18 » Apr 2024
Diario Río Negro
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Editor Responsable
Carlos Torrengo
 
  10 » Jan 2009
¿Qué hubiera pasado si…? Historia argentina contrafáctica
  ¿Que hubiese pasado si Rosas triunfaba en Caseros, si Paraguay hubiese ganado la guerra de la triple alianza o si Perón resistía en 1955 a la revolución Libertadora? Son algunas de las preguntas que se hace el autor de esta obra, Rosendo Fraga, y que Carlos Torrengo te invita a leer. ¡Escuchálo!

 
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  12 » Dec 2008
“La logia de Cádiz” de Jorge Fernández Díaz
  Desde este espacio te invito a leer esta obra que ficciona el grueso de la vida de José de San Martín en España. Una prosa llana, directa y sugestiva donde emerge con fuerza el perfil militar del prócer. ¡Escuchalo!

 
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  03 » May 2008
¿Por qué este blog?
  A igual que Paul Valery, mi amigo Claudio Andrade sostiene que hay preguntas que se anulan en si mismo en tanto que la razón que las motiva se definen en el acto mismo que las provoca.
En otros términos: Me estampo en el mundo de los blog porque quiero estamparme en mundo de los blog. No hay lectura intermedia Si no quisiera estamparme en el mundo de los blog no me estamparía en el mundo de los blog.
Pero mi amigo Claudio Andrade dice algo más en relación a este tema. Sostiene desde una generosidad poco habitual en él, que quienes nos hemos tomado varias bodegas – él y yo por caso -, y que quienes adherimos a Albert Camus en aquello que hay que sospechar del que no toma alcohol, tenemos pasión por la vida. “Algo difícil de lograr tomando solo leche, gaseosas y obedeciendo a esa abuelita que se empecina en hacernos creer que solo seremos “grandes” si comemos la estúpida cuchara de zapallo que nos quiere meter en la boca”, sentenciaba el inolvidable gordo Peralta Ramos.
Y la pasión por la vida es algo distinto que querer vivir.
El “hombre mediocre” de José Ingenieros, vive. Quiere vivir, pero mediocremente.
Pasión por la vida es asumirse ante ella admitiendo la fuerza enorme que ella conlleva. La fuerza del instante desorganizador. La fuerza de la duda y el poder efímero que suele tener la certidumbre. La fuerza de la angustia y del dolor. La fuerza de sentirse bien. La fuerza de la creación sin aditamentos metafísicos. La creación como expresión de vitalidad en el aquí y ahora. La creación como esa singularidad que el tormentoso Friedrich Nietzche detecta en el hombre en tanto es “un final”.
¿Por qué entonces no comulgar con alguien más – ya en la coincidencia como en la riqueza de la discrepancia - lo que uno ha cosechado y cosecha en este largo camino de ir por la vida munido de pasión por la vida?
¿Por qué no volcar esa cosecha que la vida dio la oportunidad de sembrar y cosechar, y entonces volcar aquí historias, visiones de pasados y presentes; O hablar de un libro o de un momento cualquiera, personal incluso, para reflexionar en el más allá de la propia esfera? Por qué no advertir que toda conclusión debe ser aceptada con reserva y que ante ella la duda refleja siempre una mentalidad abierta? “y que la verdad es escurridiza, y ante ella un intelecto verdaderamente inquisitivo nunca se aferra a la certidumbre excluyente”?
En fin, por todo esto estamos ahora es esta cuestión de los blog.
 
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  02 » May 2008
Discurso kirchnerista: Más de Eva que de Juan
  El problema no es armar la trama, sino encontrar el tono para avanzar en el relato”.
Con la sencillez que caracteriza a sus reflexiones, a esta ecuación el talentoso Ricardo Piglia reduce muy prudentemente el meollo sobre como hacer literatura. Y acota: “Narrar es narrar en un ritmo, en una respiración del lenguaje: cuando uno tiene esa música, la anécdota funciona sola, se transforma, se ramifica”. Luego, el autor de “espiración artificial”, remata: “El avance de la historia depende siempre de ese tono, de ese ritmo que no creo que se pueda asimilar en un modo directo al estilo: se trata más bien de un movimiento, algo que pasa entre las palabras y no con ellas”.

Pero claro, se trata de literatura. Novela, más precisamente para el caso Piglia. Ergo, toda comparación con el discurso político se neutraliza en si misma. Porque la política no es un relato vertebrado desde la ficción. Es un espacio de realidades tangibles. Un lugar de hechos cruzados por tramas perceptibles e imperceptibles de intereses. Un terreno donde la metáfora suele ser estéril por el simple hecho que lo que hace vivir la política suele incluso estar más allá del lenguaje. “La política se inmortaliza en su racionalidad y también en su irracionalidad”, dijo André Malraux.

