No hay nada como la práctica. Podrás leer 100 libros, pero hasta que no se toma una cámara, se piensa una historia y se monta el resultado, uno no sabe nada de cine. También daría como primer consejo participar de talleres o directamente inscribirse en una escuela de cine. Pero si hay algo que une a amateurs, estudiantes y recibidos de escuelas de cine es la falta de material teórico en un solo lugar. Y partiendo de esa base MI amigo el "Grosso" armó un foro web que funciona como una especie de "repositorio" donde todo aquel que cuente con información sobre cine pueda dejarla para que toda la comunidad interesada pueda acceder de manera gratuita. Material teórico desde el guión hasta información técnica de un vectorscopio, desde iluminación hasta montaje y un largo etc. muy útil. Si estás buscando textos que ayuden a tus conocimientos, o tenés algunos textos digitales que puedan ser de interés, no dejes de visitar CINEMA VIRTUAL. El foro donde todos los cinéfilos tendríamos que ser socios. Y larga vida al cine!!

LINK A CINEMA VIRTUAL

Muchas veces es difícil escribir sobre algo en lo que uno está muy involucrado. Sobre el Festival de cine y video "IMAGENES DE LA PATAGONIA" que desde hace 7 años organizamos con A.R.A.N. es uno de esos casos. Pero las miradas externas siempre ayudan a poner un poco más en perspectiva la situación. A la hora de hacer un balance, los que soñamos con este proyecto cuando nadie confiaba en que se haga realidad, nos mezclamos entre la euforia que significa el creciente éxito desde distintos puntos de vista que tiene el festival y la bronca por la desidia de quienes deben tomarlo por obligación como un proyecto ante todo cultural para nuestra ciudad y provincia.

De todas formas, en A.R.A.N. siempre pensamos en CONSTRUIR en lugar de decir que lo que estaba era una porquería. Siempre antepusimos el hacer al quejarnos. Y en gran parte eso es lo que somos hoy. Una institución respetada a nivel local, nacional y hasta internacional por las giras que el festival ha hecho por latinoamérica, Roma y Slovenia. Sólo demostrar que con trabajo es posible crecer, es el concepto que llevamos como bandera.

Hoy, iniciando el 2008 con muchos sueños cinematográficos, estamos ante una posibilidad histórica. El Festival puede dar un salto de calidad impensado hace unos años atrás y conseguir para nuestra región un evento cultural que puede cimentar las bases para lo que tanto añoramos como objetivo: ser un punto de referencia para el cine nacional en un lugar tan alejado de los centros importantes de producción hasta aquí. Este proyecto es el "Semillero de Talentos" del Programa País del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA).

Esto generó una nota hecha por Florencia Lazzaletta en el diario Río Negro del Viernes 4 de Enero. Y creo que es otra perspectiva muy útil.

Tengo ganas de hacer entrevistas en este Blog, aunque sea casi contrario a la idea de un Blog personalista. Pero como dije al principio, otras miradas mejoran nuestra perspectiva. Y la reflexión y el debate son bienes que no abundadn por estas tierras.

Sería muy interesante que quienes pasan por este humilde blog dejen en los comentarios su opinión al respecto: ¿Es útil invertir en cultura? ¿Es el semillero de talentos una buena oportunidad para la región?, etc, etc, etc.

Finalmente, para cerrar esta inútil "minideclaración de principios", espero (como parte involucrada), que aquellos que no son parte del mundo del cine pero tengan la posibilidad de crear mecanismos para que el semillero desembarque en nuestra región, sepa dimensionar el valor artístico, cultural, histórico y turístico que un evento de este tipo puede lograr en esta parte del país. Y sobre todo, mirando a futuro, lo que puede generar como espacio de creación audiovisual de aquí en adelante.

Casi al final, cuando la noche ya pedía película en la cama, me acuerdo que hace 112 años se proyectaba por primera vez en la historia una película con público asistente. El cinematógrafo de los hermanos Lumiere de Francia hacía su aparición en el grand Café de París. Si bien, cuando me acuerdo de los hermanos más famosos de la historia del cine, inmediatamente pienso en su falta de visión artística y le agradezco al cielo que George Meliés los despertara, no puedo negar su innegable papel en la historia del cine. El "aparato mágico" lo inventaron ellos. Y para rendirles un merecido homenaje les habilito algunos videos que gracias a internet hoy tenemos al alcance de la vista. Cuando hace 10 años empezaba a estudiar historia del cine, de "La Salida de la fábrica" (la primera película de la historia), solo veíamos fotogramas en un libro. Hoy en YouTube podemos encontrar milagros. Por lo tanto les dejo la película que se proyectara en París aquel 28 de Diciembre de 1.895 y algunas más de estos hermanos que cambiaron el mundo tal y como lo conocemos:

Las primeras filmaciones realizadas con el "Cinematógrafo" eran netamente documentales. Una muestra científica de lo que la fotografía tomada varias veces por segundo podía causar como ilusión de movimiento

Se podría decir que fué la primera "película de Acción" (esto es muy personal) ya que el público temió por su seguridad al ver un tren que venía de frente. Tengamos en cuenta que hasta ese momento el cine no existía (¿podemos imaginarnos eso?). También es considerado un documental. Los Hermanos Lumiere tomaban distintos motivos en movimiento de la vida parisina para mostrarlas luego en las funciones del Café.

