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25 » Jan 2010 |
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Cuentos para pensar debajo del agua |
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¿Puede leerse a conciencia, de una forma seria, bajo un sol machacante, junto al lecho de un río, al lado de una pileta, o en la húmeda arena que dejó la retirada momentánea del mar mientras se busca cada tanto un poco de sombra? Yo creo que si hay ganas, sí. Y quizá muy pocos cuentos como El nadador, de John Cheever, como para poder experimentar cierta refrescante locura, ante el avance incontenible del martillazo químico del hedor a filtro solar; el tipo de locura refrescante que deja pensando, que te dibuja una media sonrisa –vos no la notás; todos se preguntan por qué la tenés en el rostro– que incluso no se te va cuando salís de la última zambullida de la tarde, cuando extrañamente sentís más calor, pese a que ya no te molesta, señal de que quizá estés pensando.
En este post anterior, un video en el que Cheever hace una breve aparición en la película que inspiró su relato. Y la versión en audio del mismo cuento, posteada por el blog Un millón de amigos. |
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Categoría : Quemando teclados | Comentarios [0]
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