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El libro "Cómo curar la ansiedad en los niños", de la psicoterapeuta francesa Louise Reid, profundiza en el conocimiento de las causas que provocan inquietudes y angustia en los más pequeños y cómo ayudarlos a superar estos estados sin medicación ni terapias especiales.
Para la autora, especializada en trastornos de ansiedad, la solución radica en un método centrado en imágenes visuales orientadas a resolver con rapidez los problemas vinculados con la ansiedad, la depresión y el pánico.
Reid sostiene que la ansiedad es sinónimo de inquietud, entendida como un estado de desazón provocado por el temor a un peligro real o imaginario que suele traducirse en una propensión a atormentarse y a preocuparse por todo tipo de cuestiones. En su expresión más simple -remarca- la inquietud es miedo.
La mayor inquietud del niño, señala la psicoterapeuta, es sentirse solo, no tener la presencia ni la atención de las personas cercanas. Y llama la atención sobre aquellos pequeños que manifiestan conductas perfectas o hiperactivas, ambas síntomas de la ansiedad.
Con niños menores de tres años, "hay juegos e interacciones adecuadas que pueden fomentar el desarrollo de un sentimiento de seguridad", asegura Reid.
Para ejemplificar esa etapa, entre otras iniciativas, la experta propone que la madre del niño con miedo a los monstruos -típico de esa franja etaria- simule una lucha adentro del armario en la que abate al monstruo mediante golpes y sonidos y luego que salga de la habitación haciendo un gesto como que se lo lleva y lo echa de la casa.
Una teatralización que, a su juicio, da excelentes resultados.
A partir de los cuatro años el dibujo "se convierte en una excelente herramienta para liberarlos de sus miedos y mantener un buen contacto consigo mismos". Para este caso sugiere consignas para el chico como: dibujar el miedo a la gente mala, o a perder a la mamá, o el miedo a la oscuridad.
Hacia los seis o siete años, "existen ejercicios apropiados de imágenes que permiten que desarrollen mayor influencia sobre su sistema emotivo global", precisa en el libro, recién publicado por la editorial Sirio. Después, la autora diferencia entre las distintas penas que tienen los chicos según sus edades, al igual que describe los estados de cólera y las formas disfrazadas de ésta como el comportamiento agresivo-pasivo, el rencor, la irritabilidad, la impaciencia, entre otros.
Otro tema importante, abordado en el libro, es el de la credibilidad de los niños. Si es menor de seis años cree sin problemas en los Reyes Magos, en el Ratón Pérez, en los monstruos, en la magia, los animales que hablan y en la omnipotencia de sus padres. Todo esto se va modificando naturalmente en la medida que el niño vaya incorporando la lógica a su vida.
Cuando se trata de un bebé, este se halla frente a un mundo demasiado grande para él y siente que solo no es nadie, que tiene necesidad de estar con alguien y que además, fuera de su ambiente, sólo existe el vacío.
Esta percepción, denominada la falsa creencia primaria del ser humano, no desaparece siempre con el paso del tiempo y acecha en muchos niños ansiosos.
Otras falsas creencias son desmontadas por la autora, como la relativa al placer, a la omnipotencia, a que la vida debe ser siempre bella y proporcionarnos placer, entre otros ítems.
De manera didáctica, con variedad de ejemplos y matices, Reid no deja afuera de este estudio los comportamientos inadecuados de los chicos, como los arranques de rabia, el egoísmo, el servilismo, la pasividad, la pereza, la hiperactividad, la manipulación o el perfeccionismo, al igual que la rebeldía. Capítulos sobre los traumas, la timidez y el sueño infantil completan este volumen que brinda herramientas a los padres para atender problemáticas comunes en los chicos. (Télam) |
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