María Angélica Blatner

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De Roca a Madrid

 
     
     
  No sé si contar mi historia. Sería mejor darle el título de recuerdos y, con esos recuerdos, homenajear a los profesores y maestros de aquellos años que ayudaron tanto, con nuestras necesidades.

Primero a la escuela Nº 86 de Romagnoli, a su directora que, por aquellos años, era la señorita Sogo, mujer de mucho caráter, pero con un gran amor por su profesión, a las hermanas Amanda y Laura Palmieri, a la señorita Gladys (no recuerdo su apellido), y a muchas más. Nos cuidaban y nos comprendían, pues en esos inviernos , después de caminar 5kms. llegábamos con las manos y los pies helados de frío. Recuerdo que nos frotaban las manos y nos arrimaban a la estufa de leña. También el mate cocido con leche del primer recreo, del chocolate para las fiestas patrias, las polentas escasas de carne y de salsa de tomate, siempre me parecieron riquísimas. Desde que me fui de Roca , las pocas veces que he viajado, nunca los visité (estoy en deuda con ese colegio). Quiero que sepan que los recuerdo y los llevo en mi corazón. También a mis compañeros y amigos, a Rosa y Ofelia Montangie, a Beatriz y Mari Rodriguez, Norma Fabres, a los Natalini, al Ruso,Chiquito Banacloy y a una gran amiga de todos nosotros: Fumiyo Takahashi, que emigró en los años 60, por cosas de la vida. Perdi su dirección de Brasil y nunca más supimos de ella.

Luego llegó el colegio secundario. Lo hice en la ENET Nº 2 Profesional de Mujeres. También allí tuve grandes profesoras, mujeres maravillosas, ¡si ellas supieran todo lo que me enseñaron, todo lo que pude cosechar de ellas! Me ayudaron y me salvaron a la hora de encontrar trabajo.
Salí de Roca el 14 de septiembre de 1973. Siempre recuerdo la luz del tren, que cada vez se hacía mas grande, eso significaba que a medida que se acercaba el tren, me quedaba menos tiempo en mi Roca querido. Me acuerdo que viajamos en clase única, cuánto lloré en aquel bendito tren, abrazada a mi pequeño hijo que sólo tenía tres añitos. Para él todo era un juego.

Al llegar a Buenos Aires, lo típico: una pobre provinciana inexperta, con 22años, que se golpeó mucho y aprendió mucho, que también supo lo que es pasar hambre.

Al no irme bien las cosas alli, me fui a la ciudad de LA PLATA con mi niño. Por intermedio de Cáritas encontré trabajo de sirvienta con cama en la casa de una mujer estupenda , que tenía y tiene un hijo con distrofia muscular. Fausto, mi querido Fausto, tenía 4 añitos, y siempre me preguntaba "¿Angélica, cuándo se curaran mis piernas?". Hoy es un gran abogado y con mi hijo Alejandro son como hermanos . En mi afán de superarme llegué a trabajar unos 6 años en una clínica psiquíatrica como encargada del personal y de la facturación.

Un día conocí a mi hombre, mi compañero, con el que tuve dos hijos mas: Matìas y Laura. Matias nació en La Plata, y Laura en El Escorial, una localidad muy bonita en las afueras de Madrid.

Antes de nacer Laura, estuvimos trabajando en Canarias, en la isla de Tenerife, en un club hípico, mi marido con los caballos de salto y yo como cocinera. Por eso les contaba todo lo que había aprendido en la ENET Nº 2. Recuerdo que en Tenerife hicimos un asado para 400 personas, eso fue lo más grande que hemos hecho, la gente le sacaba fotos a las parrillas llenas de chorizos, a los corderos asados en cruz. Pudimos conseguir un costillar entero, eso fue grandioso. A mi marido lo felicitaban. Y aquel pequeñito que me acompañó en aquel primer viaje , ya casi un hombre, hacía de camarero junto con otros chicos canarios.

Mi hijo Alejandro se me quedó en el camino. Echó raíces en Tenerife y hoy es un hombre de 29 años, casado, con un hijo de 5años que se llama Oscar Nahuel, su mujer, a la que cariñosamente le decimos nena. Alejandro ya no trabaja de camarero, tiene su propio negocio, su coche y su propia casita.

Nosotros ahora estamos en Madrid, paradojas de la vida, en el campo, donde se crían caballos de carrera. Yo trabajo como jardinera y los fines de semana cocino para mis jefes a los que, dicho sea de paso, les gustan mucho mis canelones, los asados, el chimichurri, y los panqueques con dulce de leche. Para las navidades les suelo hacer alfajores de maizena. Este campo no es como el que me crié: aquí tenemos fax, teléfono, buena calefacción y hasta si me apuras lavavajillas, tampoco camino kms. Ni ando helada de frío, pues tengo mi propio coche. Mis hijos van a un buen colegio, también les enseñan idiomas, todo para ellos , para que sus caminos no sean tan difíciles como el de su madre.

Aquí está llegando la primavera. Siempre recuerdo el perfume de los manzanos en flor, el olor a tierra mojada. Quiero mucho a mi tierra, pero allá por mas que me empeñara sólo tenía poco sueldo y mucho trabajo.
No quiero dejar de lado a mi madre, doña Laura, mujer trabajadora y luchadora, también a mi padre , que se fue una mañana muy temprano, dejándonos una gran tristeza y un gran va`ío, muy amigo de sus amigos.
A mis hermanos Juan Carlos, Mabel, Pedro y R AQUEL, a mis cuñadas y cuñados, que siguen apostando por el país, ellos si tienen mérito, no yo, por eso mi recuerdo a todos los roquenses queridos y decirles que siempre los llevo en mi corazón. A ustedes, diario RIO NEGRO mi agradecimiento eterno. Los seguiré leyendo siempre que pueda , un abrazo .

MARIA ANGELICA BLATNER.