escándalo de partidos arreglados en el ‘calcio’ que retumbaron fuertemente en el plantel que estaba en plena competencia.
En una situación al menos curiosa, varios jugadores de la escuadra dirigida por Lippi podrían levantar hoy la Copa, celebrando el máximo logro y a la vez, ser parte de equipos que un tiempo después jueguen en la serie A-2.
Enfrente estará la selección gala, con sus antiguos guerreros liderados por Zinedine Zidane, vapuleados por la crítica en la ronda inicial a causa de pobre producción ofensiva.
Sin embargo, cuando empezó el ‘verdadero’ Mundial a partir de octavos, apareció la verdadera Francia. Bajaron consecutivamente a España, Brasil y Portugal y hoy están a punto de reeditar la epopeya del ‘98, con varios sobrevivientes de aquel equipo campeón.
El encuentro será arbitrado por el argentino Horacio Elizondo, secundado por sus compatriotas Darío García y Rodolfo Otero, que hará también historia es la historia mundialista siendo el único juez que dirigió el encuentro inaugural y la final en una misma Copa del Mundo.
 Lippi puede alardear de un planteo ofensivo, a contramano de la historia italiana, porque la ‘azzurra’ eliminó a Alemania en semifinales en tiempo suplementario (2-0) con cuatro delanteros en el campo de juego.
Italia intentará llevarse su cuarto título mundial, halago que no consigue desde España ‘82. La ‘bleu’ intentará llevarse a casa su segunda Copa con varios jugadores de la generación que ganó el título en Francia ‘98 y la Eurocopa 2000, como Zidane (34 años), Henry (28), Vieira (30), Barthez (35) y Trezeguet (28).