Puede ser largo y agotador el camino entre un artista y su público. A veces su gente, esa que va a elogiarlo, honrarlo y hasta levantarle estatuas de bronce, ni si quiera es contemporánea del autor. Se sabe de genios que encontraron la admiración del mundo cuando ya llevaban un buen tiempo bajo tierra.
Por suerte, o no, está no es una máxima del arte. Daniel Merriweather no tuvo que esperar tanto para ser reconocido. Sin embargo, no habría que menospreciar la intensidad ni el tiempo de su trabajo. Hace ya siete años que se encontró con una persona que resultaría crucial para darle un empujón a su carrera como cantante, el músico y Dj Mark Ronson, el mismo que ha sido productor de Amy Winehouse.
Entre ambos comenzaron a hilvanar, de un modo inteligente y atrevido, la música que hoy ha hecho famoso a Merriweather.
Este cantante y compositor australiano de R&B tiene angel. Tiene algo. Buscando en la raíces del Rhythm and Blues encontró una nueva salida para las ideas que el pop viene desarrollando desde hace 20 años o más. El resultado es un cóctel que lleva una medida de Robbie Williams, otra de Steve Wonder con una pizca de Chet Baker y un buen resto de soul, funck, entre otras músicas negras.
Su voz es capaz de serle fiel a cualquier cantante pop de moda, de esos que susurran palabras melosas en los oídos de las jóvenes audiencias. Merriweather ha tenido la osadía de no quedarse allí. Lanzado en intensidad, su ritmo, su verbo y sus entonaciones ascienden hacia un territorio salvaje. Puede contagiarnos con una rara pócima que homenajea al pasado y se proyecta en un futuro glamoroso. El muchacho tiene, además, onda. Vestido como un street boy o como todo un galán copa de martini en la mano, baila sobre unos pies inquietos.
Es algo a lo que nos tenemos que ir acostumbrando en su caso: la maravillosa combinación de talento con estilo. Merriweather es el legítimo poseedor de ambas.
Hay en Youtube un video de su presentación en el programa de Jools Holland que lo capta en todo su esplendor como artista. Merriweather al frente de una formidable banda de músicos se retuerce cantando el hit “Change” de su primer disco “Love and War”, editado en junio de este año.
Ahí lo tienen al tipo, enfundado en una perfecta combinación de colores. Impecable de pies a cabeza apenas por un detalle: una rotura en la rodilla. Un signo de la rebeldía con la que carga por herencia musical. Desde el principio su figura se manifiesta total. Abarcadora. Aunque la cámara recorre el set, su voz nos hace volver a él, a preguntarnos una y otra vez qué está haciendo, cómo se mueve. Para cuando promedia la canción (cuyo video oficial no está habilitado para esta región), el gran Merriweather habrá bailado con mesura, silbado y disparado al aire una vocalización que sólo se antoja concebible gracias al gran peso de su virtuosismo interpretativo.
Un nombre más para seguir.