| |
La escritora ecuatoriana María Fernanda Heredia, autora de una veintena de libros "infantiles", muchos de ellos premiados internacionalmente, aseguró que descubrir el oficio de escritora fue "un tropiezo muy curioso" para ella y negó que lo suyo sea "literatura infantil".
Escribir un libro "fue una casualidad total, nunca se me cruzó por la cabeza ser escritora y menos escribir para chicos. Fue un tropiezo muy curioso", dijo a Télam esta diseñadora gráfica, que trabajó 10 años en publicidad y acaba de lanzar en Argentina "Amigo se escribe con H" y "Cupido es un murciélago".
"A mí todavía me da risa que lo califiquen como literatura infantil, he publicado 19 libros hasta ahora y muchas veces me he preguntado por qué los niños los reciben como los reciben. Cuando me preguntan '¿Cuándo comenzaste con el género?' Nunca, les digo. No he comenzado y no lo voy a hacer", aseguró. "Amigo se escribe con H", su primera novela, la escribió a sus 29 años, cuando se enamoró de su mejor amigo y a él no le ocurrió lo mismo; y en la piel de Antonia, una niña de 10 años bastante obsesiva, María Fernanda bucea en sí misma y se pregunta "qué clase de niña y de mujer" ha sido.
En este libro, el más vendido de literatura infantil en Ecuador y publicado por Norma en 2003 con el premio Fundalectura, se planteó un montón de cosas: "me enamoré de mi mejor amigo; me siento muy mal por haber fallado a la amistad; me da rabia que él no se enamore de mí".
Pero al final se quedó con lo mejor: "rescaté que en esta ruta que seguimos nos hemos desencontrado en este momento, pero antes ya nos habíamos encontrado en la amistad y ese fue un muy buen punto. Con ese me quedo", afirmó.
"Cupido es un murciélago" es su segunda novela, donde María Fernanda se ríe de las ideas más románticas del amor y asegura que "cupido no es un angelito, es una rata con alas"; porque las historias de amor que ella conoce "son tan complicadas que no pueden ser provocadas por un ángel, esas historias las produce un murciélago", aseguró esta escritora que se inició en el oficio "de casualidad".
Todo comenzó cuando un ex compañero de la carrera de diseño gráfico la llamó para contar historias sin palabras, mediante la ilustración, en una revista infantil; pero al cabo de dos semanas y 450 cuadros en los que no se entendía ninguna historia María Fernanda decidió excusarse.
En el mismo momento en que se disculpaba por no poder llevar a cabo esa tarea -y veía como su amigo se ponía furioso- éste recibió un llamado de un escritor que también se excusaba con un cuento, por lo que ella se ofreció para escribirlo y salir del paso, "sin tener la más mínima noción de escritura".
A los 15 días de presentárselo a su amigo, María Fernanda recibió un llamado de UNICEF: querían incluir el cuento en una antología de los mejores del mundo. "Y yo me quedé verde", recordó. Eso fue en 1994, al poco tiempo, una situación muy personal, una ruptura con una persona a quien quiso mucho, la condujo a la soledad y a estar "con muy pocas ganas de hablar con la gente y el mundo".
Pero por algún lado tenían que fluir el dolor, la tristeza y los signos de interrogación que le habían surgido; y un día, sin saber por qué, se encontró escribiendo pequeñas historias, donde a través de personajes muy básicos comenzó a abordar temas como la soledad, el miedo y la pérdida.
"Yo no pensaba que estaba haciendo literatura infantil, era lo único que yo sabía decir. Lo que estaba contando era lo que estaba atravesando a mis 24 años a través de personajes muy básicos como un pájaro, el agua, a veces el silencio, aseguró.
De esa etapa salió una de las historias más duras que escribió, "¿Cómo debo hacer para no olvidarte?", que cuando la encontraron los editores le dijeron: "éste es un texto maravilloso para niños de preescolar", pero era la historia de una mujer adulta que estaba atravesando una situación extremadamente complicada "que no sabía cómo desentrañar".
Después, y a la misma edad, surgió "Gracias", cuando María Fernanda se dio cuenta de que su abuelo, un protagonista en su vida, se estaba poniendo viejito y pronto se iba a ir; y al tema de la despedida, María Fernanda sumó una nueva cuestión que resultó muy recurrente en sus historias, la memoria.
Cuando escribió ese cuento, que resultó Premio Nacional de Literatura Infantil 1996, ella se preguntaba cómo es que su abuelo iba a dejarla.
"Vas a hacer un viaje muy largo, no vas a regresar nunca, te vas a olvidar de mi, yo no quiero olvidarme de ti", eran sus cuestiones.
"Dure lo que dure y sea como sea ese viaje quiero decirte que te vas a llevar de mí una palabra: Gracias. Y donde estés, si un día la escuchas, quiero que sepas que esa palabra te la dediqué a tí y te prometo que desde hoy en adelante hasta el día que muera cada vez que yo pronuncie la palabra gracias, un pedazo de esa palabra va para ti", contó. "Yo no comencé a escribir literatura infantil. Yo escribo", remató esta escritora de cuentos que también devoran los adultos. (Télam) |
|
