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Martes 04 de Julio de 2006
 
Edicion impresa pag. 24 y 25 >
¿Quinina, aloja o dulce de leche?

La quinina es un alcaloide que se encuentra en la quina, la corteza del quino. Este árbol es nativo de los altiplanos andinos de Ecuador, Perú y Bolivia, y en la Argentina fue abundante en las provincias de Salta y Catamarca. Las etnias indígenas de esta región usaron intensivamente su propiedad de disminuir la fiebre. La quinina es también capaz de detener la reproducción de los microorganismos que causan la malaria o paludismo (en quechua, 'chucho'), enfermedad endémica de las regiones tropicales y subtropicales del planeta. La malaria fue probablemente introducida en América por los esclavos africanos traídos a comienzos de la época colonial y no parece haber existido allí con anterioridad. Algunos autores atribuyen a los misioneros jesuitas su uso como cura de la malaria, pero lo más probable es que los primeros en hacerlo fueran los indígenas, ya que uno de los principales síntomas de la enfermedad son los intensos y periódicos accesos de fiebre.

El mérito de los jesuitas fue la difusión planetaria del uso de la quinina, tarea que no fue fácil ya que durante mucho tiempo los médicos europeos consideraron que la atribución de propiedades curativas que se le hacía era mera superstición. Contribuyó especialmente a esta difusión la esposa del virrey del Perú (1629-1639) Luis Jerónimo Fernández de Cabrera, conde de Chinchón. Luego de haber sido curada de la malaria por su médico jesuita, la condesa fue ferviente propagandista de la quinina entre los conquistadores castellanos, razón por la cual a la droga se la denominó popularmente "chinchona". Su uso posterior fue tan grande, en especial la proveniente de la localidad ecuatoriana de Loja, que a fines del siglo XVIII el monarca español Carlos VI debió limitar la explotación de los árboles para evitar su desaparición. En 1808, por ejemplo, se formalizó en Buenos Aires un contrato de exportación de más de 2.000 toneladas de quina.

Podría dudarse si se tratara de un invento o un descubrimiento, ya que la quinina es una sustancia natural. Lo que no es natural es su uso: el chamán o médico brujo podría haber decidido, en vez de hacerle ingerir su extracto, colocar la corteza entera sobre el pecho del afiebrado. También podría haber elegido en su lugar alguna de las muchas otras hierbas medicinales en uso. Se descubrió la quinina, pero se inventó un uso para ella, lo que requirió mucha experimentación y observación hasta lograr un resultado favorable. Si bien el chamán no conocía la causa del paludismo, la inoculación de un protozoo Plasmodium por un mosquito del género Anopheles, supo establecer una relación de causa-efecto entre la ingestión del extracto de la corteza de una especie arbórea (la Cinchona o quino) y la remisión de una enfermedad (la malaria). El uso medicinal de la quinina es, por lo tanto, un invento y una tecnología basados en saberes científicos que aquí son básicos (identificación de especies vegetales y de síntomas, establecimiento de relaciones de causa-efecto) pero no por eso menos característicos de la tecno-ciencia que es la medicina. El uso de la quinina fue un invento argentino sólo si el chamán que lo usó por primera vez residió dentro de nuestro actual territorio; lo único que sabemos con certeza es que fue un invento de pobladores originarios de los altiplanos andinos de América del Sur.

La creencia popular considera al dulce de leche un postre originario y exclusivo de la Argentina, y algunos atribuyen su invención a Juan Manuel de Rosas. Es candidato seguro a múltiples reinvenciones (más bien, descubrimientos) a lo largo del tiempo, ya que para obtenerlo basta dejar olvidada al fuego una olla de leche endulzada con azúcar o miel (que era abundante en el territorio). El resto es cuestión de condimento (vainilla, una especie nativa en Asia y América), concentración de edulcorante y tiempo de cocción. Aunque bajo otros nombres, el dulce de leche es un postre bien conocido en toda Hispanoamérica y España. En este último país se lo denomina actualmente manjar, nombre similar al de manjar blanco con que se lo conocía en las provincias del Río de la Plata durante la época colonial. Es por ello muy probable que se trate de una importación española, no de un invento local.

Si de comidas y bebidas se trata, hay candidatos mejores basados en especies americanas, no en subproductos de animales euroasiáticos como la vaca. El maíz es el ingrediente principal de la chicha, la humita, el locro y la mazamorra, pero como la planta fue domesticada por los indígenas mexicanos, lo más probable es que tengan ese mismo origen. Una bebida alcohólica es tal vez la candidata más firme, la aloja, hecha con los frutos de la algarroba americana, abundante planta nativa del Noroeste argentino.

Los alimentos cumplen tres importantes funciones en la vida humana: proporcionan al cuerpo energía o nutrientes indispensables; si están adecuadamente preparados, su ingestión da placer sensorial; la ceremonia de su ingestión es una importante oportunidad de relación social que permite establecer nuevos vínculos entre personas y afianzar los preexistentes. La primera función se satisface con una dieta balanceada que no satisface ningún alimento individual por sí solo. El placer que proporciona un alimento tiene un gran componente cultural. Mi experiencia personal es que para los que no son españoles o latinoamericanos el dulce de leche es empalagoso y que la aloja gusta sólo a los que están habituados a ella. La función social intracultural de los alimentos sólo se cumple bien con alimentos y bebidas tradicionales.

Considero que un "gran invento" es uno capaz de resolver eficientemente una necesidad generalizada de las personas y por lo tanto capaz de difundirse a todo el planeta. Si no existieran las dudas ya señaladas sobre su paternidad y tuvieras que elegir entre la quinina (capaz de salvar vidas) y el dulce de leche o la aloja (capaces de darnos placer y amigos), ¿cuál elegirías? La respuesta más generalizada a esta pregunta podría darnos una importante clave sobre el desarrollo tecnológico argentino (mejor dicho, sobre sus deficiencias).

 

(*) Doctor en Física y diplomado en Ciencias Sociales. Bariloche.

 
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