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Por Mónica Beltrán, del portal Cátedra Libre Digital
El clima escolar, afirmó un documento de la UNESCO esta semana, es central a la hora de que los chicos tengan un buen rendimiento en la escuela y que efectivamente puedan aprender. El ministro Juan Carlos Tedesco aseguró que no le sorprendieron los magros resultados obtenidos por los alumnos de las escuelas primarias argentinas en las pruebas regionales que difundió la UNESCO porque son una “señal” que ya conoce el Gobierno y se está trabajando para revertir esos problemas e insuficiencias. Nadie lo duda.
Ahora bien, hace años se escucha de boca de los funcionarios que los resultados en pruebas internacionales de alumnos argentinos son cada vez peores. Personalmente, como periodista especializada en educación, lo escucho desde tiempos de la reforma educativa de los 90. Es decir por lo menos diez años, desde que se empezaron a hacer públicas las pruebas de medición de calidad de la educación.
Los especialistas dicen que en educación las soluciones se encuentran a largo plazo, pero ¿no hay nada que se pueda hacer en el mediano y corto plazo? No se alude solamente al Ministerio de Educación, ya que el problema del mal clima escolar no es algo que pueda solucionar un funcionario desde su escritorio.
El clima escolar tiene que ver con los problemas de la escuela. Con esa dificultad que están teniendo algunas instituciones de hacer pactos hacia adentro, con sus alumnos y profesores, que signifiquen algo así como: Afuera de la escuela puede pasar lo que sea, acá, en la institución hay reglas a las que nos comprometemos todos y las cumplimos sí o sí.
Esos pequeños pactos, casi de entrecasa, son los que nos permiten construir islas. La regla también sirve para los hogares. Cuando se logran construir esos espacios pacificados, en medio de una sociedad tan violenta como en la que vivimos, logramos a veces ser más felices, resguardarnos, respetarnos y mejorar.
Cuando se trata de la escuela, esos acuerdos permiten que allí, entre esas paredes, los chicos se sientan protegidos y puedan aprender.
Un buen clima escolar tiene que ver también básicamente con tener profesores comprometidos, que no falten a clase, que lleguen a horario, que corrijan los trabajos, que estén disponibles, física y mentalmente, para sus alumnos. Profesores que sean modelos interesantes, que transmitan valores, actitudes solidarias, reglas y principios claros y sin demasiadas vueltas. Se trata de también cuidar la salud mental de los integrantes de la comunidad educativa y tener un poco de sentido común para tomar decisiones, ese sentido común que los adultos parecemos haber perdido.
Reglas, afecto, actitudes claras, compromiso con el trabajo, rigor a la hora de enseñar y de aprender. Una receta que no va a solucionar todo, pero que ayuda, ayuda. No hay dudas. |
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