Sin embargo “la idea de encontrar un “ tono” puede ser consustancial para reflexionar como suele hablar el poder político”, sostenía Juan Carlos Portantiero. Desde la sociología fue uno de los responsables de una pieza con la cual Raúl Alfonsín creyó clavar un antes y un después en la historia del país: El discurso de Parque Norte. Intento fallido, claro.

En política, las palabras muestran. Revelan contenidos. Manifiestan, iluminan en todo caso, convencimientos, imaginarios y también subjetividades muy profundas que anidan en el poder. Son incluso emergentes de mucho sofismo en tanto que el poder no evita dispararlas ajeno a toda intención de ocuparse de la verdad de lo que dice.

Solo suele buscar en ellas los efectos que quiere.

Desde esta perspectiva, desde muy lejos en la historia seduce el desmenuzar, el explorar el discurso del peronismo, en ese marco, el del kirchnerismo. Comparten la matriz : Hablar siempre desde una concepción dura del ejercicio del poder. El peronismo siempre se sintió un hacedor muy particular de la historia argentina. Vector de una fractura que modificó sustancialmente el mapa político – social de Argentina.
Mucho de esta genética responde a los términos que nació el peronismo. Un a cuna a la que llegó parido en términos turbulentos. Fuerza y grito. Desafiante. Guste o no, así nació. Y así sigue siendo el peronismo hoy desde sus vísceras am su piel.

Convencimiento que lo lleva a tener una idea muy particular del adversario, idea forjada en las experiencias extremas que le toco vivir como fuerza política. En consecuencia, lo distinto lo sitúa inexorablemente en lo hostil, cuando no en condición de enemigo.

Reflexionado desde este plano, el discurso kirchnerista abreva más – siguiendo aquello de Piglia – en el “tono” de Eva Perón que en “tono” de de Juan Perón.

¿En que se diferencian ambos “tonos”?
Apelamos a la inteligente Beatriz Sarlo. En uno de los libros más indispensables para pensar Argentina – “La pasión y la excepción. Eva, Borges y el asesinato de Aramburu” (Siglo XXI) -, Sarlo sostiene a diferencia de Perón, quien incluso en sus intervenciones más sencillas es fuertemente doctrinario, Eva no construye en estas piezas (su abordar la política desde la palabra) ningún argumento político más complejo que el de la oposición ricos y pobres, movida por el principio de justicia y, en ocasiones, claramente traducido en revancha”. Y acota Sarlo: “Poco importa si Eva se pensaba excepcional. Sin duda se pensaba muy poderosa, ya que las necesidades y privaciones de su vida anterior le habían enseñado a distinguir los atributos que posee el poder. Lo que importa (porque ello se prolonga en su estela post morten) es que estaba dirigida por una pasión y que su aceptación de este impulso era voluntario y al mismo tiempo irrenunciable. Eva se somete a esa pasión y, en consecuencia, nunca la considera excesiva”

Y remata Sarlo: “Eva tiene la ética de la convicción, enfrentada con la ética de la responsabilidad. Ella no es prudente”.
¿No es acaso este el “tono” del discurso del kircherismo?

A la hora de verbalizar sus puntos de vista, el kirchnerismo no tiene nada de doctrinario. No se mueve como Perón, manejando tiempos, resguardándose incluso en silencios. Y siempre, aún en sus manifestaciones más trágicas y extremas, hablando desde un marco sustentado más en ideas que en pasiones.
- ¡Que era Néstor Kirchner desde lo político cuando era estudiante? – se pregunta Carlos Negri. Abogado, fundador de la Federación Universitaria de la Revolución Nacional (FURN), la primetra organización con poder real que tuvo el peronismo en la universidad. Ahí, en ese yunque, se forjó políticamente el pater del kirchnerismo: Néstor Kirchner.
- Era un activista….no más. Uno siempre contaba con él a la hora de activar, de salir a la calle…acción, acción. No era un cuadro político…activista – responde Negri.
En otro tiempo, pero como Eva: En política, práctica inmediata de la pasión. Práctica directa, concreta. Ese “tono” de hacer política que siempre requiere de enemigos. Un “tono” que encuentra su savia en tener un “otro” a quien negar. Excluir. Satanizar.
Ese es el “tono” del kirchnerismo.
 
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