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Domingo 18 de Junio de 2006
 
Edicion impresa pag. 2 y 3 > Nacionales
Los días de Lavagnatras desafiar a "K"
Lee sobre política económica y cuida su jardín. Quiere sumar al socialista Hermes Binner. Está convencido de que tiene chances de ganar.
Lavagna espera que pase el Mundial de fútbol para seguir con la actividad política.
Lavagna espera que pase el Mundial de fútbol para seguir con la actividad política.
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BUENOS AIRES (ABA).- Ni Kirchner, ni Duhalde, ni Alfonsín, ni siquiera Lionel Messi. Lo que más apasiona y quita horas de sueño a Roberto Lavagna en la vida, hoy por hoy, son dos cosas: leer textos de política económica y la jardinería. La lectura la practica en su casa del barrio porteño de Saavedra. La jardinería en su chacra de la localidad bonaerense de Cañuelas.

Aunque está en medio de la polémica por su lanzamiento electoral, el ex ministro de Economía no descuida su vida familiar. Su esposa, la médica belga Claudine, estaba en desacuerdo con que su marido vuelva a la política, y más todavía con que se transforme en candidato a Presidente. Pero en los últimos tiempos cambió de opinión, sobre todo cuando Lavagna regresó entusiasmadísimo de su último viaje a Washington: "Allí me di cuenta que hay demasiado encono en el exterior contra la Argentina. Hay que hacer algo", comentó el ex ministro a su vuelta. Su entusiasmo terminó de convencer a su esposa, que ahora lo apoya en su quijotada política.

Hoy Lavagna hace vida casi de oficinista mientras espera que pase el mundial de fútbol. Una vez terminada la copa, empezará en serio y con todas sus fuerzas con la actividad política, sobre todo con la organización de su estructura partidaria, hoy inexistente. Otra cuestión que despierta su interés es la posibilidad de sumar a su proyecto a dirigentes socialistas como el santafesino Hermes Binner. Incluso, contaron en su entorno, que intentó algún acercamiento con el ARI de Elisa Carrió, cosa que fue desmentida por los "lilitos".

Aún no tiene encuestas que revelen si creció o no la intención de voto desde que decidió criticar públicamente a Kirchner, pero espera encargar esos sondeos una vez terminada la pasión por el fútbol. Le acercaron una encuesta de Artemio López y otra de Carlos Fara, pero todas habían sido realizadas antes de que su figura se instale en contraposición a la del Presidente.

Su rutina es siempre igual: llega bien temprano a su oficina porteña, a una cuadra del obelisco, recibe allí a sus amigos Alberto Paz, director de la consultora Ecolatina, a Eduardo Angel "El ratón" Pérez, su ex secretario Legal en el ministerio, entre otros-, almuerza con dirigentes de distintos partidos, empresarios e incluso algún ex militar enfrentado al Presidente. A su casa vuelve siempre hacia las seis de la tarde. A los dirigentes del Grupo "El General", Juan José Alvarez, Eduardo Camaño, Jorge Sarghini y Francisco de Narváez los ve cada dos días. Por ahora, su estrategia es esperar que pase el mundial, analizar las encuestas y ver si la candidatura presidencial tiene o no sustento político. Lavagna está convencido de que tiene chances de ser Presidente. Cree que Kirchner tiene las de ganar, pero que el ballottage es inevitable, y que en la segunda vuelta él será el ganador. Sus amigos admiten que es algo soberbio y que considera que está frente a una misión casi patriótica: "No tenemos que desaprovechar la oportunidad histórica que tiene la Argentina en estos años para mejorar su situación. La sociedad no tiene que cometer el mismo error que cometió durante la década del '90: dormirse en los laureles de la supuesta bonanza económica hasta que fue demasiado tarde para corregir el error", repite el ex ministro.

Los viernes viaja hacia su campo de Cañuelas con su esposa, y a veces los acompañan sus hijos. Pasa todos los fines de semana en su chacra, leyendo y cuidando sus plantas y flores.

Duerme, como siempre, con la placidez de un bebé. Es una de sus características que más envidian sus amigos. Uno de ellos contó: "En medio de la negociación por la deuda externa, el tipo dormía sus ocho horas diarias sin tomar ninguna pastilla. Había días que Kirchner lo llamaba a las siete de la mañana y había que zamarrearlo para que se despierte".

Sólo una cosa lo saca de las casillas: que el Gobierno involucre a sus hijos en cuestiones non sanctas para, según explica, perjudicarlo a él. Uno de sus hijos trabaja en la consultora Ecolatina, que ya fue investigada por el Gobierno en busca de irregularidades que oportunamente puedan ser ventiladas en la campaña si es que existen, y el otro en el holding Techint. "Si me quieren atacar, que me ataquen a mí, no a mis hijos que no tienen nada que ver", se queja en intimidad.

Otra cuestión que lo preocupa es que el Gobierno intente boicotear su candidatura presionando a los empresarios que quieran aportar fondos a su campaña. Lavagna recibe cada tanto testimonios de presidentes de importantes compañías nacionales y extranjeras- que lo alertan en ese sentido. Incluso su amigo Alberto Paz, de Ecolatina, que cree que muchas empresas dejarán de contratar los servicios de la consultora por temor a que en el Gobierno crean que apoyan a Lavagna Presidente. "Disculpame, esto es así y era inevitable que pase", lo consoló el ex ministro.

Aunque Lavagna no quiere pensar demasiado en esas cuestiones. Prefiere descansar lo máximo posible ahora que puede. Pasado el fútbol, comenzará la verdadera campaña electoral.

 
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