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30 » Sep 2009 |
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Carta de un preso, de Alida Gómez de la Vega |
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Amigo querido:
En este tiempo las cosas me saben diferente y toman importancia las que antes pasaban por desapercibidas y uno recobra valor para decir lo que siente. Total, peor de lo que estás pensando, no vas a pensar.
Entre los hombres no es común decirse cosas afectivas. Pero hoy lo necesito.
Acá todo es demasiado duro, no se puede describir, en realidad. Solo puedo decirte que hace un mes que estoy acá y todavía no me he atrevido a ir a las duchas. Pero ya me he decidido y mañana con el llamado voy a ir. Tengo miedo, mucho miedo.
Todo en este lugar parece distinto, el lenguaje, los códigos, los gestos. Nada parecido a nada.
Por las noches duermo de a ratos y me despierto sobresaltado con los puños apretados y dirijo las miradas en forma urgente hacia las camas, para ver si siguen todas ocupadas, porque si hay vacías no se sabe lo que puede pasar y menos si uno ha de ser el blanco del ataque esta vez.
Durante el día, la mayor parte la paso sentado en un rincón apartado sin hablar. El miedo no me permite decir palabra.
Te escribo porque sé que sos un amigo de esos, porque sé que de vuelta he de recibir una respuesta afectuosa, de estímulo.
Aunque también sé que no lo merezco. Te imagino, aunque no me lo has dicho nunca, que estás avergonzado de mí. Sí, lo sé, hice mal y tampoco es excusa el no haber podido soportar su rechazo, pero cómo pude?, no sé.
Ahora, nada. Está muerta. ¿Me crees si te digo que no recuerdo bien cómo fue todo?. No, no me hago el loco, esto ya es una locura. Pero en realidad no lo recuerdo todo bien.
Perdoname amigo de arrastrarte hasta esta locura, hasta esta ignominia. Pero cuento con vos, más no sea para escribirte sin respuesta, el día que te canses.
Aníbal
PD: ¿Habré actuado como un psicópata? |
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Categoría : QUE VUELVAN LAS CARTAS | Comentarios [1]
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Carta de un preso |
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Por : Fernando Gonzalez Carey | 21 » Oct 2009 | 06:38 pm | Email
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Alida Gomez de la Vega
No nos conocemos, pero tu carta me tocó. Me imagino al destinatario, el hijo, luchando por llegar al fin del escrito y no pudiendo en cada intento. ¿Viste cuando uno hace pucheros y no quiere largar nada? Eso lograste en tus lectores.
Por eso te felicito y te animo a seguir escribiendo cosas de la vida, cosas nomás. Con eso es suficiente para recrearla y hacer que vuele y reconquiste su antiguo vigor. |
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