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14 » Nov 2008 |
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LA VIGENCIA TOTAL DE "OPERACION MASACRE" |
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Por Jorge Boccanera, de la agencia Telam
La aparición de la 36 reedición de "Operación masacre" -el texto que "cambió mi vida", según una expresión del mismo autor- pone de relieve la vigencia de una obra fundacional ubicada en la intersección de la narrativa y la investigación periodística.
Como muchos escritores de fines de los 50 y la década del 60, que multiplicaron sus roles entre la ficción literaria, el periodismo y la militancia política, Walsh se desdobla, entre otros roles, en el de narrador, traductor y dramaturgo.
Walsh fue armando su obra en base a dos movimientos: la "búsqueda" y el "cuestionamiento"; los aspectos formales del lenguaje por un lado, y un modo de interpelar la realidad, por el otro. Si "cuestionamiento" remite a un modo de interrogar el presente, "cuestión" es asunto a dilucidar. Y la "cuestión" que va a obsesionarlo será la de los fusilamientos de José León Suárez del 10 de junio de 1956.
El detonante de la pesquisa sobre "Operación masacre" (Ediciones de la Flor) está en una frase escuchada al pasar: "hay un fusilado que vive".
Si el relato fantástico acontece cuando en una trama urdida en el entorno cotidiano, no encaja algún elemento usual, Walsh -compilador en 1956 de una "Antología del cuento extraño"- encontraría su enigma a descifrar en la paradoja de Juan C. Livraga, único sobreviviente dispuesto a dar la cara (desfigurada por tres tiros de gracia) y clamar por justicia.
Caracterizado por su inteligencia y su integridad, Walsh es un hombre guiado por el presentimiento; de ahí que, tras escuchar en boca de su amigo Enrique Dillon esa frase dicha como al pasar: "hay un fusilado que vive", intuye la significación de un tema hasta allí escamoteado y exclama: "Encontré al hombre que mordió a un perro".
A partir de ese momento, espoleado por la curiosidad periodística y esa conciencia que es su musa -según Osvaldo Bayer en el prólogo del libro- iniciará una investigación periodística exhaustiva y vertiginosa; al punto de que van a mediar sólo 5 días entre el momento que recibe la información y el día que se publica la primera nota del caso.
"Escribo en caliente y de un tirón", dice Walsh, quien debe armar sobre una trama de pasajes borrados el rompecabezas de lo sucedido, una masacre ocultada por el gobierno y silenciada por la prensa.
Su modo de acopiar datos choca contra un muro erigido entre el mutismo, los datos falsos y las amenazas; esa madeja que lleva al escritor a sospechar desde el inicio que se trata de una historia, dice: "difusa, lejana, enraizada de improbabilidades".
De todos modos, consciente de los riesgos, "se anima". Es la frase que ha utilizado él mismo para referirse a alguien que apoya su investigación: "hay un hombre que se anima". Y en ese animarse Walsh asume un "nosotros" expresado desde el encabezamiento de sus notas, en las que más que hablar a título personal, dice "pedimos".
De la formulación "pedimos" que busca llamar la atención de un estado de derecho basado en la Justicia, va a descreer Wash en años posteriores según dejará constancia en prólogos y epílogos reformulados en las reediciones del libro.
Así va a pasar del "pedimos" al "exigimos", ya que las sucesivas ediciones del libro con su carga de correcciones y aclaraciones darán cuenta de la minucia periodística, pero también de los dictados de una conciencia: ese desplazamiento ideológico que lo llevará del nacionalismo a su militancia en Montoneros.
La afirmación: "hasta 1957 yo fui nacionalista", vertida por él mismo, ubica a "Operación masacre" como un parte-aguas en varios sentidos: respecto a su entrega militante y también a una producción literaria en tensión constante entre la ficción y la crónica política.
De esa misma tensión emerge la franja testimonial consolidada en libros como "Operación masacre" y "El caso Satanovsky", que la crítica caracterizará como no-ficción o nuevo periodismo, y que el escritor en alguna entrevista nombró como "periodismo de acción".
Más allá de las denominaciones, el relato testimonial de "Operación Masacre" es un gran reportaje por el que circulan en paralelo la pesquisa y la denuncia, y que echa luz sobre hechos negados, develando lo oculto, dando la palabra a las víctimas y señalando a los culpables.
Al tiempo que acopia datos, Walsh se percata de que para su historia no están abiertas las puertas de los grandes medios de prensa ni de las editoriales.
De todos modos, entre el folletín y la novela por entregas, el libro -su título provisorio fue: "Fusilados al amanecer"- se filtra en las hojas de publicaciones como Propósitos, Revolución Nacional y Mayoría. Recién en 1957 el sello Sigla lo publica.
En cada momento del devenir social, encontraría lecturas diferentes que resignificaban el espesor de su denuncia.
Posteriormente, en 1971, el director Jorge Cedrón filmó el libro en forma clandestina, y un año después el dramaturgo Alberto Adellach escribió una versión teatral titulada "Historias sin atenuantes", montada en sindicatos y villas miserias.
En 1987 el libro fue llevado a la historieta para la revista "Fierro" con dibujos de Solano López y guión de Omar Panosetti, y este año fue publicado en España por el sello 451 Editora. |
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Categoría : ¿SEGURO QUE NO MUERDEN? | Comentarios [0]
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