CIPOLLETTI (AC).- Cada vez que en los departamentos de los pisos más altos lavan los platos o la ropa, a Cecilia, que vive en la planta baja, se le llena su casa de agua. Lo mismo le pasó hace días a Juan Pablo y a su mujer, y antes a otros vecinos. Es que, según dicen, las cloacas en las 300 viviendas "son un desastre por falta de mantenimiento".

La situación más problemática la tienen quienes viven en la planta baja y sobre todo en el departamento 5 de cada módulo. Justo allí pasan los caños de desagüe de las viviendas de los otros pisos, y ante cualquier obstrucción, el agua olorosa empieza a emanar de las rejillas de los lavaderos y cocinas.

Cecilia Garrido es quien tiene el problema en este momento. La mujer, que se domicilia en la planta baja del módulo 25, tira I, ya no sabe cómo hacer para evitar que las aguas servidas se cuelen por toda su casa.

"A las tres de la tarde, después de que todos lavan los platos esto se pone peor", afirmó Cecilia. El olor en su casa ni siquiera lo cubre el desodorante que arroja constantemente.

Pero no es sólo a ella a quien le afecta. Como del otro lado de la pared de su cocina, que da al hall principal del módulo, hay un caño de desagüe con un orificio, también todo ese sector de recepción se llena de agua. Y esto genera quejas de otros vecinos del edificio, como es el caso de Liliana Alessi. "Eso siempre está todo mojado", afirmó.

Más allá de los líquidos grasientos que salen desde ese caño, cuando a Cecilia se le inunda su casa, no tiene otra forma de escurrir el agua que enviándola hacia la recepción. Y eso complica más aún la entrada.

"Yo estoy pensando en ir a un abogado", comentó Julio, otro de los vecinos. Más allá del tema de las cloacas el hombre se quejó por la cantidad de animales que hay por allí, entre otras cuestiones. "No se puede vivir así. Esto es antihigiénico", enfatizó.

Todos apuntan al consorcio o consejo de administración del barrio. Afirman que, pese a que cobran una cuota mensual (20 pesos), "no hacen el mantenimiento que deberían realizar para evitar los problemas".

"Río Negro" intentó hablar con el presidente del consorcio pero no se encontraba en la zona.

Juan Pablo Pineda y su mujer estuvieron en la misma situación que Cecilia hace unas semanas. La joven pareja, que vive con su bebé de apenas un año, tiene muy bien agendado el tiempo que padeció esta problemática: fueron 12 días de agua apestosa y olores nauseabundos saliendo de las rejillas.

Como no encontraron una solución rápida debieron mudarse unos días a la casa de un familiar porque temían que su bebé

se desplazara por la casa en esas condiciones. "Hasta lombrices salían entre la mugre", afirmó Juan Pablo, que vive en el módulo 7 de la tira C, también en el departamento 5 de la planta baja; el lugar crítico en el barrio. Finalmente la municipalidad realizó un trabajo fuera del edificio, y el consorcio se encargó de la cámara que está en el interior del hall. Los vecinos aseguraron que otras personas del barrio hicieron los arreglos en forma particular.

En otros lugares, los dolores de cabeza no lo generan los desagües sino las filtraciones de agua en las paredes. Como en el módulo 24, tira I. Allí tienen un alero con riesgo de derrumbe por tanta humedad.