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Por Jorge Boccanera, de la agencia Telam
La vastedad de la geografía, y un murmullo de seres marginados habitando en la sombra, arman el paisaje de "Los fronterantes", libro del poeta Ariel Williams que obtuvo la Mención Especial del concurso de poesía "Olga Orozco" convocado por la Universidad Nacional de San Martín.
El poeta, que nació en Chubut en 1967 y actualmente reside en Puerto Madryn, es autor de los libros de poesía "Viaje al anverso" y "Lomasombra". Textos suyos han sido incluidos en la "Antología de poesía patagónica" publicada en 2006 en Málaga, España.
Williams, junto a poetas como Cristian Aliaga, Claudia Prado, Andrés Cursaro y Ricardo Costa, integra hoy la "movida patagónica" que él caracteriza como "un movimiento muy fuerte que se ha ido formando con voluntad y pasión".
Un circuito -agrega- que cobra espesor en "los encuentros de poetas, las presentaciones de libros, el intercambio de textos fotocopiados, la edición de revistas y fanzines, los talleres literarios, la escritura de textos críticos, etcétera".
Tras citar al poeta patagónico Cristian Aliaga como su maestro, el autor de "Los fronterantes", que acaba de ser publicado por el sello El Suri Porfiado, habla de lecturas e influencias.
"En años de estudiante me impactaron Baudelaire y Mallarm, con quien quién aprendí que posible llevar al lenguaje a límites insospechados. También aparecieron Girondo, Vallejo, Emily Dickinson y Pizarnik", desgrana.
Y el poeta se detiene en el entorno, esa Patagonia que remite a una metafísica singular: "Hay un imaginario que se ha ido construyendo retomado y resignificado por distintas tradiciones, como la de los relatos escritos por los viajeros de diferentes procedencias que atravesaron y atraviesan aún hoy en día la Patagonia. Nosotros mismos hemos sido moldeados por ese imaginario".
Agrega el poeta "una dimensión política" que incluye la historia de la región: "Términos como 'vacío', 'nada', significan y significaron también vaciamiento y nadificación producidos por el genocidio cometido contra los pueblos originarios, las masacres de peones, el despojamiento permanente de la población, entre otros infortunios".
"El despojamiento a que nos somete esa metafísica se nos despoja del presente -la Patagonia percibida como región que acumula todo el pasado y todo el futuro- con una percepción que nos hace invisibles como seres históricos actuales", considera.
Y en el cruce entre vida y poesía, cuenta: "Con mi padre -ingeniero agrónomo que trabajó toda su vida en campos- viví experiencias muy fuertes de viajes por la provincia del Chubut, noches pasadas bajo una lona en la inmensidad de la noche patagónica o envueltos en una bolsa de dormir adentro de un galpón, en plena helada".
Esa suma de vivencias -"que en su momento no supe valorar del todo"- dice, dejaron marcas: "De todos modos, no han desembocado en un regionalismo tradicional, por suerte. Creo que más bien se han conservado como experiencias de asombro increíble, y desde él aparecen en mi escritura".
Por otra parte, Williams no oculta su satisfacción por el premio obtenido en el concurso "Olga Orozco", convocado por la UNSAM a través de su revista "Nómada" y la Cátedra abierta de Poesía Latinoamericana, que convocó la friolera de 785 participantes de 24 países de América y Europa.
"Fue una alegría enorme. Es un respaldo porque, en general, la escritura es un proceso muy lento y solitario en el que uno debe avanzar, optar, experimentar, y debe hacerlo siempre cargando con miedos e inseguridades".
El fallo de la distinción para "Los fronterantes", resalta: "La sucesión de metáforas que designan, bajo lámparas agitadas por el ventisquero, un trasiego de frontera. Imágenes con paisajes de fin del mundo y personajes como salidos de un cuadro de Goya, se disputan una semipenumbra de bocas triturando pedazos de cordero y pescado crudo".
El poeta considera esa argumentación como "una descripción hermosa del paisaje de muchos de mis libros. Hay un imaginario de fin del mundo que ha marcado la idea que se tiene de la Patagonia con el que, tal vez, no estoy tan de acuerdo. Pero es cierto que hay una experiencia de la inmensidad de los espacios y de seres humanos olvidados".
El fallo aludido agrega un comentario sobre el libro premiado: "Palabras mordidas, acopladas, terrosas, que se hacen una con la tierra rala y tejen con hondura el murmullo del olvidado". En ese sentido, el poeta asiente sobre la idea de un hacer que reúne experimentación formal con habla popular.
"Para mí, cada habla social es un mundo, un lenguaje riquísimo que me abre muchas posibilidades creativas. Escribir poesía implica la apertura de un mundo, un lenguaje. Hay que responder a eso que se escucha, que murmura entre dientes, trabajarlo desde un horizonte que es a la vez parecido y distinto".
"Creo que uno de los registros a los que estoy atento es a ese murmullo lleno de belleza y de tristeza, que son muchas hablas silenciadas -continúa-. Existen hablas sociales y mundos culturales tienen una enorme riqueza expresiva y muchas veces no son escuchados".
Para el autor de "Los fronterantes", la "movida patagónica" tiene una diversidad estilística expresada en voces de poetas jóvenes como Martín Pérez, Giovanna Recchia, Mariela Lupi y María Silvina Ocampo. |
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