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ACERCA DE LA POBREZA, ideas básicas que deberían saberse sí o sí
(...) "De acuerdo con Ellen Wartten existen en la actualidad básicamente dos conjuntos, mutuamente excluyentes, de explicaciones sobre las causas de la pobreza. Uno considera que la causa está en las debilidades personales de los individuos afectados por ella. El otro ve la pobreza como el resultado inevitable de un sistema económico y político injustamente estructurado (Wratten, 1995). La idea de que los pobres son responsables de su condición es muy antigua. Está asociada a conceptos religiosos que identifican a personas buenas y malas, a ideologías clasistas convencionales que ven al pobre como flojo y carente de las cualidades de las clases altas, a doctrinas racistas que consideran la pobreza como el resultado normal de la inferioridad humana. De acuerdo a estas interpretaciones la causa de la pobreza es una combinación de características personales estimuladas por contextos sociales especialmente negativos -tugurios, asentamientos ilegales, conjuntos de vivienda social- que resulta en formas desviadas de comportamiento social. Los pobres estarían en una especie de círculo vicioso autorrenovado y eterno. Serían tanto las víctimas como los originadores de la pobreza, adquiriendo temprano en sus vidas los valores y transfiriéndolos luego a las próximas generaciones. Algunos de los atributos de estos contextos negativos serían las familias desorganidas, un sentimiento de inferioridad, el bajo valor asignado a la educación y al trabajo, la incapacidad de planificar anticipadamente y de respoinder adecuadamente a los cambios de condiciones, las drogas y el alcoholismo".
(Extraído de pág. 41 de "La ciudad inclusiva", CEPAL, 2003, del capítulo II, Ciudad y Pobreza, "El paradigma cualitativo de la pobreza urbana", de Ronaldo Ramírez).
Hay que leer todo este capítulo más el XII, "Ciudad y alimentación: alimentarse en la ciudad", de Marcello Balbo.
Esta lectura informativa podrían complementarla hoy con la lectura de "La estupidez", de André Glucksmann (Península/ideas), 1988, especialmente desde la introducción donde dice:
"¿Quién no querría tener franqueado el acceso a la verdad? Ello no impide que las voluntades agresivas por poseerlo, conservarlo, disfrutarlo, fracasen ante su malicioso pudor, que exige un cierto comedimiento en la cordialidad y mucha cortesía en el amor. Respetar la verdad es ante todo evitar evitarle que jure por sus grandes dioses que es inexistente. Y, en segundo lugar, evitar forzarla reivindicándose propietario suyo. Expongámonos a su encuentro sin aspirar al control previo de sus circunstancias. El autor pide, pues, a sus posibles lectores, no ya la posesión de la verdad, a la que nadie tiene derecho, sino que reconozcan en sí mismos la capacidad interior de distinguir entre mentir y no mentir, que se atrevan a reconocer el asno por sus campanillas y a detectar lo falso por el hecho de ser falso". (Pág. 13)
(No se queje que es mucho...Ya sé que todo el mundo anda a las corridas, con mil cosas para hacer... pero bueno, la función pública a algunos les exige mucho más que a otros, después de todo, ¿no?)
H. L |
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