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Queridos Amigos de Río Negro:
John Berger dijo que "si se pudiera dar nombre a todo lo que sucede,
sobrarían las historias. Tal y como son aquí las cosas, la
vida suele superar a nuestro vocabulario. Falta una palabra y entonces hay
que relatar una historia". Mi abuela, que es una gran contadora de
historias, dice algo parecido antes de marcarse un cuento; cuento que aunque
contado una y otra vez siempre parece distinto. Hace once años, tres
meses y 19 días (al 12/3/98) que me encontré en un hotel madrileño
dehaciendo una maleta que apenas cargada testimonialmete, me había
ayudado a llenar mi madre. Me había tenido que subir a ella para
cerrarla y sin embargo, no cargaba en ella nada que me hiciera falta. Aún
todo lo que queda, porque una maleta es incapaz de cargar, todo viaja con
uno.
Llegué a España acompañando a mi marido, tal lo
había prometido (para las buenas y para las malas) que, de profesión
odontólogo, le habían contratado por dos años. "Nos
vamos a Europa" me dijo lleno de emoción cuando comenzó
con los preparativos legales. Nadie se imagina cuando toma la resolución
de cruzar las fronteras todo lo que tendrá que pedalear, luchar y
por todo lo que tendrá que pasar para conseguir un visado, la convalidación
de un título, la tramitación de permisos de residencia y de
trabajo, etc. Sé por amigos y por Pedro, mi esposo, lo que se sufre.
Yo no sufrí nada porque nunca quise quedarme a vivir tan lejos. Cada
vez que mi marido iniciaba un trámite nuevo yo cruzaba los dedos
para que no le saliera. En teoría, tenía más posibilidades
yo con mis deditos cruzados que él con su perseverancia. Pero, mis
dedos no sirvieron para para nada; trámite que inició, trámite
que le salió bien. Eso sí coincidimos con él en que
UROPA o Europa con pronunciación porteña, es nombre que los
argentinos y tal vez los latinoaméricanos en general hemos engordado
un poco. Tenemos una idea muy fantasiosa de lo que es Europa.
Luis Sepúlveda dice que "la felicidad depende de la justa
mezcla de los olvidos". No estoy de acuerdo, soy feliz con mis recuerdos.
Hubo mujeres de colegas de mi esposo que cogieron tal depresión que
debieron volverse sin más. Yo no he sido capaz de deprimirme, no
puedo. Soy muy afortunada, la vida me ha dado dos hijos estupendos, tengo
a los libros, tengo la música, tengo amigos, tengo las cartas, las
maravillosas cartas, los recuerdos...
Mi marido durante años, como se dice aquí, me llevó
p´al huerto Cada vez que le planteaba que regresáramos me convencía
que sólo dos años más y volviamos. Se siente seguro
económicamente. El tiene aquí mucho trabajo, siempre lo tuvo.
Por mi parte hace seis años me incorporé a una ONG pequeña
de ayuda al inmigrante en la que enseño castellano. Tengo muchos
alumnos de senegal, dos chicos polacos, dos señoras francesas y una
chica rusa, un joven italiano, dos de Camerún, tres argelinos y cuatro
marroquíes. Hace dos meses se incorporó un muchacho de Ghana
que llegó al puerto de la Coruña apaleado ya que viajaba como
polizón y al descubrirlo la tripulación del barco le propinó
una paliza memorable. Cada uno de estos señores tendría una
historia distinta que contar. No todas las historias son bonitas. Algunas
son increibles de creer y en algunos casos te preguntas como puede un ser
humano pasar por semejantes ciercuntancias. Algunas tardes llegan a clase
sin ganas de estudiar español, vienen con ganas de hablar, entonces
uno cuenta su historia.
Qué extrañamos? nos proponeis que contemos. El colectivo
de argentinos y uruguayos que hay por estos lares, es evidente que suspiro
por el tango y por el dulce de leche, el suspiro puede convertirse en verdadera
batalla campal si se trata de una caja de alfajores o de una latita de dulce
de batata. Personalmente extraño a las personas que quedaron del
otro lado del charco. Puedo pasar sin mantecol o sin unos chinchulines a
la plancha con ensalada de radicheta, pero me cuesta mucho pasar sin charlar
con mis hermanas, me cuesta mucho no compartir una tarde de domingo con
mis sobrinos, hecho de menos los besos a mis viejos y a mi abuela columpiando
suavemente su cuerpito, sentada sobre su silla con los pies juntitos y las
manos enlazadas contándome una de sus maravillosas historias.
Uf! una historia no se puede contar en diez o en veinte lineas. Hecho
mucho de menos a mis amigos, a mi familia y a mi barrio. No ha pasado un
sólo día sin que me acordase de ellos.
Las cartas, los videos, las fotografías llenan los espacios entre
viaje y viaje. Sin embargo, como advierte Eduardo Galeano, no quisiera engañarme
sumergiéndome en lo que llamamos nostalgia, porque, como él
bien dice: "La nostalgia tan gustosa es, y tan generosamete nos brinda
el calorcito de su refugio, es también tramposa: ¿Cuántas
veces preferimos el pasado que enfrentarnos al presente que nos desafía
y al futuro que nos da miedo? No me engaño, no miro al pasado, veo
y vivo el presente, pero me gustaría compartirlo con mi gente de
siempre.
Noemí Graciela Petronacci Tomé
noemitome@mx3.redestb.es |
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