"El Regador regado"

Esta sí ya es considerada la primera Comedia de la historia del cine.

Hay algunas más pero estas son las más representativas. Espero que las disfruten dimensionando el valor de las mismas. Además de gozar con la posibilidad del rápido acceso. Párrafo aparte para Melies a quien ya recordaremos.

Si señores, desde hace unos días, este Blog forma parte de los Blogs de la versiòn On-Line del Diario más reconocido de la Patagonia. La primera pregunta que les surga seguramente será ¿Y por qué dos veces lo mismo?. Yo también me lo pregunto, pero me pongo en acción y veremos cosas en la versión del Blog que no veremos aquí y viceversa.

Lo importante es que la conducción del diario ha agregado un espacio de difusión, no sólo del séptimo arte, sino también (y sobre todo), del trabajo que hacen los realizadores locales para lograr que sus producciones sean vistas. Seguramente el trabajo colectivo de escritura de varios realizadores que tengo pensado para este blog pase solamente por el Blog y los estrenos en nuestra ciudad los iré actualizando en la versión del diario. Por lo pronto, me queda agradecer públicamente a cinco personas que hicieron de esto una realidad: a Vero, siempre hace falta el puntapié inicial (aunque sea en las "pompis"), a Lucas G. por creer, a Andrea M. por confiar, a Italo P. por su pulgar hacia arriba y a Mauricio R. por darle de alta. Para darse una vuelta por la otra versión de este Blog sólo tienen que ir a "Vientos de Cine"
Lo importante es que en nuestra región corren Vientos de Cine y parece que cada vez más fuertes.

Es uno de los socios Honorarios de A.R.A.N. junto a Lorenzo Kelly, y el Sábado 1 de Diciembre del presente año nos dejó sin películas. Carlos Procopiuk es sin ningún tipo de lugar a dudas uno de los dos pioneros que abrieron el camino para que se haga cine en la Patagonia. Seguramente haremos alguna referencia a su biofilmografía, pero por lo pronto, me parece interesante publicar un texto del escritor neuquino y socio de A.R.A.N. Daniel Guariglia con motivo de la proyección homenaje a realizarse hoy a las 20:30 en la Universidad Nacional del Comahue.

EL HOMBRE DE LA CÁMARA

La araña, enorme, de gordas y velludas patas se veía negra en el televisor monocromático, amenazante y resuelta sobre el asfalto. Era verano, o estábamos llegando, así que el efecto óptico sobre la cinta oscura mantenía en un suspenso rugoso al bicho, que avanzaba hacia nosotros diluyendo el paisaje detrás de ella, en la bruma transparente que subía al cielo. De pronto, en el ardor de ese asfalto y a lo lejos, una masa sin forma definida pero en movimiento enérgico, cimbreante, comenzaba a hacerse notoria y crecía sobre el fondo, detrás del vapor; la araña seguía avanzando y la cámara se movía despacio hacia arriba a medida que la informidad del fondo y ella se acercaban, para captarlo todo. Entonces sucedía la magia: la bruma se esfumaba, la masa informe era un pelotón de ciclistas a toda velocidad y en plena lucha, acercándose sin vacilar por la cinta negra. En segundos las siluetas de los corredores tenían contornos claros, contundentes, y la araña seguía ahí, caminando como si nada hasta que ya fue posible ver los rostros de los corredores, llenos de sudor y entrega. Tal vez por el rumor de ruedas sobre el asfalto que avanzaban hacia ella, el pobre bicho que ahora lo hacen papilla pensaba uno en cuestión de décimas, se encogía como un ovillo mientras la imagen, confusa, polvorienta y vertiginosa ante el paso del pelotón hacia del orden caos o viceversa.

