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05 » Nov 2008 |
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LOS HÉROES Y LA MÍSTICA |
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Desde ya, con el pase de los años los grupos se desgastan, la unión puede esfumarse y sólo queda el recuerdo de los momentos únicos, indelebles. Pues bien, la pregunta es ¿cuánto quedó de aquel plantel de héroes que conquistó al mundo en México ’86? ¿Cuánto de cierto hay en que ese valor agregado, esa materia no sensorial a la que se bautizó “mística”, puede pasarse de generación en generación, como el conocimiento mismo?
Por ahora, y después de la oficialización y la primera lista de “europeos” que ofreció Diego Maradona, lo único concreto es que esos héroes del ’86 ya no tienen el mismo feeling que en épocas anteriores. Sólo un obtuso negaría que aquello de la “lealtad absoluta” que pidió el “10” de sus colaboradores no es sino un disparo directo para Sergio Batista y José Luis Brown. Discurso robustecido por sus frecuentes raptos egocéntricos: “Yo soy el número uno” del cuerpo técnico, se lo escuchó repetir.
En el medio, Maradona desea que sus asistentes sean Alejandro Mancuso, más empresario que ayudante de campo, y Oscar Ruggeri, enfrentado con Julio Grondona, quien se niega abrirle las puertas de Ezeiza.
No en vano pasaron 22 años de la gesta azteca. En el medio no enteramos de muchas cosas: se puso en duda la afección intestinal que sufrió Daniel Passarella, conocimos que Maradona ya a esa altura había incurrido en la cocaína, que Jorge Burruchaga, por pudor, apenas si le dirigía la palabra al “10” y que Bilardo ya pensaba en que al “rival hay que pisarlo”, como años más tarde lo expresaría como técnico del Valencia, en una jugada donde estuvo involucrado Diego (con el que se peleó porque lo sacó en el partido de su despedida).
Justamente hace 22 años todos los integrantes de ese plantel tenían en claro que eran peones a las órdenes de un arquitecto del fútbol llamado Maradona, obviamente el mejor en la materia y el garante del éxito.
Pero hoy las cosas cambiaron, los años transcurrieron y hay quienes no están dispuestos a bajar la cabeza y callar ante quien fue un genio como futbolista, pero carece de pergaminos en el banco de suplentes.
Algo que dejaron al desnudo muchos de sus ex compañeros cuando aún se hablaba de la puja por el puesto entre Maradona y Carlos Bianchi: Batista dijo que quería dirigir él, sin duplas; Jorge Valdano aseguró que “no es el momento” de Diego, Passarella se negó a opinar y Luis Islas no se jugó por ninguno de los dos candidatos.
Mientras se sigue hablando de la mística, en los rincones de la AFA muchos operan para que Humbertito, hijo e interesado sucesor de Julio Grondona en la casa del fútbol argentino, comenzó a sonar como ayudante de campo en lugar de Ruggeri. El técnico de Talleres fue quien más pujó por Maradona y se encargó de recordarle a su padres los desplantes anteriores del “Virrey”. En diálogo con “La Red” se jactó de ser el autor ideológico de la llegada a Ezeiza de José Pekerman, del viaje de Batista a Beijing y del arribo definitivo de Maradona a la selección, y de su contenedor emocional Carlos Bilardo.
De aquella “mística” del ’86 queda poco, justamente porque ya no hay misterios, porque los héroes son hombres con virtudes, defectos y ambición, mucha ambición.
Tampoco hay misterios en la familia Grondona: su único objetivo es perpetuarse en el poder (Sebastián Busader). |
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Categoría : Varios |  Comentarios [0]
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