Fabián Casas, lo ensaya hoy en Perfil. Escribe sobre La vida nueva, libro del escritor turco que en 2006 obtuvo el Nobel.
Se trata de una novela que dice cosas como la siguiente: “Un día leí un libro y toda mi vida cambió. Ya desde las primeras páginas sentí la fuerza del libro que creí que mi cuerpo se distanciaba de la mesa y la silla en la que estaba sentado. Pero, a pesar de tener la sensación de que mi cuerpo se alejaba de mí, era como si más que nunca estuviera ante la mesa y en la silla con todo mi cuerpo y todo lo que era mío y el influjo del libro no sólo se mostrara en mí espíritu, sino también en todo lo que me hacía ser yo.”
Abajo posteo una nota que leí en el diario El País: La ejecución de un hombre acusado de haber violado a una chica de 14 años en Estados Unidos, en 1984. El tipo, Romell Broom, sobrevivió a 18 pinchazos de una inyección letal, el día en que iba a cumplir con su pena de muerte, el 14 de septiembre pasado. Por ese padecimiento, decidieron aplazar la ejecución.
El relato que hace en su declaración es escalofriante, por la frialdad matemática, quizá propia de una declaración judicial, con la que describe la inminencia de cierta oscuridad.
»EN EL TRIBUNAL DE DISTRITO DE ESTADOS UNIDOS
»DISTRITO SUR DE OHIO
»ROMELL BROOM contra
TED STRICKLAND
»CONDADO DE SCIOTO. ESTADO DE OHIO
»DECLARACIÓN JURADA DE ROMELL BROOM:
Por la presente, yo, Romell Broom, declaro y doy fe de lo siguiente:
1. Estoy interno en el corredor de la muerte en el Estado de Ohio.
2. Mi ejecución estaba prevista para el martes 15 de septiembre de 2009. La ejecución debía llevarse a cabo en la Prisión Sur (Southern Correctional Facility, SOCF), en Lucasville, Ohio.
3. Los funcionarios de prisiones me llevaron de la Penitenciaría del Estado de Ohio a la SOCF, el 14 de septiembre de 2009.
4. Tras mi llegada, vino una enfermera al lugar en el que estaba albergado, la celda J-1. La enfermera llegó, encontró dos venas en mi brazo derecho y mi brazo izquierdo, me ató el brazo y tomó nota de lo que había encontrado.
5. Después de que viniera la enfermera, los funcionarios de prisiones estuvieron ofreciéndome líquidos todo el tiempo. Yo acepté. Durante ese día bebí café, Kool-Aid y agua. Tomé siete tazas de café, cinco tazas de agua y tres tazas de Kool-Aid.
6. El 15 de septiembre de 2009, me desperté, me duché y hablé con mi hermano por teléfono. En un momento dado, el jefe de los funcionarios encargados de la ejecución me contó que uno de los tribunales estaba revisando mi caso y que la ejecución se había retrasado mientras tanto. Debido a la longitud del retraso, creí que el tribunal iba a aceptar mis argumentos en favor de un recurso.
7. Sin embargo, alrededor de las 14.00, mi abogada me informó de que el tribunal había rechazado mi apelación y que no quedaban más vías de acción. El Estado iba a seguir adelante con mi ejecución.
8. Cuando estaba en la celda, el funcionario jefe Phillip Kerns entró con varios guardias y me leyó la orden de ejecución. Después entraron dos enfermeros que me dijeron que me tumbase. Uno de los enfermeros era un hombre blanco y la otra una mujer blanca.
9. Había tres guardias presentes en la habitación. Un guardia estaba a mi derecha, otro a mi izquierda y otro junto a mis pies.
10. Los enfermeros intentaron acceder simultáneamente a las venas de mis brazos. La enfermera intentó en tres ocasiones acceder a las venas en el centro de mi brazo izquierdo. El enfermero intentó en tres ocasiones acceder a las venas en el centro de mi brazo derecho.
11. Después de esos seis intentos, los enfermeros me dijeron que descansara un poco. Seguí tendido en la cama durante dos minutos y medio, aproximadamente.
12. Después de la pausa, la enfermera intentó dos veces acceder a las venas de mi brazo izquierdo. Debió de pinchar un músculo porque el dolor me hizo gritar. El enfermero intentó tres veces acceder a las venas de mi brazo derecho. La primera vez, el enfermero consiguió acceder a una vena en mi brazo derecho. Intentó insertar la vía intravenosa, pero la perdió y empezó a correrme la sangre por el brazo. La enfermera salió de la habitación. El funcionario de prisiones le preguntó si se encontraba bien. Ella respondió: "No", y se fue.
