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Un nuevo aporte de nuestro "trotamundos" Luis Rey:
Llega apurado pero llega, deja el auto apenas estacionado en el lugar correcto, se baja rápidamente cerrando la puerta con el control por arriba del hombro dándole la espalda al auto mientras camina rápidamente, espera ansioso que pase un auto que busca estacionamiento y sigue su carrera, esquiva gente en la entrada, hace una sinuosa pirueta para esquivar un carrito de supermercado lleno de bolsas que sobresalen de el impidiendo ver quién empuja semejante carga, pasa muy cerca de la boca de un caniche movedizo que es llevado por una mujer algo entrada en años que a su ves lleva a su boca un cucurucho de helado semiderretido, sube los primeros escalones rápidamente, abre la puerta de vidrio templado ingresa y siente el calor proveniente del interior, no se detiene, mira de reojo el reloj colgado en la pared gira la cabeza y mira el cartel electrónico que indica el horario de comienzo, le quedan unos minutos, se para detrás de una pareja que está parada detrás de una familia , mira insistentemente al mostrador, la familia avanza y la pareja se queda en el lugar, el beso que se dan es muy romántico y el no los puede interrumpir a pesar de su ansiedad, espera.
En unos segundos el beso termina, la pareja se adelanta y ya casi no quedan obstáculos, se saca la campera mientras mete una mano en el bolsillo, se despeja el mostrador y avanza, saca plata de su bolsillo mientras elige, paga, camina nuevamente hacia otra pequeña cola, se detiene y vuelve a mirar, piensa en ir al baño pero desiste por que la cola avanza, se acomoda y finalmente llega a la entrada, lo acomodan justo en el momento en que las luces comienzan a apagarse y el volumen en los parlantes sube, la luz maravillosa e inconfundible ilumina ese espacio sagrado, la silla se transforma en un sillón, el ambiente en si es una caricia suave y estimulante que no lo abandona, ya casi no hay nada que lo distraiga, se alejan los pensamientos que lo incomodan y todo es armonioso y fuerte, pasa el tiempo sin que se de cuenta y en un momento anunciado las luces de la sala se encienden nuevamente mientras en la pantalla pasan los títulos, tarda unos minutos en ponerse de pie y salir.
La sonrisa es ancha, camina más tranquilo mientras los sonidos y las imágenes dan vueltas en su cabeza y la instantánea sensación del regocijo se apodera de el, nuevamente como cada vez que entra a una sala y participa de ese rito “maravilloso” e insustituible de ver una película, de estar sentado allí de correr para llegar a horario de saber que saldrá de allí reconstituido, reflexivo, alegre, enojado, triste o simplemente distraído…en fin saldrá con algún sentimiento que no pasará inadvertido que volverá a hacerlo una y mil veces y volverá a sentir intensamente alguna emoción…algo tan particular , sabe el, solo lo logra el “cine”.
Es una realidad inocultable, ir al cine es algo muy difícil de igualar por eso es que cada jueves participar de un estreno es una fiesta, por suerte tenemos una fiesta cada semana, por suerte y principalmente por todos los soñadores que siguen poniendo su alma en este oficio maravilloso de hacer cine…que alegría. |
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