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22 » Dec 2009 |
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Tolstoi sin retorno |
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Impecable dossier publicado en el número cuatro de la revista digital No-retornable. |
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22 » Dec 2009 |
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Gerardo Burton, un poema y dos fragmentos |
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Cada tanto nos vemos con Burton: él me dice "qué hacés Ruta León" y yo le digo: "Burton, como el traductor de las Mil y una noches". Un día, cuando eramos compañeros de laburo, me contó que una vez, hace varios años, lo fue a visitar a Jorge Luis Borges. Borges estaba con María Kodama, según recuerdo. Y creo que los tres se tomaron un té. En esa charla Borges le preguntó el nombre, y Burton dijo "Gerardo Burton", luego de lo cual Borges le dijo la muletilla que yo le repito casi siempre que nos vemos: "Burton, como el traductor de las Mil y una noches".
El otro día nos encontramos, y le pedí un poema, alguno que estuviera bueno para publicar en el blog: a vuelta de correo, me mandó el que transcribo acá abajo, que le dedicó a su hija.
Julia se prepara para salir
la miro peinarse, y sé
que otro la espera
y que es feliz así
y que para eso llegué
a este momento
la miro bella en el espejo
es bella
y la bendigo, aunque no sé
si está bien hacerlo
sospecho que ella
es quien bendice
mi existencia
También me mandó otro cuyo título me gustó mucho: se llama Nube Nueve. La idea de que cada una de las nubes del mundo pudieran tener un número me dio un poco de vértigo, y me disparó un montón de sensaciones que sería muy largo y engorroso de explicitar acá, pero todas estaban relacionadas con la posibilidad de una desmesura ordenada e imposible de abarcar, ciertamente bella y algo juguetona.
De ese poema, que a Burton le pareció muy largo para publicar, yo rescato, como una mera muestra, dos fragmentos, que también me gustaron, de más está decir que la totalidad del poema está bueno, pero para compartir con ustedes dejo estos dos fragmentos:
nunca es el mismo
amor, jamás un espejo
repite el destello
sólo el murmullo de aguas lentas
que hayan acaso
develado sueños, juegos
de olvidadas edades
lamen el sol
-------
una sola palabra, o el silencio
guardan en bolsillos
signos de otros días
que ahora no
nada sirve
salvo
sonidos que de labios
amados
caen sin cesar |
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21 » Dec 2009 |
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Horacio González, el libro y la era digital |
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-Creo que el libro va a seguir independientemente de que alguien lo diga. Es un error pensar las tecnologías como supresivas. Habrá una gran cantidad de personas que considerará mejor leer libros digitales. De hecho habrá una gran inversión en la Feria de Frankfurt (2010), que en un 30% estará dedicada al libro electrónico. En algún momento va aparecer ese mismo porcentaje en el lector real. Pero como una convivencia. El libro seguirá siendo un objeto irreemplazable pese a las nuevas tecnologías. Los medios digitales más avanzados intentan ser un simulacro del libro. Creo que hay una fisicalidad, un contacto visual, olfativo, que pertenece a un género de experiencia que no puede tener un segundo grado que la sustituya, una segunda gradación de la verdad: el libro electrónico y su virtualidad. Me parece que deben convivir. No hay ninguna experiencia nueva que no aprenda de la anterior. Se puede producir algo parcial, como la coexistencia de la radio y la televisión, que ha potenciado la radio.
Extracto de la entrevista que le hice para el diario a Horacio González, director de la Biblioteca Nacional. Pueden leerla completa acá. |
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17 » Dec 2009 |
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El arte en su época de reproductibilidad digital |
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Un debate, charla, conferencia en tres partes sobre todas las preguntas que te hiciste acerca de la circulación de textos por internet, el avance de los nuevos dispositivos de lectura, y el rol que juegan en la distribución de libros y los derechos de autor.
Es para lectores que se tomen un tiempo, y se animen a meterse de lleno en un dabate que en los medios de comunicación suele tomar, la mayoría de las veces, la forma de una intermitencia: la de la novedad dada por el nuevo insumo tecnológico que te permitirá leer un libro digital (si es que algún día tenés ganas de hacerlo). Lo organizó la editorial independiente Zorra Poesía. Yo lo levanté en Hablando del Asunto.
Acá la primera parte
Acá la segunda
Acá la tercera
Acá la cuarta |
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15 » Dec 2009 |
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Copo de nieve |
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A Copi (1939-1987) le decían Copi porque su abuela, al ver el color de su piel cuando era un nene, no tuvo otra idea que compararlo con un copito de nieve. Su nombre era Raúl Natalio Roque Damonte Botana, y (para ubicarnos, relativamente, en el epacio y en el tiempo) fue nieto de Natalio Botana, fundador del diario Crítica.
Copi nació en Argentina, pero no fue un escritor argentino (entre una y otra instancia hay un matiz que es un mar de diferencia); escribió buena parte de su obra en Europa y en otro idioma: el francés. Su caso es el de uno de esos escritores que tienen más una biblioteca, o una escritura, no tanto una nacionalidad. O una nacionalidad que es la suma de los libros que lee y los barcos y los aviones que toma.
La mayor parte de su obra traducida al castellano fue editada en España en las década del 70 y el 80, y ahora comienza a circular por internet en algunas traducciones ¿piratas?.
Ahora, como una rareza que quizá sea una perla, se edita en Argentina, La ciudad de las ratas (El cuenco de plata).