13. Los funcionarios encargados de la ejecución declararon que aquello era difícil para todos y sugirieron hacer otra pausa. Entonces se fue el enfermero. El funcionario que estaba a mi derecha me tocó en el hombro derecho y me dijo que me relajara mientras descansábamos un momento. A esas alturas, estaba muy dolorido. Las heridas de los pinchazos me dolían y hacían que me fuera difícil estirar o mover los brazos.
14. El enfermero regresó con unas toallas calientes que colocó en su brazo izquierdo. Colocó las toallas sobre mis brazos y masajeó mi brazo izquierdo. Me dijo que las toallas les ayudarían a acceder a las venas.
15. Después de aplicar las toallas, el enfermero intentó acceder a mis venas, una vez en el centro de mi brazo izquierdo y tres veces más en la mano izquierda. Después del tercer intento de acceder a las venas en las manos, el enfermero comentó que el consumo de heroína me había dañado las venas. Ese comentario me disgustó porque nunca he consumido heroína ni ninguna otra droga intravenosa. Le repliqué al enfermero que nunca le había dicho que hubiera consumido heroína.
16. El enfermero siguió diciendo que la vena estaba allí pero que no podían cogerla. Intenté colaborar ayudando a atar mi propio brazo. Un funcionario de prisiones se acercó, dio un golpecito en mi mano para indicar que él también veía la vena e intentó ayudar al enfermero a localizarla.
17. El jefe de los funcionarios encargados de la ejecución me dijo que iban a hacer otra pausa y volvió a decirme que me relajara.
18. Entonces me descompuse. Empecé a llorar porque me dolía todo y mis brazos estaban inflamándose. Los enfermeros estaban pinchando agujas en zonas que ya estaban inflamadas y con hematomas. Pedí que interrumpieran el proceso y pedí hablar con mi abogada.
19. El jefe de los funcionarios encargados de la ejecución me pidió que me sentara para que la sangre circulase mejor. Entonces entró en la habitación la enfermera jefe, una mujer asiática.
20. La enfermera jefe intentó acceder a las venas en mi tobillo derecho. Pidió que alguien le diera "un veinte" y alguien le entregó una aguja. Durante ese intento, la aguja me pinchó en el hueso y fue muy doloroso. Grité. Al mismo tiempo que la enfermera jefe intentaba acceder a una vena en la parte inferior de mi pierna izquierda, el enfermero intentó acceder a una vena en mi tobillo derecho. Después de esos intentos fallidos, la enfermera jefe cogió la aguja y salió de la habitación.
21. El enfermero hizo otros dos intentos de acceder a las venas en mi mano derecha. Parecía que habían desistido ya del brazo izquierdo porque estaba hinchado y lleno de hematomas. El nivel de dolor estaba en el máximo. Me habían pinchado al menos 18 veces en múltiples zonas, todo con la intención de inyectarme unas drogas que iban a quitarme la vida.
22. El jefe de los funcionarios encargados de la ejecución volvió a decirme que me relajara. Hubo conversación entre los funcionarios sobre el hecho de que podían ver las venas.
23. Al cabo de un rato, el director, Terry Collins, entró en la habitación y me dijo que iban a interrumpir la ejecución. Collins indicó que valoraba mi cooperación y que tomaba nota de mis intentos de ayudar al equipo. También expresó su confianza en su equipo de ejecución y su profesionalidad. El director Collins me dijo que iban a llamar al gobernador Strickland para informarle de la situación.
24. Cuando se fueron los enfermeros y el director Collins, los funcionarios me preguntaron si me apetecía un café y un cigarrillo. Yo seguía en la cama con las luces atenuadas.
25. Aproximadamente media hora después, mi abogada, Adele Shank, vino y me dijo que el gobernador había dictado la orden de aplazar la ejecución una semana. Le hablé a la abogada Shank de mi dolor y le enseñé las zonas que tenían hematomas.
26. Después de que se fuera la abogada Shank, los funcionarios de prisiones me trasladaron al hospital.
27. A la mañana siguiente, mis brazos empezaron a dar más señales de hematomas e inflamación. Cada sitio del brazo en el que se había hecho un intento mostraba hematomas e inflamación visibles. Algunos de los hematomas de las manos y el tobillo han desaparecido y parte de la inflamación desapareció a lo largo de la tarde siguiente.
28. Todavía hoy, mis brazos tienen grandes hematomas visibles, y siguen estando inflamados. Los múltiples sitios en los que los enfermeros trataron de acceder a mis venas siguen doliéndome.
29. Los funcionarios de prisiones decidieron mantenerme en la SOCF durante la semana de aplazamiento. Durante este tiempo, estoy constantemente bajo observación del equipo encargado de la ejecución y los guardianes.
30. Esperar a ser ejecutado es angustioso. Me produce mucha tensión pensar en que el Estado de Ohio tiene la intención de causarme el mismo dolor físico la próxima semana.
