La banda charrúa de rock más convocante se presentó el sábado por la noche en el Club Independiente de la ciudad de Neuquén, en el marco de su primera gira por la Patagonia. El recital comenzó alrededor de las 23 y tocó sin parar durante dos horas frente a un gimnasio colmado de gente, en su mayoría adolescentes.
La sinfónica Vela Puerca es sentimiento, y así lo confirmaron en escena.
Con 11 años de trayectoria y tres discos a cuestas, la banda que el mes pasado ofreció tres shows en el Luna Park, quiso averiguar por qué en una zona alejada de otro país, tuvieron que agregar fechas a sus presentaciones. Pero no es de ahora que estos "uruguayos, uruguayos", como les rugía el pueblo futbolero, aparecen en la escena del rock de nuestro país. La Vela Puerca se formó a fines de 1995 y su primer disco fue "Deskarado", que llegó a manos del argentino Gustavo Santaolalla, quien produjo la remezcla del disco y lo relanzó a fines del '99. En el 2001 editaron su segundo disco "De bichos y flores" y luego en el 2004 sacaron a "A contraluz", también producido por Santaolalla, que terminó de consolidarlos en el mercado argentino.
El grupo liderado por su cantante, Sebastián Teysera, que junto a siete músicos mezcla de piratas y clowns, fusiona distintos géneros musicales, desde el rock, reggae, candombe, ska y algo de punk, y muchas otras influencias. Desde el comienzo, el show nació al palo y nunca decayó.
El encendido público bailó y descontroló al ritmo de "Alta magia", "El bandido de Saltodemata", que arrancó uno de los momentos más eufóricos de la noche, al igual que con "Paren hoy", "Vuelan palos", "Pedro" y "A su bola", todos del primer disco "Deskarado", que además, con el corte "Mi semilla" sumó el momento de amor de la noche, bautizado así por su cantante. Luego de "De tal palo, tal astilla" se escuchó "Por dentro" y "Mañana" y finalmente hicieron casi todo "A Contraluz". La ovación llegó cuando hicieron "Llenos de magia", y con "De atar", un saga fina sobre la locura.
Casi rapeando entre penas y dolores, se escuchó "Va a acampar", "Escobas" y "Zafar", con la acidez de una mirada sin anestesia. Así se ha inspirado este manuscrito de crónicas puercas, que de cerca delata los pasos de una sociedad algo perdida, pero según ellos, muy esperanzada. Este último disco es más hablado y comprometido.
En una poesía descarada, las letras apuntan al hueso y no se equivocan, es el caso de "Un frasco", "Dice" y "Claroscuro". Hasta tuvieron ganas de homenajear a Sumo regalando un versión propia de "No tan distintos", uno de los tantos recordados himnos de la banda de Luca. Estos agradecidos uruguayos, que no sólo llenaron de fiesta y calor una fresca noche de invierno, enloquecieron sin límites a los espectadores que encontraron en el barrio, el fulbito y la garra uruguaya en cada estrofa, los fundamentos de esa pasión.