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No tengo una canción, baby.
Apenas el recuerdo de unos ojos en llamas
en la noche después del amor.
Nací donde el satanás perdió el aliento.
Nací desnudo. Y así vuelvo mi rostro al viento.
No tengo una canción, baby. Tengo gotas de tu sudor.
Y en el pecho, tu ardor.
Mi abuelo y yo arreábamos vacas al amanecer.
Vivíamos a nuestro aire, no sabíamos lo que era perder.
En las noches del sur, los viejos contaban fantasmas en los dedos de sus pies.
Yo, que tenía 5, contaba hasta diez.
El sabor de la hierba del campo
anticipó el de tus labios diablos.
Nunca entendí tan poco y me dieron tanto.
No tengo una canción, nena.
Apenas si de artista agito la vena.
Con una camisa en la mochila dejé mi tierra
En las librerías de una ciudad poblada aprendí a escribir como si fuera nada
entonces leí: “el que no se equivoca, erra”.
Yo no tengo una canción, baby.
Dibujo los contornos de un cuerpo sensual
a la orilla del frío mar.
Ahora que soy grande, recuerdo cuando fui salvaje.
Con todo este vagage
Con tanto teje y maneje
me convertí en un cowboy, un cowboy de juguete.
Ando con paso lento
Sombrero, jeans y pensamiento. |
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