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25 » Jun 2009 |
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LA VERGÜENZA DEL FÚTBOL |
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No se entiende por qué el ministro de Justicia y Seguridad, Aníbal Fernández, insiste con la idea que los gravísimos incidentes que se desencadenaron en el seno de la barra de Huracán nada tienen que ver con un hecho de violencia en el fútbol.
No es la primera vez que el funcionario K niega que la pelota se mancha con sangre. Lo hizo en los casos anteriores de los asesinatos del hincha de Vélez Emanuel Alvarez y del de Huracán "Cafú" Silva y posiblemente lo vuelva a ser. Porque nadie va a creer que las muertes en el deportes más popular de Argentina se clavarán en el número 238.
Cuándo le pregunté a Mariano Bergés, el ex juez federal de la Nación que algunos años atrás paró el fútbol, encarceló a Di Zeo y procesó a De la Rúa, esbozó dos hipótesis acerca de los argumentos de Fernández (antes dijo que eran un "disparate" sus declaraciones). Para Bergés, el ministro tiene una estrecha vinculación con Julio Grondona que no alcanza a entender y, a la vez, cree que lo que busca es defender a los suyos.
Pero a esta altura, y dada las irrefutables pruebas que fueron recabando tantos los investigadores judiciales como los periodísticos, es casi un torpeza continuar tratando el choque de las barras como un comun acto delictivo. Es decir, no fue una simple vendetta la que se perpetró, si no que tuvo que ver con la "locura" de un sector que quiere el control del dinero, el poder y las drogas en las tribunas del líder del campeonato.
Fernández se encontró en un brete a unas elecciones claves para su partido (y sus jefes) y eso no le cayó en gracia. Menos que, como se dijo, la policía que está bajo su mando no haya actuado dentro del estadio, cuando se produjo el primer enfrentamiento. Es decir, otra vez la zona liberada.
Nadie le hizo recordar a Fernández que hace algunas semanas, en el corazón de las barras de River y Boca, aparecieron banderas defendiendo la reforma de la ley de Radiosifusión y defrenestrando al medio enemigo del gobierno: Clarín. Se habló que hubo varios miles de dólares que salieron de la Casa Rosada y fueron a parar a bolsillos violentos, algo que el mismo Fernández y varios funcionarios K se encargaron de desmentir enérgicamente, incluso amenazando a algunos periodistas con iniciarles acciones legales.
El gobierno se equivoca, como también se equivoca Grondona al decir, como lo hizo, que el "fútbol está sirviendo como identificador de delincuentes que andan sueltos y se juntan con la excusa del fútbol". Grondona debe entender que crearon un frankenstein y ahora se les tornó inmanejable, que la violencia en el fútbol hace el mismo daño que un cangrejo vivo dentro de un pez (analogía cortazariana).
Para Bergés las cosas no se arreglan porque no se quieren arreglar. Entiende que no hay que militatizar las canchas, pero sí darle facultades y mayor protagonismo a la policía (aquella que no es corrupta). Cree verdaderamente que con un buen trabajo de prevención y el efectivo cerca de los barras, la cosa puede llegar a cambiar. "El violento no es tonto, al policía no le va a pegar. El violento no cambia, pero sí sabe acomodarse a las nuevas circunstancias", señala uno de los mentores de la ONG "Salvemos al fútbol".
Claro, nada cambiará si los máximos funcionarios intentan desde lo discursivo hacer creer que en clubes como Huracán sólo se habla y se vive del "tiki tiki". (S.B) |
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01 » Jun 2009 |
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RADIOGRAFÍA DEL FENÓMENO MESSI |
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Después de la efervescencia que generó que Barcelona se haya quedado con la Champions League y que por estos latitudes del mundo (en realidad, en todo el mundo) confirmáramos que Lionel Messi es más que una promesa, que La Pulga excede lo propagandístico y está para hacer historia, es bueno detenerse y pensar verdaderamente quién es este rosarino al que comenzamos a conocer cuando saltó el alerta de que la selección española andaba con ganas de nacionalizarlo.
John Carlin, un excelente periodista británico que hace poco publicó un recomendable libro ("El factor humano") que cuenta la historia de cómo Nelson Mandela, apenas cinco años después de salir de la cárcel, logró la unidad definitiva de la Sudáfrica pos apartheid mediante la final del mundial de rugby de 1995, entrevistó a Messi antes de la final que lo terminará consagrando como el mejor futbolista del planeta durante un 2009 al que aún le quedan seis meses.
Lo que logra Carlin en esta entrevista es mostrar a un Messi de carne y hueso, muy diferente al duende endemoniado e indetenible dentro del campo de juego y muy lejos del pibe-hombre que aparece en las publicidades de Adidas (que mejor manera de promocionar sus botines que después de un golazo de cabeza como ante el Manchester), Gillette y tantas marcas más.
En esa entrevista, que le advierto es bien extensa pero muy disfrutable, el periodista desentraña a un Messi simple y elemental, tímido y de respuestas básicas, un pibe hasta inocente sumergido en un mundo voraz y plagado de dobleces, un muchacho que, a consideración de Carlin, sólo "tiene interdependencia con el balón", sólo a partir de ahí gana en elocuencia.
Carlin lo compara con Cristiano Ronaldo y dice de el portugués es ostentoso y posa para las fotos como una estrella de rock. Messi, en cambio, se mantiene en un estado de niñez casi permanente y, a consideración del cronista, quizá esa sea la clave para llegar a habitar el olimpo de los más grandes de la historia.
Entren, y disfruten de la entrevista. (S.B) |
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