31. Me veo obligado a recordar constantemente el hecho de que la semana próxima tendré que sufrir la misma tortura que el Estado de Ohio me infligió el martes 15 de septiembre de 2009 , porque no ha habido ningún cambio en el protocolo de ejecución de Ohio y no ha habido ningún cambio en mis venas. El declarante no tiene nada más que decir.
Rommel Broom
Jurado, afirmado y suscrito en mi presencia el 17 de septiembre de 2009.
A veces, a la madrugada, me pongo ver el canal Encuentro. Sé que ahí puedo encontrar cualquier cosa. Un documental sobre insectos, otro sobre qué dicen los niños trabajadores en una planta fabril en Asia, otro sobre el calentamiento global, otro sobre la realidad virtual y sus usos médicos, y así. Caigo ahí, fatigado de polémicas desmesuradas en los canales de deporte, sabiendo que siempre habrá algo bueno.
Dentro de esa valiosísima programación, hay un bicho rarísimo para el panorama actual de la televisión argentina, repleto de botineras, travestis septuagenarias que cumplen su sueño de cinco minutos de fama, periodistas que se degradan en vivo y en directo, y ese bicho raro es José Pablo Feinmann.
A Feinmann llegué leyendo. No por la tele. Que es otra forma disponible de llegar a él. Una vez me compré un libro suyo de ensayos sobre cine. Con algo parecido a la erudición, que no sé si lo es, pero que se le parece bastante, en ese libro Feinmann agarra un clásico, una de esas películas que quedan en las retinas de “la gente”, y se lo apropia para explicar tal o cual paradigma filosófico. El libro se llama “Pasiones de celuloide”, editado por Norma. Y ahí Feinmann toma toda clase de atajos para llegar rápido, sencillo, a las más inescrutables complejidades, digamos, por ejemplo, que toma un libro como El ser y la nada, de Jean Paul Sartre, para esclarecer a cualquiera, de lo que suele reservar para la mayoría la esencia de ese texto.
Feinmann acaso sea el paradigma del intelectual comprometido de nuestros tiempos. No porque no haya otros. Más bien por exposición. Y porque no para de escribir y producir. Y polemizar. Está claro que no es alguien para darle a leer a las señoras que batieron cacerolas por la resulución 125 de retenciones al campo (Feinmann escribió para la revista Envido, que promovía un enfoque teórico desde la izquierda peronista en los 70), ni a los que definen que la ley de medios será “una mordaza” que impedirá que los periodistas podamos llevar, todos los días, las noticias a la calidez de la pantalla, pero hace un par de días mostró tener cierta apertura mental. Él y cierta jerarquía militar que lo invitó a dar una conferencia en el edificio Libertador, a pedido de un general y de la ministra de Defensa, Nilda Garré. Fuerte, ¿no? Un teórico de la izquierda, sentado en el sillón de Videla, como lo contó después.
Acá dejo el texto que escribió relatando esa experiencia. Y acá el link del mencionado canal, que ofrece la posibilidad de descargar cada capítulo del programa.
Más abajo, un extracto de su programa en Encuentro, donde ofrece su tesis de por qué Michel Foucault escribió una historia de la locura:
La revista digital 60 watts, acaba de publicar un cuento inédito de Roberto Bolaño. A seis años de la muerte del que tal vez sea el último gran escritor latino del siglo XX, y el primero del XXI, siguen apareciendo papeles sin publicar. Se espera para principios de año próximo, otra novela, Tercer Reich, de la que todavía no se sabe mucho.
Para los que se queden con ganas, acá dejo un link a un bellísimo cuento suyo: “Últimos atardeceres en la tierra”, publicado en el libro Putas Asesinas (Anagrama).
En la misma página, más cuentos, fragmentos de novelas, poemas, entrevistas y ensayos sobre su obra.
-¿Usted descubrió que Charlie Parker era “El perseguidor” de Cortázar?
-Por lo menos lo escribí. Si fui el primero, que creo que sí, no sé, pero cuando me puse en contacto con Cortázar, Cortázar me agradeció el descubrimiento de Charlie Parker, en las iniciales Ch.P. del cuento “El perseguidor”, y creo que nuestra amistad -o lo que fuera- nació por esa crítica que yo escribí en el ‘59 o en el ‘60. Fue probablemente una de las primeras críticas que se publicó de Las armas secretas.
Yo decía que Johnny Carter no era un personaje de ficción; era un personaje que estaba basado en Charlie Parker, y que toda la historia de Johnny Carter era una historia de Charlie Parker.
Filosofía política de Maradona y sus fanáticos seguidores. Gran texto de Fabián Casas, no desprovisto de cierto aire leña del árbol caído. Pero quién dijo que la función de un escritor y periodista, no sea ésa, entre otras.