BUENOS AIRES (ABA)- Los altos funcionarios de la Policía Federal y delegados del mismo cuerpo en Zapala que actuaron en el caso Carrasco, describieron ayer casi con idénticas palabras como tuvieron que retirarse de la investigación porque el magistrado actuante, Rubén Caro, no tomaba en cuenta sus tareas.

"Yo no los llamé, y si fuera por mí no los hubiera llamado", les manifestó Caro al comisario inspector Carlos Juárez y al agente inspector Mario Acuña, cuando ambos le presentaron el informe que habían realizado con los datos obtenidos en el cuartel en mayo de 1994 (más de dos meses después del deceso de Carrasco).

Previamente, el entonces jefe de la subdelegación Zapala de la Policía Federal, Juan José Pirsic, expresó el desaliento que -junto a su subordinado Héctor Palacio-, sintieron cuando el suspendido juez de Zapala no les asignaba tareas y sólo los relegaba a practicar diligencias administrativas.

De tal modo, en la segunda audiencia realizada ayer en el Palacio de Tribunales del jury de enjuiciamiento a Caro, se vino a corroborar la hipótesis de la jornada inicial: que el magistrado relegó de las averiguaciones a todo factor que no sea el militar.

En ese plano, Acuña vino a corroborar una apreciación clave sobre Caro adelantada por el testigo Marcelo Inaudi en la jornada de ayer: "Investigaba más la cuestión de los malos tratos (a los soldados) que el homicidio de Carrasco en sí".

Pirsic relató el trayecto (unos 300 metros) desde el cuartel donde los esperaba el teniente coronel Guillermo With, hasta el Cerro Gaucho donde hallaron el cadáver de Carrasco. "Para mí fue una sorpresa, porque aunque se estaba descartada la hipótesis de su deserción creí que se trataba de un suicidio", narró el subcomisario. Dijo sentirse más sorprendido cuando luego del procedimiento su subdelegación no recibió ningún pedido de colaboración de parte de Caro. "No sé si hubiésemos esclarecido el caso, pero estábamos en condiciones de investigar".

Pirsic también destacó la llegada abundante -los días posteriores a la aparición del cuerpo de Carrasco- de personal militar ajeno a la unidad (antes Palacio había expresado una visión similar).

Fueron los inspectores Juárez y Acuña quienes relataron minuciosamente como Caro los desplazó de la investigación a la que habían llegado por instrucciones de la conducción de la Policía Federal y del ministerio del Interior.

Ambos indicaron que tuvieron que entregarle los informes a los fiscales Luis Viaut y Helvecio Barba porque Caro no quería saber nada con ellos.

Juárez recordó que el juez no participó de la inspección ocular al cuartel (en cuyo baño se descubrieron manchas de sangre), y que insistía en que la muerte de Carrasco se había producido afuera del cuartel pero los autores arrojaron el cuerpo adentro.

Acuña deslizó que cuando le entregó el informe al juez, éste le respondió con un "top secret" para advertirle que no lo iba a incluir en el expediente. "Entonces -continuó el relato- no quedó otra alternativa que entregárselo a los fiscales".

El inspector de la Federal describió al Caro de aquellos días: estaba "muy sobrepasado por la dimensión del hecho, muchas veces no se sentía bien, estaba sintiendo el impacto en el físico y a veces no iba a trabajar".

Con buenos reflejos, Oscar Vignale, abogado de Caro, le preguntó a qué conclusión había llegado el informe en cuestión sobre la autoría del crimen. Entonces, Juárez y Acuña señalaron que a la misma que Caro. Luego Vignale exhibió un sello con la firma de Carlos Gracilazo (ex secretario de Caro) dándole recepción a la presentación de los policías.