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Por Itzel Zúñiga, desde Ciudad de México
Los jóvenes que sueñan con ser estrellas de rock pueden asistir en Ciudad de México a una escuela pública especializada en este género musical, en la que no sólo aprenden música, sino también a escribir textos.
La escuela, apoyada por figuras como el escritor Juan Villoro, nació en mayo de 2006 por iniciativa del gobierno de la Ciudad de México y ofrece a los interesados una formación musical de cuatro años o especializaciones en guitarra eléctrica, bajo, batería, voz expresiva, piano y armónica.
No sólo se trata de profesionalizar la producción de música, sino de brindar a los estudiantes, cuyas edades van desde los 14 años hasta varios lustros más, herramientas para generar obras artísticas propias y reflexiones en torno a los fenómenos sociales.
Y aunque los estudios de la Escuela del Rock a la Palabra aún no tienen carácter oficial, un consejo consultivo interdisciplinario se instituyó la semana pasada "para ampliar, profundizar y mejorar los objetivos que dieron lugar a la institución".
Entre sus integrantes se encuentran el propio Villoro, la periodista Carmen Aristegui, el crítico de rock Óscar Sarquíz o el diseñador Carlos Palleiro, para quien lo importante es fomentar la creación artística, más que productos de la comercialización.
"Para escribir mejor, hay que interpretar mejor el mundo", dijo el director de la escuela, Guillermo Briseño.
La palabra y la poesía, agregó, son "elementos vitales" del rock. La enseñanza va más allá de la composición de unos cuantos estribillos. Los estudiantes escriben canciones, cuentos, versos e historias que luego se llevan al plano musical.
Según Briseño, un experimentado músico, también se lee mucho: desde los clásicos hasta los diarios. En estas primeras generaciones, compuestas por 85 estudiantes-amantes del rock, "algunos han descubierto sus dotes de escritor".
Muchos de ellos no han concluido el bachillerato y han aprendido a tocar de manera práctica, pero lo esencial es que la cuestión emotiva esté presente y se aderece con el conocimiento teórico, aseguraron los docentes de la institución.
Para ingresar a la Escuela del Rock hay que demostrar talento y amor por la música, algo que no se puede aprender en las pruebas de selección que se hacen a través de audiciones.
Para la cantante Betsy Pecanins, miembro del consejo consultivo, una preocupación urgente es resolver "el futuro de los egresados", en un medio aquejado por el desempleo y la falta de oportunidades. "Nuestra tasa de deserción es del 25 por ciento", dijo Briseño. "La mayoría de los que se van lo hacen por falta de recursos o porque deben trabajar para contribuir con la economía familiar". (DPA)
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