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Por Laura Hojman, de la agencia DyN
La batalla por el conocimiento actualmente la pierden en el planeta 75 millones de chicos sin acceso a la escuela primaria, en su mayoría niñas; los humildes, los de barrios alejados de los centros urbanos; los de algunas etnias y los conducidos por gobiernos corruptos que desvían los recursos de la enseñanza a otras áreas.
Este preocupante panorama incluye además a 776 millones de adultos analfabetos, que carecen de competencias básicas de lectura y escritura, y también a numerosos jóvenes, tanto de países desarrollados como en desarrollo. Ellos tempranamente abandonan la escuela, sin adquirir las calificaciones necesarias para insertarse laboralmente o manejarse independientemente y terminan realizando trabajos precarios y mal remunerados.
Parte de este desolador y preocupante panorama fue difundido horas atrás en el Informe Mundial del Seguimiento de la Educación para Todos 2009 (EPT), que emite anualmente la organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Cultura y la Ciencia (UNESCO).
El acta de la Educación para Todos fue suscripta en 2000 en Dakar por unos 130 ministros del área de países miembros de UNESCO, con la modesta meta de alcanzar la primaria obligatoria en 2010 en todos los rincones del mundo, objetivo que tuvo que diferirse con una declaración nueva para 2015, ya que aún está muy lejos de concretarse. Y hablamos de terminar la escuela primaria, que es casi un nivel inicial hoy, en el sentido que no proporciona más que la alfabetización básica, nociones de matemática y cálculo, lectoescritura y además brinda un marco de socialización para los chicos. Nada más, es eso solo.
Según UNESCO, los gobiernos mejor posicionados con la educación como Alemania y Francia, considerados donantes, "poco hacen" para ayudar a los más frágiles y pobres, como los de Africa Subsahariana; algunos asiáticos; otros latinoamericanos con mayoría de población indígena.
Estos últimos aún no tienen a sus pequeños en la escuela, no cuentan con salud, vivienda, agua potable, es decir necesidades básicas satisfechas. Tampoco hay una voluntad política en el mundo, ya sea desde los gobiernos, los funcionarios y organismos financieros internacionales y expertos en torcer este marco de exclusión en todo sentido que golpea a millones de niños y jóvenes.
Será que para existir, muchos necesitarán de la pobreza y la marginación, sea para ganar elecciones, voluntades, sumisión y poder.
Sin embargo, los costos de la pobreza, las enfermedades, el desempleo y el incremento de población marginal y el índice de violencia, resultan muchos más caros, que invertir en mejorar el nivel de conocimiento, aptitudes, pensamiento crítico e independencia de las personas.
En el marco de la conferencia "Educación inclusiva: el camino hacia el futuro", que tuvo lugar en la ciudad suiza de Ginebra, en el marco de la presentación del Informe de UNESCO, los ministros mostraron una preocupación particular por el impacto potencial que podría tener en estas poblaciones la crisis financiera mundial.
Es decir, esta crisis mundial -que para algunos será una buena excusa para ahondar su desidia- "tendrá repercusiones desproporcionadas en los pobres, es decir, los menos responsables de la situación".
Una de las reflexiones más críticas hacia esta situación es la del coordinador del área educación de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) Carlos Skliar. Para Skliar "se advierte la creciente "africanización" en la educación pública de América Latina, principalmente en lo que se refiere ya no al acceso a la enseñanza sino más bien en lo relativo a la permanencia".
Pronosticó que las poblaciones más desfavorecidas "seguirán siendo cada vez más desfavorecidas por las irregularidades en la planificación de las políticas educativas" y esto, dijo, "supone que habría que repensar la inversión por razones geográficas y, sobre todo, dando profundidad a los investimientos en las condiciones de trabajo de los maestros y las maestras".
"Hay en que insistir en la necesidad de anticipar y generalizar la educación en edades tempranas para toda la población, especialmente para la infancia en situación de riesgo alimenticio y nutritivo, para evitar consecuencias en el desarrollo de sus necesidades de aprendizaje", aconsejó.
Muy crítico, afirmó que "las inversiones a nivel educativo deben reorientarse en mayor medida a mejorar las condiciones concretas de existencia de la infancia desfavorecida" y en menor medida dijo "para programas de capacitación docente de dudosa valía". |
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