Dos suplementos culturales se ocuparon de reivindicarlo -al unísono- el último fin de semana. Por un lado, Ñ y por el otro, el cultural de Perfil. |
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09 » Dec 2009 |
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Los libros de La Cartonerita |
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La Cartonerita Solar, que hasta donde yo sé es la primera editorial cartonera de Neuquén, ya tiene unos 25 títulos disponibles. Hablé con Bruno Revello, que le dio forma a esta proyecto desde principios de año. Me contó que llegó de Buenos Aires, donde estudiaba literatura, y que quería armar una editorial para impulsar lecturas alternativas, por fuera de las formas tradicionales de circulación de los libros, donde pudieran tener un canal de expresión autores locales y de donde sea.
Con esta premisa principal como punto de partida, La Cartonerita, además, consiguió que César Aira, del que ya hemos hablado bastante en este blog, le cediera los derechos de un par de sus obras. (El otro día le decía a un amigo que las nuevas formas de circulación de los libros tienen algo de apasionante: publicar a Aira en Neuquén, es como si en los setenta se hubiera publicado a Cortázar, o Vargas Llosa, en el interior del país. Salvando las distancias, y las estéticas, Aira es ahora a la literatura argentina lo que Cortázar era cuando vivía -en algún punto-; un faro imposible de soslayar por el lugar que les reserva la literatura argentina de sus respectivos tiempos.)
“Lo arreglamos por chat. Después con su hija, que nos mandó los textos para publicarlos”, me contó Bruno, en la charla telefónica que tuvimos, cuando le pregunté por cómo habían publicado dos obras de Aira.
La Cartonerita funciona en un departamento. Bruno dice que su casa devino taller artesanal de confección de libros. Ahí también guarda el cartón que la gente que ya sabe de la editorial le pasa a dejar, para futuras ediciones. “A diferencia de Buenos Aires, donde los cartoneros tienen toda una estructura organizada, acá todavía se consigue cartón en las calles”, dijo Bruno.
El resto lo hace con una PC, un programa de edición, y un par de moldes para los libros. Bruno dice que fue un proyecto similar en Paraguay el que les sirvió de punto de partida, al margen de los contactos previos con gente de Eloisa Cartonera, de Buenos Aires, en la feria del libro de Cipolletti.
Los textos cuestan entre cinco y diez pesos: “La idea es que si tenés que darles de comer a tus hijos también puedas comprarte un libro”, me dijo Bruno.
Cartonerita Solar ya publicó diez autores regionales y tiene 25 libros publicados. Cada texto es único por la forma de elaboración (el arte de las tapas se hace a base de témperas y cartón), y se pueden conseguir enviando un correo electrónico a la dirección que figura en la página web de la editorial.
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07 » Dec 2009 |
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Manu Chao, la política y la fiesta inolvidable |
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¿Qué va a ver uno cuando va a ver a Manu Chao? Particularmente, voy a bailar, a saltar, a pasarla bien. (“Está hecho para eso”, me dijo alguien, no recuerdo quién, en los últimos días, con cierto tono condenatorio, como si se refiriera a una máquina armada a priori detrás de un gran escritorio de una gran y multinacional compañía de grabación, con el único objetivo de apropiarse de todos los discursos contraculturales en boga en países subdesarrollados para hacer, con eso, ni más ni menos que dinero; y para mí no es éste el caso).
Y es cierto: quizá Manu Chao sea un millonario que se hizo millonario cantándole, en tramos importantes de su repertorio, a “las causas nobles”. No es el único que lo hizo; no estoy seguro de si es algo que uno debiera condenar (o tiendo a pensar lo opuesto).
No tengo del todo cerrado, para mí, un debate: ¿Hasta qué punto su postura política es parte del personaje y hasta que punto él es el personaje político en sí?
Hay una elección clara: el tipo de temas que busca poner en circulación. La represión policial, el medio ambiente, los derechos humanos, los derechos de los pueblos originarios. ¿Es igual de claro el conocimiento qué tiene de cada una de las causas -y los matices que las caracterizan- que llega a defender prestándoles su nombre?
Esto (lo anterior), en cuanto a lo que a mí menos me interesa -pero es súper respetable- de la tromba que es, en realidad, el duende-maratonista-hiperenergizado, el huracán Chao.
Respecto a su música, más allá de lo que digan: él, como solista, y sobre todo en su etapa con Mano Negra, que sigue llevándose buena parte de su repertorio actual en vivo -y qué bueno que sea tan así-, tiene un sonido propio y singular, que asimila buena parte de lo mejor del rock y el reggae de los años 70 (con el punk y The Clash bien a la cabeza) con una vuelta de tuerca noventosa, y sin prejuicios para tocar música de cualquier continente, quizá lo que mejor defina la esponja que también es Manu Chao.
Uno no debería ir a buscar virtuosismo cuando va a ver a Manu Chao (pero nadie podría negar que la banda que tocó en el Ruca Che tuvo destellos de virtuosismo; lo de la máquina que es, es una realidad insoslayable). Creo que uno debe sacarse los prejuicios -sin perder de vista el mensaje- y no pedirle a Manu Chao lo que tampoco le pide a otros músicos, que no dejan ni la mitad de lo que deja el vasco-francés sobre el escenario.
(Las fotos, la de arriba y las de abajo, fueron tomadas por Agustín Martínez, el sábado por la noche.)
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01 » Dec 2009 |
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El ser latino |
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Por Martín Caparrós, en Babelia. |
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