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Tres mujeres que asumen riesgos para salvar vidas | ||
Lorena, Andrea y Griselda son las primeras bomberas policiales de Neuquén. Relataron sus experiencias en una actividad signada por la emoción del peligro y el desafío que genera la adrenalina de entrar a una casa en llamas, rescatar un cadáver entre los escombros de un derrumbe o auxiliar a un conductor herido de entre los hierros de un vehículo. Una tarea, hasta ahora reservada a los hombres, que asumen con arrojo y profesionalismo. | ||
NEUQUEN (AN) - ¿Y vos, qué vas a ser cuando seas grande? ¡¡Bombero!!. Lorena González (28 años), Andrea Beltrán (27) y Griselda Zamora (26) ni de grande pensaban que se harían bomberos, que afrontarían el desafío de introducirse en una vivienda en llamas, rescatar de entre los hierros y latas retorcidas de un vehículo accidentado a una persona ensangrentada, recuperar un cadáver putrefacto atrapado por las ramas en el cauce del río, treparse a un árbol o descender a un pozo para rescatar un perro o un gato. Llegaron al Cuartel de casualidad, pero ahora son parte del plantes de Bomberos y dicen que no se irán más. "La campana de alerta, el viaje en el autobomba con la sirena encendida, a los barquinazos y frenadas y la llegada al objetivo, son momentos indescriptibles, únicos, una experiencia emocionante, adrenalina pura que se palpita en el cuerpo y en el alma", dijeron. Pero no sólo se trata de arrojo para enfrentar el desafío del fuego, sino de capacitación, profesionalismo y una entrega total. También se especializan en sustancias tóxicas, estupefacientes, manipulación de explosivos, timoneo de embarcaciones y adiestramiento de canes para la búsqueda de personas. Despliegan una intensa preparación física y psicológica para enfrentar situaciones de máxima exigencia y traumáticas. "Es una actividad apasionante, que tiene como único fin servir a la comunidad y poder hacerlo con la mayor eficiencia es la mejor recompensa, porque es para lo que nos preparamos", señalaron. Desde hace un tiempo cubren las 24 horas de guardia del mes, en el Cuartel Central de Bomberos de la Policía de Neuquén. De lunes a jueves cumplen turnos de 8 horas y los viernes, sábados y domingo, de 24. Siempre está una de ellas en el Cuartel, excepto cuando están haciendo cursos en otras dependencias. Si bien en el cuartel ya había mujeres, estaban afectadas a tareas administrativas. Ellas son las primeras que integran las dotaciones que salen al terreno de acción, se posicionan de "pitonero" -el bombero que manipula la manguera para orientar el chorro de agua-, de ayudante de éste -el que está inmediatamente detrás-, el que se coloca el "equipo automático" -escafandra, tubo de oxígeno-, el "funcional" -que toma datos y asiste en cualquier circunstancia- o el "disponible" -corta circuitos eléctricos, monitorea la acción-. Son agentes de policía y cuando llegó el momento de darles un destino, al abandonar la Academia, les propusieron el cuartel. Todas aceptaron para experimentar, porque si no les gustaba o no respondían a las necesidades de la función, tendrían la oportunidad de cambiar por otro. "No pienso dejar esta especialidad, porque me encanta, me apasiona. Dentro de unos años me dedicaré a los cursos para hacerme oficial, pero cuando termine voy a volver a los Bomberos", dijo Griselda, quien abandonó los estudios de docente para empezar los de asistente social. Pero cuestiones de familia -es esposa, tiene una hija-, la obligaron a abandonar esa carrera porque debió a seguir a su esposo en su trabajo por el interior provincial. Cuando desde su Andacollo natal Andrea -tiene una hija de 7 años-decidió ingresar en la escuela de policía, no se imaginó que algún día estaría en medio de una humareda, paleando tierra para apagar un pastizal, o como esta semana, entre los escombros de una casa derrumbada rescatando una persona muerta. "Cuando me dieron este destino dije que sí, no dudé ni un momento, pero cuando llegué al Cuartel me pregunté 'qué hago yo acá'. A los pocos días ya estaba identificada con esta actividad y el llamado latente de la campana que en cualquier momento nos dice que tenemos que abandonar todo y salir a trepar el autobomba, muchas veces sin saber a dónde y a qué vamos, pero seguro que es una emergencia y que puede estar en riesgo la vida de una persona", comentó la "Negra". Lorena ya había hecho la residencia de maestra -egresó del Instituto de Formación Docente 5 de Plottier-, pero un amigo la convenció de ingresar a la Escuela de Policía. "Sabía que estaba dando un giro de 180 grados. De dar clases en un aula pasaba recorrer las calles vestida con uniforme. Pero lo hice, me gustó y encuentro que en el fondo, entre enseñar a los chicos y salir a tratar de salvar un vida en peligro, hay en común el contacto con el otro, o hacer algo por el otro", dijo Lorena, la "Gringa" de vivaces y transparentes ojos celestes. Cada salida tras un toque de campana es un misterio. "La ida es apasionante. Todo es vértigo, pero con la mayor precisión posible. Nos vamos cambiando en el camión, sin saber qué nos espera. Nos damos aliento, a los gritos, con aplausos y la sirena de fondo, que se desparrama con fuerza y paraliza por un instante a la gente que nos ve pasar", comentaron las primeras bomberas policiales de Neuquén. | ||
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