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Horacio Lara
Editor Responsable
 
  03 » Jul 2008
Condiciones de educabilidad y patologización de la infancia
  Por Gabriela Dueñas, de Cátedra Libre Digital *

No son pocos los maestros que se vienen preguntando infructuosamente ¿cómo hacer para despertar el interés de estos niños?, ¿qué hacer para motivarlos?.¿cómo lograr que permanezcan sentados y tranquilos en el aula durante bloques horarios de 80 minutos y jornadas escolares extendidas de hasta 8 hs?
Tampoco han sido escasas las estrategias didácticas propuestas por distintos especialistas en los últimos años.
El problema sin embargo, no solo persiste y se incrementa sino que se viene complejizando seriamente, con la reedición en el ámbito educativo de viejos discursos médico-biologistas que propician la entrada en escena, “la escena escolar”, de tratamientos correctivos con estimulantes ( del tipo de las anfetaminas) acompañados, en el mejor de los casos, de Programas Neurocognitivos de “Adiestramiento de la Conducta” (en base a sistemas de “premios y castigos” al estilo de los que proponía Skinner).

Ahora bien, si la dificultad persiste e incluso se agrava, probablemente se deba a que se esté formulando el problema de manera inadecuada.

Por esta razón, resulta válido poner a consideración otras perspectivas de abordaje.
Más que focalizar la atención por ejemplo, en encontrar la forma más rápida para hacer desaparecer las dificultades que manifiestan los alumnos, la escuela quizás, con el apoyo de profesionales del área de la psicología educacional, debiera preguntarse acerca de las razones, de los motivos por los cuales cada vez hay más niños en las aulas con problemas de atención., hiperactivos y/o con dificultades para cumplir consignas.
O, mejor aún, y teniendo en cuenta aquello de que “los niños son producto del contexto sociocultural en el que se encuentran inmersos”, la escuela quizás no debiera acaso formularse la pregunta inversa, es decir, ¿por qué los niños de hoy no debieran ser desatentos, hiperactivos y desobedientes? O es que…

¿Existen acaso muchas razones como para que no lo sean?

Si tenemos presente que el supuesto Trastorno ADHD tiene que ver básicamente con la dificultad para procesar y mediar adecuadamente la enorme magnitud de estímulos e impulsos que atraviesan permanentemente el campo de la percepción y de la acción de los individuos y de los grupos:
¿No resulta válido acaso, considerar -aunque sea en términos de “sospecha”- que muchas de las conductas que hoy se describen como “deficitarias” en el ámbito escolar tengan que ver más bien, con nuevos estilos cognitivo conductuales de los niños y jóvenes de hoy; con nuevas maneras de contactarse con el mundo y conocerlo ?.
¿Por qué suponer en su lugar, que todos estos niños y jóvenes desatentos e hiperactivos padecen “a priori” de un “déficit de carácter genético o neurológico”?.
A esta tendencia, no pocos especialistas en Desarrollo Infanto Juvenil han comenzado a denominarla “Patologización” de la infancia. Pero parece que no se trata de un fenómeno aislado. De la mano del mismo viene asociado otro, probablemente más grave que el anterior, al que se le ha dado el nombre de “Medicalización” (1)
El incremento significativo de niños que, para asistir a clases, deben ser medicalizados con estimulantes y otro tipo de drogas psico-activas, no resulta acaso llamativo?.(2)

¿No estaremos medicando a los niños por una “enfermedad” que nosotros mismos como sociedad les estamos generando?.

¿Qué relación existe entre la nueva subjetividad que hoy se está conformando en nuestros alumnos- en el contexto de esta sociedad mediática y consumista en la se encuentran inmersos y se crían- con las regulaciones disciplinarias que hoy se fomenta en las escuelas?
La dificultad para mantener la atención durante mucho tiempo en lo mismo; la impaciencia por lograr resultados y el rápido abandono ante el fracaso; la incapacidad de postergar la satisfacción inmediata en aras de un objetivo a largo plazo; la distracción, la hiperactividad, la falta de escucha cuidadosa, el exceso de ruido ¿no son en todo caso, evidencias de un aprendizaje social exitoso por parte de los chicos?
Por otra parte, ¿hasta qué punto estos trastornos pueden considerarse como un déficit exclusivo de los niños si tenemos en cuenta que los mismos, la mayoría de las veces, parecen generarse cuando ingresan a las aulas? La escuela, ¿no tendrá algo que ver?

No podemos perder de vista que ésta es una institución propia del S XIX que, como tal, requiere, a través de sus tradicionales propuestas escolares, de toda una serie de condiciones actitudinales y procedimentales que son los que justamente escasean en su población de alumnos, niños y jóvenes del SXXI ( prestar atención durante cierto período de tiempo, leer de un texto, escribir con letra prolija, etc.). ¿Será ésta una de las tantas razones o motivos por los que este supuesto Trastorno llamado ADD/H parece estar convirtiéndose en una especie de “epidemia” a pesar que “paradójicamente”-según los especialistas en este tema- sería de origen genético?.
La cuestión que estamos planteando sin embargo, y lamentablemente, no se agota en el ADD/H. El problema parece aún más grave.

