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26 » Aug 2009 |
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EL VERDADERO DESCALABRO DEL FÚTBOL |
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La venta de Santiago Bergessio es paradigmática y desnuda por sí sola la crisis del fútbol argentino. “Lavandina”, lejos el mejor hombre con el que contaba Diego Simeone, voló con sus goles rumbo a Francia y con él se irán buenos millones. El Saint Etienne pagará 7.800.000 dólares por la transferencia, pero a San Lorenzo apenas le quedará una escasa tajada: alrededor del 10 por ciento.
El caso es emblemático y deja en claro que las arcas de los clubes no están vacías sólo porque la televisión los estafó durante largos años, si no por los desmanejos dirigenciales y las malas políticas adoptadas. La ecuación es más que simple: un jugador como Bergessio llega a un club como San Lorenzo de la mano de un grupo inversor como el que comanda Marcelo Tinelli, el delantero tiene buenas actuaciones, la institución sirve como vidriera, llegan ofertas millonarias y quienes se llevan la mejor parte son los empresario. La fórmula se repite en todos los clubes e incluso seguramente la directiva del Santo no escarmentará, y si Cvitanich llega a Boedo lo hará por las mismas vías que “Lavandina”.
La ida de Augusto Fernández al mismo equipo que Bergessio huele aún peor, huele a sucio. El volante, nacido y criado en River, se va y a la institución de Núñez no le queda un centavo. Sucede que increíblemente el volante fue vendido al Locarno suizo hace dos años, pero en ese allí nunca jugó. Este club europeo es realmente temible ya que es de los siempre elegidos para realizar triangulaciones y evadir al fisco.
En realidad Augusto Fernández es propiedad de un empresario, algo que la legislación prohíbe, ya que los pases no pueden pertenecer a personas físicas. Ahí aparece el Locarno, simula una compra y se termina la historia. En el medio, River gana poco y nada, se evade AFIP (7%) y demás porcentajes (2% AFA, 0,5 Futbolistas Argentinos Agremiados) y la diferencia económica queda en bolsillos del futbolista, su propietario y el club “puente”. Hace un tiempo, el periodista Juan Pablo Varsky contó que el Pipita Gonzalo Higuaín llegó de esa forma al Real Madrid: vía el Locarno suizo, donde nunca jugó.
Si bien el contrato con la Televisión Satelital Codificada era leonino, está claro que el gran problema de los clubes argentinos no tiene que ver con ello. El mayor descalabro se produce en las políticas de compra y de venta y en el escasísimo margen que las queda a las instituciones al vender a sus mejores valores. Es decir, armar un súper equipo de seis meses será pan para hoy y penurias para mañana.
Desde ya el fútbol es una actividad de pérdida, de despilfarro, pero aún así codiciada (fíjese las montañas de millones que aportan los jeques árabes en Inglaterra) por el valor simbólico que aporta y porque también es muy sencillo lavar dinero (mafia rusa y demás). Los clubes generalmente no recuperan la inversión y sólo les va bien a aquellos que integran otros deportes.
Por esos malos manejos es que este año el Estado Nacional aportará 600 millones por los derechos de televisación, y el próximo probablemente desembolsará mucho más.
Por eso, de aquí en más habría que preguntarse no cómo llega un jugador a un club, si no qué sucederá cuando se vaya. (S.B) |
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Categoría : Varios | Comentarios [0]
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