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Esto va a sonar feo. Pero hay que decirlo: estamos asistiendo al final de la era del libro tal y cual lo conocemos. En otras palabras: su ocaso es una discusión bizantina. Y discutir no es lo que haremos aquí.
A millones de amantes de sus cuerpos predecibles y tradicionales, más bien rectangulares de, por lo general, más de 100 hojas, de tipos negros sobre fondo blanco, nos puede parecer un verdadero sacrilegio que venga un entendido de la otra era, la digital, y nos advierta su desaparición.
Sin embargo, una nueva generación de lectores está naciendo y con ellos también una forma de lectura distinta. Para quienes hemos sido criados en la lectura del texto lineal, las flamantes estructuras linkeadas, intercaladas y atravesadas por la imagen, el sonido y en breve por la textura y el aroma, nos resultan en el mejor de los casos sorprendentes y en el peor incómodas.
Hasta hace unos pocos años, la lectura tenía el sesgo de lo invisible y lo silencioso. Un cine personal en el que las imágenes se proyectaban puertas adentro y se sucedían a nuestro placer, en convulsionadas olas que se movían al ritmo de una composición literaria hija de saberes secretos y caprichosos. Pues bien, no más.
El libro del futuro viene con banda de sonido, equipo de iluminación y director de fotografía. El paradigma de la lectura se ha transformado en algo muy emocionante pero que dejará atrás viejos y maravillosos usos. A no preocuparse, ese porvenir tiene guardas excitantes sorpresas. Lectura bilingüe, trilingüe, lectura en acción, en colores, en formato táctil, lectura enlazada hacia nuevas dimensiones de placer. Lectura de ida y vuelta, lectura colectiva, obsesiva, erudita, lectura expansiva y expandida a un nivel que jamás de los jamases hemos imaginado.
El libro, del modo en que hoy subsiste malamente en las librerías, ha iniciado su mutuación. En menos de 10 años las tabletas de lectura electrónica se habrán vuelto masivas y no pocos se sentirán cómodos con el formato plásmico y táctil. En rigor, los dispositivos de pantalla luminosa y capaces de albergar cientos de títulos, además de diarios y revistas por subscripción, ya se están vendiendo a buen ritmo.
Bienvenidos al futuro. Porque el futuro es hoy. |
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