La cámara, el hombre de la cámara, mejor dicho, no siguió hacia la derecha el paso de los competidores. Se quedó en el asfalto con el cañadón de las bardas de fondo y la bolita negra, inofensiva ahora, en la parte inferior del cuadro que, de pronto, conjurada la amenaza, con lentitud se desenrolló, recuperó el horizonte y dando un ligero sacudón, retomó la marcha. No había música sino la voz medio estentórea de un relator; no había colores porque en nuestra infancia -y más acá aún- la televisión era en blanco y negro. Y aunque no se quiera creer no se trataba de la escena de una película, sino de un noticiero del viejo canal siete de Neuquén que informaba sobre las instancias de aquella Vuelta del Valle, una de las grandes pruebas del ciclismo argentino. El hombre de la cámara quería además informarnos sobre las habilidades de ciertas especies para sobrevivir al paso arrollador de la especie humana. Quizás no lo pensó así y es seguro que mi mente infantil tampoco lo registró de ese modo entonces, aunque sí recuerdo haberme quedado embelesado ante la pantalla en la casa del viejo Liberato, con los otros pibes del barrio, mudos y expectantes como yo. Tanto como para que después de cuarenta años la escena me explique en la memoria mi pasión por ver buenas películas, que también se fue formando en las matinés de sábado del viejo Cine Belgrano de Neuquén de la década del sesenta y en las noches de suspenso y de terror del Cine Español en los primeros años de la década del setenta.

Hace unos días, esa escena volvió a mi memoria una vez más, montándose, superponiéndose a la película que ese domingo proyectábamos en La Conrado, horas después de saber de la muerte de Carlos Procopiuk. Porque esa imagen genial, digna de un film de suspenso, excedida de un noticiero, nos llegó al fondo del cerebro en un informe de esos que entonces hacía ese entrañable dúo que formaba con Lorenzo Kelly. Los que hacen noticieros dirán que es imposible que esta imagen haya ocurrido tal como la cuento, dado el vértigo y la necesidad de síntesis -algunos le llaman síntesis al amarretismo comercial de la TV- que requiere el formato de las notas. Aunque deberán concederme que eran otros tiempos, que la tele recién nos llegaba a este valle polvoroso y seco, y que Kelly-Procopiuk tenían una libertad insólita porque todo estaba por hacerse y eso era lo que ellos hacían entonces: inventar, crear, modelar, como si todo fuera nuevo. Ellos eran capaces, los que los mandaban sólo sabían de números, lucro y cero riesgo.

Lorenzo y Carlos, que para todos eran nada más que Kelly-Procopiuk, los magos locos de la cámara, los bichos raros, tan inquietantes como una araña pollito andando al calor del mediodía en la cinta asfáltica de una vieja ruta, sea en una carrera de bicis o de autos, sea en una huelga de obreros de la construcción o en una de las llamadas fiestas patrias, signaron nuestras vidas de cachorros de la meseta, pintando la aldea en su rigor universal, ese de la especie humana y sus alrededores. Éramos entonces esos niños que revoleteaban como pájaros molestos detrás de la cámara empavonada, porque queríamos saber qué cosa era esa magia y ellos eran esos dos tipos apurados y parcos, secos y tajantes en la defensa de sus equipos, tiernos en su mirada, activistas de la imagen que, al fin y al cabo iba a revelar casi todo, lo que ellos y nosotros -nuestros padres, nuestras madres- hacíamos y pensábamos. Después, cuando crecimos un poco, supimos que no eran magos, ni locos, sino incansables trabajadores, que pasaban horas editando esos minutos de noticiero, filmados en 16 mm. y luego proyectados sobre una pared para emitir la imagen de TV. De verdad, una conducta de locos apasionados, que debería ruborizar a quienes algunas veces nos quejamos de las dificultades para producir videos en esta época de increíble avance tecnológico.

Juntos, Carlos y Lorenzo realizaron casi sesenta películas; luego, desde hace casi quince años, cada uno por su lado siguieron produciendo y trabajando, enseñando a otros, sembrando una nueva generación de videastas ayudados por las nuevas posibilidades que desarrolló la técnica. Carlos Propocopiuk puso su ojo en la simpleza de los pobladores de nuestra región, en sus historias y en los paisajes geográficos y humanos más hermosos, con sencillez y energía desbordantes. Nos da bronca que haya muerto por no llevar el apunte a los médicos, porque hubiéramos querido tenerlo unos años más dando vueltas con su cámara por estos lados. Pero cuando muere alguien honrado, un hombre digno, el enojo es momentáneo. La tristeza también. Porque puede uno recordar esa bella araña pollito caminado terca por el asfalto, verlo a Proco detrás del ocular de la cámara, bajo el sol rajante, con una sonrisa de lado a lado y el cuerpo flaco arqueado, como un cazador satisfecho, un cazador sin balas ni dardos. Y la alegría de ese momento lejano en la infancia, se hace vida y espanta al dolor de la ausencia, se lleva lejos la muerte y nos devuelve un poco la mirada sincera de ese hombre, de nuestro querido hombre de la cámara.

7 de Diciembre de 2007

Daniel Guariglia