|
Por Alida Gómez de la Vega
Y así es así, Marais, estoy de acuerdo. Qué podemos esperar que los demás hagan si nosotros somos los que estamos equivocados también, sí, nosotros , cada uno de nosotros.
Podemos hablar con palabras rimbombantes que suenen como discursos en romántica crítica a todo un sistema, pero, en realidad, ¿qué pasa dentro de nuestros corazones? Y cuánto de lo que hay en nuestros corazones no es semilla de lo que criticamos.
¿Qué hacemos cada día para evitar que el mundo no siga como está?
A cada momento prestamos nuestro oído para escuchar de la boca de otros, comentarios disvaliosos de personas ausentes. Los manipuladores que los usan saben que los chismes están vivos porque la gente cree en ellos. Y si pensamos que nunca los decimos pues les digo que es tan culpable el que lo compra como el que lo vende. Nuestro oído es tan o más responsable que la boca del otro que inició el rumor, porque el chisme es siempre grupal.
Por eso no podemos esperar algo distinto,. Tienes razón Marais, porque desde nuestro pequeño lugar damos origen y permitimos que crezcan estas palabras que solo dañan.
Y más aún, cuántas veces hemos dicho yo no me meto porque no es mi problema y volteamos la cabeza al dolor o a la necesidad ajena, total nosotros zafamos.
Cuántas veces hemos discutido tontamente o tenido actitudes con el vecino o el compañero de trabajo procurándole malestar sabiendo que le dañamos y ni por eso nos detenemos.
La hiel de nuestros corazones es más fuerte que el deber ser que nos enseñaron.
No es suficiente sentir pesar por el dolor o la necesidad ajena. Algo debemos hacer y no esperar que otro lo haga
Si acá en esta pequeña comunidad o en estos pequeños grupos no podemos solucionar estos pequeños problemas, y sembramos rumores, rencores, rivalidades y no respetamos a los demás con nuestra indiferencia, no pretendamos que los que tienen poder hagan otra cosa que reiterar nuestra conducta ;pero a otros niveles que el manejo del poder les permite o facilita
Si nosotros no podemos con nuestras pasiones, ¿por qué pretendemos que los demás lo hagan?
La corrupción no están en aquellos a los que llamamos los grandes, (funcionarios, políticos, etc…) está en nuestros corazones indómitos de poder que se manifiesta a través de lograr liderazgos fútiles aún a costa de mentiras, en solidarizarse con el chismoso y no esperar que nuestra propia experiencia nos guie, y que se manifiesta también en la indiferencia por la necesidad y el dolor del otro.
Pero todos dormimos tranquilos en la creencia de que soy una buena persona, que no le he hecho mal a nadie.
La tibieza es el mayor de los pecados y es fruto de cobardes.
Es verdad Marais, no tenemos derecho a esperar algo distinto de los demás. |
|