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Las paredes ennegrecidas por la humedad, el cielo raso descascarado, el piso de cemento, una pequeña ventanita de cuatro vidrios que permite la entrada de un haz de luz iluminando un rostro juvenil, perdido entre dos manos que lo aprietan como queriendo esconder su dolor.
Está sentado en la dura cama de material .El ruido de las puertas de rejas manipuladas con firmeza por los guardias, lo sacan de su somnolencia. Observa sobre una banqueta el papel blanco con el cual su madre había envuelto la torta que para él, preparó con todo su amor.
Toma un pequeño lápiz del bolsillo de su camisa, con su pie derecho engancha la pata del banco y lo arrastra a su lado. El papel está sucio con manteca, pero no importa, sus palabras escritas cubrirán las manchas que lo afean.
Querida Mamá:
Hoy cuando me visitaste ví en tus ojos la tristeza que inunda tu corazón. “Madre, debes estar feliz”, porque en este lugar tu hijo ve todo lo que no vió cuando estaba a tu lado.
Al despertar, antes de abrir los ojos, veo la mesa preparada para el desayuno, el café con leche humeante en la taza de loza que me trajiste cuando hiciste el viaje a Cataratas, las rodajas de pan con manteca y dulce de durazno, hecho por vos; me levanto y tomo el mate cocido en un jarro de aluminio, pero con aquella imagen que me brindabas.
Estiro las sábanas gastadas y percudidas, pero son aquellas con los dibujos y colores de mi cuadro preferido, que con mucha prolijidad lavabas y planchabas.
Llega el asistente con el plato de comida y son tus manos hacendosas, ofreciéndome el mejor menú de un chef.
Salgo al recreo y tengo ante mí tu jardín lleno de flores, allí estás sacando las hojitas secas para que no afeen el parque.
En la pequeñez de este oscuro e insoportable refugio, aprecio mi habitación llena de luz, las ventanas abiertas y los pájaros cruzando curiosos, como si quisieran verte arrodillada lustrando mi piso flotante.
“No estés triste Mamita”, estoy admirando todo lo que no ví cuando tú me lo brindabas, pronto estaré a tu lado, ya sin las vendas. Esta cirugía es muy dolorosa pero me devolverá la luz que perdieron mis ojos hace mucho tiempo.
Te quiero Madre Mía.
Juan Carlos |
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