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TAN DISTINTAS ELLAS, TAN PARECIDAS
Por Juan Francisco Nieva
Mirta Bichara y Ruth Villegas son dos mujeres que rondan el medio siglo de vida y mantienen una gran amistad desde hace más de tres décadas.
Se conocieron a los diecisiete años en el Colegio Normal de General Roca, así comenzó esta amistad.
Son dos personas totalmente diferentes que lograron complementarse. Ruth es tranquila y serena, Mirta es temperamental e impulsiva.
Recuerdan de su época escolar las tardes compartidas, mezclando tareas con confidencias y complicidades.
Dice Ruth: Si bien no nos visitamos asiduamente, sabemos que existe una persona que nos va a brindar su apoyo incondicional en los momentos difíciles.
Agrega: Es amigo el que está cuando lo necesitamos y no pide explicaciones ni juzga nuestras acciones.
Dice Mirta: Cada una de nosotras dejó ser a la otra como era. Recuerdo, por ejemplo, que Ruth tenía por costumbre llegar tarde al Colegio. Yo la cargaba y hasta le cantaba letras relacionadas con su impuntualidad. Ahora me avergüenzo porque era una pesada, pero jamás vi en Ruth ni siquiera un gesto de fastidio. Era supertolerante. Cuando terminamos la secundaria no nos vimos por un tiempo. Ella trabajaba en estadísticas y yo en la Policía de Río Negro. Poco después nos juntamos en el Instituto del Profesorado de Enseñanza Primaria. Compartimos el mismo banco, las mismas tareas. Posteriormente, formamos nuestras propias familias y, si bien no nos visitamos con frecuencia, siempre estamos recordándonos, y en los momentos difíciles que tuvimos que pasar, cada una recibió de la otra su apoyo y su compañía.
A esta altura de su relato, Mirta dejó escapar unas lágrimas, propias de su temperamento.
Estas amigas nos reflejan una amistad duradera que nació en su juventud y se consolidó a través del tiempo.
No están todo el día juntas, pero cuando se encuentran, sus miradas expresan la alegría de privilegiar la calidad por sobre la cantidad de momentos compartidos.
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