"¿Y cómo leeremos la información dentro de diez años?
Si nos fijamos en cómo ha evolucionado la tecnología en los últimos diez años y proyectamos ese desarrollo a dentro de otros diez, podemos deducir que habrá más dispositivos y que serán más flexibles, más ecológicos y mucho más baratos. Podremos, por ejemplo, colocar nuestro teléfono móvil ante el periódico y ver una imagen tridimensional sobre él, lo que se conoce como realidad aumentada. Viviremos, además, en una casi total ubicuidad de la información. Mi apuesta es que leeremos la prensa más o menos como hasta ahora, pero de forma mucho más intensa."
El texto de arriba es parte de una interesantísima entrevista publicada en el blog Nación Apache donde dos tipos del New York Times cuentan lo que hacen en el laboratorio que el diario estadounidense montó para que ellos elaboren el periódico del futuro. Claro, la nota incluye el tipo de declaraciones un tanto en plan ciencia ficción (vistas desde las coordenadas tecno-temporales donde nos situamos ahora, con la mayoría de las personas sin acceder a una PC y la baja conectividad a internet), y con los matices del caso a la hora de pensar para quién y cuándo estarán disponibles esos adelantes acá. Pero también es cierto que los cambios en la transmisión de datos suceden cada vez más rápido. Y todo termina siendo más rápido de lo que en un principio parecía.
Ignacio Echevarría, uno de los críticos literarios más lúcidos e influyentes de la literatura iberoamericana, escribe en su muy recomendable blog del diario chileno El Mercurio sobre el concepto de artista, ahora que la tecnología derriba algunas barreras de acceso a la cultura. También escribe sobre cómo ese cambio de paradigma, que permitió la distribución de bienes culturales sin la liquidación de derechos de autor, amenaza con colocar a algunos artistas en un lugar parecido al de la policía.
"El escritor no sabe, en el fondo, si fracasó o tuvo éxito. La popularidad de un libro no quiere decir nada. Al final, cada escritor sabe que con el tiempo se decide si ha fracasado o no. Todo escritor se queda con cierta angustia. Por lo menos eso sienten los escritores que no se han vuelto estatuas y empiezan a tronar olímpicamente -como las estatuas-. Yo no quiero llegar allá nunca, porque los que no llegan a ese estado tienen respecto a su obra esa incertidumbre de si pasará la prueba del tiempo. Si significará para otros en el futuro lo que para uno significaron los grandes libros que le cambiaron la vida."
Mario Vargas Llosa, en una entrevista publicada en el diario colombiano El tiempo.
El otro día tuve algo así como una regresión. Estaba haciendo zapping, antes de irme a dormir, los ojos rotos, el cuerpo cansado, cuando entre canal y canal me sorprendió la imagen de una nebulosa perdida del espacio exterior y la voz de un hombre.
No sé qué nebulosa era, pero al hombre lo reconocí enseguida: Carl Sagan. Su relato, la voz en off, se adentraba de apoco -como para no asustar a nadie- en no sé qué misterio recóndito.
Sagan marcó a todos los que hoy tenemos más de 30 años con su serie Cosmos.
Cuando yo andaba por los siete u ocho, mi viejo y yo nos sentábamos frente a la tele (a mi viejo le encantan las historias de extraterrestres, los enigmas arquitectónicos como la construcción de las pirámides de Egipto, los relatos populares de descabezados irrumpiendo en caminos perdidos de la Patagonia) y así una vez por semana mirábamos, maravillados, la andanada de constelaciones, de cometas, que Carl Sagan comentaba para nosotros, con la sorprendente sabiduría del que te simplifica los caminos para acceder a los conocimientos más inexpugnables, del modo más sencillo.
Pasaron como veinte años para que volviera a verlo. La buena noticia es que Cosmos sigue siendo tan buena como entonces. Ahora la dan por el excelente canal Encuentro (jueves a las 23). La otra opción es internet: haciendo click acá, pueden acceder a una serie de capítulos, todos traducidos al español.
Ahora puedo ponerle palabras a algo que cuando niño experimentaba bajo la forma de la sopresa o la incredulidad: disponiendo de varias opciones para decir las cosas, máxime siendo un especialista de renombre, Sagan conmovió a su público doblemente: con la dimensión científicica de lo que decía y con la belleza (con la poesía) de sus revelaciones.
Varias decenas de escritores adelantan en sendos videos, colgadosen este sitio, de qué las va el nuevo libro que acaban de publicar. Sencillo, rápido, entretenido. Una miniferia del libro que también sirve de muestra de cómo las buenas ideas en internet pueden hacer la diferencia.