|
Por Alida Gómez de la Vega
PALABRAS.
No me digas: “Me heriste”. Decime en tal caso: “Me sentí herido por lo que hiciste, por tus palabras……. Solo entonces podremos considerarlo. No me digas cómo soy, decime que actitudes pueden molestarte o pudieron hacerlo. Iniciemos esta charla desde el que habla, no desde aquel al que le hablamos.
Puede ser bien cierto que yo no te haya herido, que hayas sido vos el que interpretaste algo que hice o dije de tal forma que te sentiste herido.
Asumirse, responsabilizarse por uno mismo importa también asumir nuestros sentimientos y no pensar que el otro los provoca. Somos responsables de nosotros, de nuestros actos y lo que sentimos. Esto lo podemos cambiar a partir de que cambiemos los pensamientos. Esta es una buena clave.
Ejemplo. Recuerdo a alguien con quien compartí parte de mi vida, un amigo, un familiar, una pareja. Estamos ya distanciados por diferencias. Si pienso en las buenas épocas, solo buenos sentimientos me inundarán, siento que vuelvo a amar como el primer día, el recuerdo es placentero y los sentimientos que produce también. Si pienso en los disgustos que motivaron nuestra distancia, lo que siento cambia y llego hasta al odio.
Cambia tus pensamientos y cambiarán tus sentimientos. Hazte cargo de ésto y no responsabilices a los demás de los mismos.
Cada uno tiene un motivo para hacer o decir y tú los desconoces hasta que emprendes una conversación adulta, abriendo la mente para escuchar y comprender, y no solo oir con los oídos.
Las palabras nos esclavizan. Alguien ha dicho que solo somos dueños del silencio. Es verdad, lástima que éste y la reserva son estigmas que se adquieren en el dolor..
Tú eliges cuándo hablar, pero hazlo solo desde ti mismo. No me digas lo que hice o dejé de hacer, sólo cuéntame lo que sientes después de mis acciones.
Las palabras de los otros no nos definen ni nos describen. Somos lo que nosotros decimos de nosotros mismos porque la gente tiene tendencia a creer en las palabras, caso contrario no habría chismosos. También somos lo que nos permitimos creer de las palabras que dicen los demás acerca de nosotros.
Si repito y repito hasta el cansancio que soy sincero lo seré, lo soy. Si creo lo que alguien ha dicho o sigue diciendo en el sentido de que soy mentiroso, al final lo seré. El poder de las palabras.
La lengua es un miembro pequeño pero se jacta de grandes cosas Toda bestia ha sido domada por el hombre, pero éste no puede domar a su propia lengua, con ella bendecimos y maldecimos…acaso una fuente echa por la misma abertura agua dulce y agua salada? El que frene su lengua dominará toda su vida. (Stgo. 3)
Con palabras anuncia que te haces cargo de ti mismo y de lo que piensas y sientes. No es fácil y cuando aprendas ayúdame a alcanzar lo que ya has logrado.
FELICIDAD:
Según la vigésimo segunda edición del Diccionario de la Lengua Española, -versión informática-, de la Real Academia Española, la felicidad es: Satisfacción, gusto, contento. Mira qué sencillo, por qué entonces nos cuesta tanto ser feliz?
Pues nada más ni nada menos que porque creemos que la felicidad es un estado permanente al que se aborda y en éste se permanece para siempre.
Pero al leer la definición nada nos dice de aquello. Al contrario tiene un claro tinte efímero y éste se profundiza cuando buscamos en la misma edición del mataburros de tan gloriosa institución, los términos usados para dar la definición misma de la palabra felicidad. Así aparecen otras de idéntico corte, tales como deleite, alegría, placer.
Ah! No, pero la civilización occidental y cristiana le ha agregado una connotación tan inaccesible que siempre decimos que nunca llegamos a ser felices (valgan los antónimos sucesivos)
Seguramente esta versión del significado de la palabra fue otorgada por un Ogro celta enojadísimo porque la princesa de la que estaba enamorado se casó con el príncipe azul (otra mentira, dicho sea de paso)
O quizás porque el SENASA, prohibió el consumo de carnes no reglamentadas y fiscalizadas por el organismo y no se pueden comer más perdices.
Probablemente porque el Lobo Feroz se confundió y se comió a la abuela en vez de a Caperucita y proyectó su frustración y nos amargó la vida con la nueva interpretación del término.
En fin, hasta ahora los historiadores no han podido descular el origen de esta metamorfosis genética de la palabra.
Pero que nos jode, nos jode y jode a las generaciones futuras porque ahí andamos, tras las versiones idílicas de este estado al que queremos arribar y chacate siempre hay algo que nos pincha el globo. Y le enseñamos a los nenes y a las nenas que jamás podremos llegar a ser felices totalmente…..chan, chan final de tango…..
Resignados a esta melancolía de arrabal porteño pululamos por los lugares más insólitos hasta que una Hada Madrina un día nos dice:
Pero no che si la felicidad es un camino no una meta. Te querés matar. Te preguntas cuantos momentos agradables, felices, alegres y gustosos te habrás perdido andando en ese camino pateando piedras que no te habías dado cuenta que eran trocitos de felicidad y los pateaste con fuerza y los sacaste del camino creyendo que te dificultaban llegar a la meta.
Si la felicidad no es más que ese toquito de piedritas redonditas, los canto rodados que le dicen viste?, que pisas a cada rato, que al mojarlos se ven más lindos y vos creyendo que tenías que llegar al cielo y encontrar la estrella dorada. La pucha!!!!, si serás!!
Vos creés en los Reyes Magos
Mirate, tocate, reconocete, amate, acaríciate, decite cosas lindas, acepta que no eres perfecto pero si perfectible, sabe pedir y dar en el momento preciso, recordá que sos una pieza única, y vas a ver qué feliz serás, y todos alrededor tuyo estarán mejor compartiendo esa felicidad que te supiste dar cada día y que les regalaste justamente hoy.
La felicidad es un bosque grande, pero para verlo tenés que darte cuenta que está lleno de árboles pequeños que lo forman.
¿Te gustó la metáfora?
Chau, no te salgas del camino.- |
|