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06 » Jun 2008 |
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LA TRANSFORMACION UNIVERSITARIA, un debate |
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Por Juan Carlos Tedesco, ministro de Educación de la Nación
Al cumplirse un nuevo aniversario de la Reforma Universitaria de 1918 cuyos principios impactaron en toda Latinoamérica, se actualiza el debate sobre la transformación de la universidad.
Si se analiza el vínculo entre universidad y sociedad, es preciso observar dos fenómenos distintos: la relación con el Estado y la relación con el sector productivo.
Históricamente, la universidad argentina y latinoamericana en general, estuvo caracterizada por un fuerte grado de conflicto o de separación con ambas instancias de la sociedad.
La relación con el Estado está expresada a través de la tradición de autonomía, cuya conquista marcó el origen del movimiento estudiantil organizado, plasmado en la reforma universitaria del 18.
La autonomía fue, desde este punto de vista, una consigna destinada a garantizar la libertad académica, la creatividad y la independencia frente al autoritarismo político.
Con el paso de los años, la autonomía fue concomitante con un proceso de aislamiento con respecto al sector productivo. Las razones de esta desvinculación han sido señaladas reiteradamente y, en última instancia, tienen que ver con el estilo de desarrollo basado en la sustitución de importaciones.
Este aislamiento, sin embargo, no significa que la universidad haya estado desvinculada de la sociedad.
Sus vínculos más fuertes se establecieron a través de su papel en la movilidad social y en la promoción de pensamiento crítico y de creación cultural.
Pero el escenario en el cual tuvo lugar la definición de estas modalidades de articulación entre universidad y sociedad ha cambiado profundamente, lo cual obliga a re-pensar el concepto de autonomía y las formas a través de las cuales la universidad se articula con la política, con la economía y con la cultura.
Dicho en pocas palabras, la demanda de autonomía ya no está vinculada, como en el pasado, a la lucha contra el control ideológico de las universidades, sino a la tensión entre la lógica de los intereses generales y la lógica de los intereses particulares en la producción y distribución de conocimientos.
En esta tensión, el Estado aparece como la instancia principal, sino la única, desde la cual es posible introducir aspectos tales como la inversión en proyectos de largo plazo, la formación de recursos humanos en función de estrategias de desarrollo y la toma de decisiones a través de procesos de concertación social.
Por último, la discusión sobre el vínculo entre universidad y sociedad debe incluir el papel que ella juega en la promoción del pensamiento crítico. Vivimos un período en el cual la desaparición de las utopías ha provocado la sacralización de la urgencia.
En este contexto, una de las responsabilidades de la universidad consiste en responder a la demanda de sentido que la sociedad contemporánea está requiriendo.
El debate sobre la transformación de la universidad es, en consecuencia, no sólo necesario sino urgente.
Un debate amplio, con reglas de participación claras y con el compromiso de todos los actores de escuchar y no sólo de expresarse, sería una demostración de que el diálogo democrático es una fórmula más apropiada para resolver los problemas que la pugna salvaje del fundamentalismo, sea de mercado o de cualquier otro signo. |
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Categoría : ESTRICTA ACTUALIDAD | Comentarios [0]
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