En estos días en los que el único tema posible es el Mundial alemán de fútbol, el cine parece transitar los mismos carriles reiterativos que la TV a la hora de generar sus productos. La pantalla chica está abarrotada de coberturas mundialistas y la sensación del espectador es que todos los canales poseen la misma programación, con notas similares y un efecto tedioso, sólo salvado por los partidos en si. Que, en realidad, es lo único que posee un valor propio.

El séptimo arte parece deambular por terrenos similares en aras de la repetición de fórmulas que, aparentemente para los productores, son un negocio certero. Los estrenos, durante estas dos últimas semanas, de las remakes de "La profecía" y "Poseidón" lo demuestran. Ambos filmes fueron realizados originalmente en la década del '70. La primera data de 1976 y la dirigió Richard Donner. Tuvo innumerables secuelas y resultó un éxito sorprendente en su momento. La segunda, de 1972, conocida como "La aventura del Poseidón", también fue un suceso, en una época matizada por las producciones de accidentes y catástrofes.

Ahora, bien, se ha hablado en infinidad de oportunidades de la carencia de ideas que afecta al imperio norteamericano del celuloide y a su voraz deseo de recuperar del pasado cualquier guión que pueda resultar efectivo a la hora de atraer espectadores a las salas. Si a esto sumamos las adaptaciones de variados libros, innumerables cómics reversionados una y otra vez (los X-Men, el Hombre Araña, Batman y el inminente regreso de Superman) más secuelas de todo tipo (Misión imposible va por su tercera parte, Stallone está trabajando en Rocky VI y Rambo IV!) el tópico de la repetición puede inducir un debate tan interminable como la génesis de sus múltiples versiones. El futuro nos depara muchas más aún, ya que se hallan en preproducción otras tantas remakes y secuelas y, mientras los críticos se amargan ante la situación, hay algo imposible de obviar: la mayoría de estas propuestas generan el rédito ansiado. El público corre a verlas y sus recaudaciones millonarias son más que reales.

Pero no sólo Hollywood está atravesado por esta moda. Esta semana se produjo un hecho destacable en los estrenos cinematográficos en la cartelera nacional que es el del filme francés "El latido de mi corazón", remake de su par americano "Fingers" de 1978 . Aplaudida y galardonada por especialistas, la apuesta parece superar a la original e instala la idea de que se pueden construir adaptaciones con calidad. Y también que no se puede generalizar a la hora de analizar este fenómeno ya que muchas de estas nuevas versiones y secuelas gozan de un buen estado físico, imposible de obviar.

No sorprende que en EE.UU. se "cocinen" estas propuestas con la incontable cantidad de cintas que se estrenan por semana y luego recorren todo el mundo. Esperemos que ese efecto no se instale en el resto de las cinematografías donde aún se mantiene el placer por plasmar proyectos auténticos. Sería difícil imaginar, en unos años, una nueva versión de "Nueve reinas" o la secuela de "Luna de Avellaneda". Por el momento, y mientras otros productos vienen en camino para continuar tomando prestadas ideas del pasado, es necesario preguntarse hasta qué punto el público no tiene una incidencia fundamental en el asunto. Porque también existen muchas películas con relatos originales que atraen pocos espectadores. Aunque el refrán sentencie que "segundas partes nunca son buenas", parecen resultar tan (o más) tentadoras que las primeras. A veces es más seguro recorrer un camino conocido que adentrarse en el riesgo de disfrutar algo diferente.