Con gran preocupación, en los últimos años, venimos observando en no pocas escuelas, que los docentes intercambian información acerca de sus alumnos utilizando, casi con naturalidad, un tipo de vocabulario, plagado de términos técnicos propios más bien de una institución médico psiquiátrica que del ámbito escolar.
Que en 5to año hay un chico que padece panick attack, que la alumnita nueva ingresa con un diagnóstico de T.G.D., que en 3ro hay dos A.D.D y tres dislexicos…que en 1ro de ESB hay dos casos de anorexia… que un T.E.A. por allá, un O.D.D. por acá. (3)
Necesariamente y ante esta circunstancia, no nos cabe otra pregunta: ¿qué nos está pasando que no podemos acercarnos a estos niños desde otro lugar que no sea el del etiquetamiento?
Es cierto que ponerle un nombre al sufrimiento en un primer momento resulta tranquilizante. Cierto es también, que las explicaciones científicas nos generan la sensación o cierta esperanza de poder ejercer algún tipo de control sobre circunstancias de vida que nos angustian profundamente. Pero convengamos que, por esta vía, la escuela se queda fuera, el docente se distancia de la problemática que padece el niño o el joven, esperando que, desde otro ámbito, desde el saber portado por “otros” profesionales, lleguen las soluciones pertinentes.
Pero las problemáticas que arrastran estos jovencitos, como sucede en general con todas las problemáticas humanas, no suelen ser sencillas y por lo tanto, tampoco admiten soluciones simples. Se tratan de situaciones complejas que requieren del abordaje, el acompañamiento y el compromiso de todos los adultos significativos de su entorno, entre ellos, sus MAESTROS.

Ante tanta carencia de adultos, ante tanta impotencia familiar, los docentes pueden y tienen mucho por y para hacer atendiendo en primera instancia a lo vincular, a los afectos, sin descuidar por esto los aspectos estrictamente académicos.

No nos olvidemos que las funciones cognitivas se apoyan y sostienen desde lo afectivo.
A propósito, y como nos recuerda N. Elichiry (2005), algo muy poco reconocido de la conceptualización piagetiana y que sin embargo debiéramos tener presente como un enunciado básico, remite al tema de la motivación intrínseca. “Para poder funcionar, la inteligencia debe estar motivada por una fuerza afectiva. Nadie resolverá jamás un problema en el que no esté interesado. El impulso para todo ello está en el interés, en la motivación afectiva”.

Cualquier abordaje que pretenda disociar ambas aspectos (lo intelectual de lo emocional) descuidará sin lugar a dudas al sujeto, perdiendo de vista como consecuencia y en particular en estos casos, nada menos que a los niños o jovencitos.

Hasta aquí he planteado algunas cuestiones sobre las cuales considero necesario continuar reflexionando pero no sin antes realizar algunas aclaraciones.
Con ellas, no se pretende:
- Recargar a los docentes involucrándolos en tareas de tipo asistencialitas, de carácter terapéutico.
- Tampoco se pretende de ninguna manera, negar la existencia de trastornos, en algunos casos hasta severos, que puedan estar afectando a ciertos niños y que requieren de atención médica y psicológica especializada y en ámbitos específicos.
Sí pretenden, en su lugar:
- Circunscribir y diferenciar el problema de la necesidad de una atención clínica y educativa específica y personalizada a los alumnos que lo ameriten, de la tendencia compulsiva a etiquetar de manera generalizada a niños y jóvenes a partir de diagnósticos rápidos realizados en base a Manuales estadísticos de Trastornos Mentales de origen americano.
- Convocar a los docentes a recuperar sus saberes acerca de la infancia, reconsiderando la importancia fundamental que tienen en el desarrollo infanto juvenil los docente, maestr@s y profesores, y la confianza en que la palabra y el afecto no sólo permiten enseñar…también tienen poderes curativos.

NOTAS:
(1) Para diferenciarlo del acto médico de “Medicar”. La Medicalización tendría que ver con tratar innecesariamente con medicamentos a sujetos que no padecen de trastornos o enfermedades que así lo requieran.
(2) Consideremos por ejemplo los siguientes datos:
Según un informe reciente (que obra en poder del Ministerio de Salud de la Nación) de un estudio realizado en la Argentina (durante el 2006), el Trastorno ADHD estaría aún subdiagnosticado y submedicado en nuestro país, teniendo en cuenta que, hasta la fecha, del total de alumnos que asisten a nuestras escuelas : sólo 50.000 están diagnosticados y de ellos sólo 20.000 están siendo medicados.
Atentos a los datos estadísticos aportados por países del primer mundo, las cifras deberían rondar el 8% de la población escolar. Se espera entonces que, en la medida que se optimicen las estrategias diagnósticas, el número de niños y jóvenes que asistan a nuestras escuelas medicados asciendan a 500.000.
Estas cifras no les resultan preocupantes?.
(3) Siglas éstas tomadas del DSM IV, un Manual estadístico descriptivo de enfermedades mentales publicado por la Asociación de Psiquiatras Americanos para acordar terminología a nivel mundial entre profesionales de la salud mental y cuya difusión se ha hecho extensiva a nivel público en general)


* Lic Gabriela Dueñas

Psicopedagoga. Lic en Educación.
Doctorando en Psicología
Profesora de la Universidad del Salvador
Integrante del equipo forumadd
www.forumadd.com.ar
 
Categoría : OPINIONES QUE VALEN | Comentarios [0]
 
 
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