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... LA UNIVERSIDAD
Por Marta Gordillo
"Temblad oligarcas la revolución está en marcha...!, rezaban los muros de Córdoba en 1918 cuando el movimiento estudiantil hería de muerte a una universidad elitista, teológica y conservadora, y encendía la llama de la transformación intelectual de Latinoamérica.
Allí nacieron los principios de la democratización de la enseñanza superior, que abrieron el camino a los estudiantes de toda la región para la conquista de la autonomía, el cogobierno, la libertad de cátedra, la reforma de los sistemas de enseñanza, la apertura ideológica.
El movimiento nació en Córdoba, en una universidad que desde su creación en 1613 hasta comienzos del 1900 mantuvo inmutable su carácter aristocrático donde, como señaló el sociólogo Carlos Bunge que murió en el año de la Reforma, "se negaba a recibir a quienes no acreditasen limpieza de sangre, y especialmente a los pardos".
"Era un venerable monumento colonial", dirá el reformista Julio V. González, hijo de Joaquín V. González, para agregar que tenía un "espíritu conservador, unilateral y reaccionario".
En este marco, para mantener su carácter tradicionalista y cerrado, las cátedras de la universidad se obtenían por herencia, convirtiéndose en verdaderos feudos.
Otro indicio de la fuerte influencia religiosa era la fecha que se había establecido como Día de la Universidad, el 8 de diciembre, día de la Asunción de la Virgen. Además los egresados sólo juraban sobre los Santos Evangelios.
Lo que se vivía allí iba a contramano del devenir histórico por el que circulaban las nuevas ideas políticas que buscaban incluir a los sectores medios como sujetos de la política, representadas en Argentina por Hipólito Yrigoyen y la ley Sáenz Peña que ponía un coto a la exclusividad de la oligarquía.
Iba a contramano de aquel primer antiimperialismo de principios del siglo XX que recorrió a América Latina haciéndose eco de los postulados del cubano José Martí y expresado en las voces del nicaragüense Rubén Darío, el argentino Miguel Ugarte, el uruguayo José Rodó, entre otros.
Y el peruano José Carlos Mariátegui, quien denominará en su trabajo "Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana" a los acontecimientos de la época como producto de un "nuevo espíritu".
Esa necesidad de transformación estaba latente desde años atrás, pero habrá un factor desencadenante: la protesta de estudiantes cordobeses de Ingeniería y Medicina por el cierre del internado del Hospital Nacional de Clínicas a fines de 1917. Se formó un comité pro Reforma que cuestionaba la legitimidad de las autoridades universitarias y reclamaba la modificación de los planes de estudios.
Se crean por entonces la Federación Universitaria Argentina y la Federación Universitaria de Córdoba, quienes asumirán la dirección del movimiento. Fueron meses de gran movilización estudiantil y tensión política; se estaba atacando la base ideológica y cultural de un mundo que se resistía a desaparecer.
Llegó junio y la situación explotó. El presidente Yrigoyen había intervenido la Universidad y nombrado al entonces procurador general de la Nación, José Nicolás Matienzo, quien convocó a los profesores titulares y suplentes para elegir nuevas autoridades. El 15 de junio, día de elección del rector, cuando parecía que el ganador era un reformista, es elegido un representante del viejo modelo, Antonio Nores; pero la movilización de los estudiantes impiden que se consuma el acto y declaran una huelga.
Fue entonces cuando se difunde el Manifiesto Liminar, redactado por el principal líder del movimiento, Deodoro Roca, dirigido a los "hombres libres de Sudamérica".
"Desde hoy contamos para el país una vergüenza menos y una libertad más. Los dolores que nos quedan son las libertades que faltan", es una de las frases del Manifiesto que quedaron selladas en la memoria del movimiento estudiantil.
La huelga, las tomas de las aulas, las manifestaciones callejeras expresaban la impronta revolucionaria de los estudiantes que contaban con la adhesión de los trabajadores.
Finalmente, en agosto de ese año, Yrigoyen envió como interventor al ministro de Instrucción Pública, José Salinas, para que comience a implementar las demandas estudiantiles. Se había consumado el desplazamiento de los sectores más conservadores de la Universidad, como parte del proceso que vivió Argentina y todos los países de América Latina, de crisis y derrumbe del modelo de dominación política de la oligarquía. (Télam) |
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